El arte del sexo -
Capítulo 106
Capítulo 106:
– ¿Y que con eso? -se da la vuelta para verla a la cara -. ¿Pensaste que algo me pasaría? -el pelinegro afina la mirada al mismo tiempo que se cruza de brazos.
– Conducías, era peligroso que salieran en tu condición.
– ¡Eso quiere decir que te estabas preocupada por mí!
El corazón de Daviana se detuvo ante esa afirmación. Se tensa y lo único que puede hacer es morder la carne interna de sus labios.
Michele medio sonríe y decide caminar hacia la cama de manera intimidante.
-Veo que no me equivoco, si has estado preocupada por mí -comienza a gatear sobre la cama al mismo tiempo que Daviana se inclina hacia atrás.
– No esta… bueno, no está bien conducir buen enojado.
– Puede ser…
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Al pronunciar aquellas palabras ya Michele estaba casi encima de Daviana metiéndose entre sus muslos.
– Pero estas bien…
– ¡Lo estoy! -musita contra sus labios.
– ¿Estás enojado?
– Sí, aún sigo estando cabreado.
Sin embargo, el CEO presiona sus labios contra los de ella lentamente al mismo tiempo que introduce su lengua en el interior de su boca. Automáticamente Daviana cierra los ojos tras aquella invasión.
Envuelve el cuello de Michele con sus brazos para acercarlo a su cuerpo muerto del frío. Al tener el cuerpo de ese pelinegro sobre ella de inmediato rodea su cintura con una pierna y este ejerce un poco de presión contra su coño.
– Daviana, me vuelves loco -jadea contra sus labios abiertos y sedientos de un poco más de la humedad de su lengua. Ella inclina la cabeza hacia atrás para permitirle a Michele que besara la curva de su cuello, él lo entiende y es lo que hace. Deja furtivos besos en su piel y continúa el camino hacia el valle de sus tetas.
Sube el camisón que llevaba puesto dejando expuestos sus senos erguidos y tersos. De manera inmediata el CEO se apodera de uno de estos chupándolo con fiereza, jala su pezón con sus labios ocasionando un fuerte respingo por parte de Daviana.
Luego toma las muñecas de ella para llevarlas por encima de su cabeza y continúa chupando y lamiendo su pezón con pasión. Daviana arquea su cuerpo mientras que los vellos de su cuerpo se erizan ocasionando que la punta de su pezón se endureciera.
Michele se lo chupa mientras lleva la mirada hacia su rostro, ella mordía sus labios de una manera tan deliciosa que la erección que yacía entre sus pantalones iba a estallar. Y es cuando empieza a descender con sus besos por el mismo valle de su cuerpo hasta alcanzar la liga de su pantaleta.
Con los dientes emprende la tarea de deslizar la prenda por sus muslos temblorosos, al dejarla libre de esa molesta tela, él abre sus piernas para enfocar sus ojos en aquellos rosados y húmedos labios vaginales.
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