El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Capítulo 945

Capítulo 945:

POV de Crystal:

Al principio pensé que este hombre al menos cuidaría su boca dada la gran ocasión, pero no lo hizo. En lugar de eso, me maldijo más y más, mostrándonos a todos cómo no debe actuar un Alfa.

Al principio, quise soportarlo en silencio, pero no podía soportar sus comentarios sexistas y sus ataques personales. No pude evitar abrir la boca de nuevo.

«Cuando te pillan haciendo algo mal, ¿tu respuesta automática es lanzar insultos sexistas a la persona que te ha corregido? No me digas que gobiernas tu manada con tanta grosería y sinrazón».

«¡Cállate de una puta vez! No eres más que una zorra que se convirtió en Alfa gracias a las conexiones. No creas que puedes decirme lo que tengo que hacer sólo porque hayas conseguido algunos logros triviales». El hombre estaba tan enfadado que se abalanzó sobre mí con el puño preparado para golpearme. La gente a su lado lo interceptó rápidamente, pero no fue capaz de someterlo.

La escena era un poco caótica. Ni siquiera un grupo de varios hombres lobo fuertes pudo detener al furioso.

Justo cuando estaba a punto de golpearme, usé mi poder de licántropo. En un abrir y cerrar de ojos, la gente a mi alrededor cayó al suelo.

El hombre se levantó con las piernas temblorosas y me miró incrédulo. «¿Cómo… cómo puedes tener poder licántropo?».

me burlé. «¿Qué sabrás tú? No eres más que una rana insignificante en el fondo de un pozo».

Su rostro se puso escarlata de ira, pero al final aprendió la lección y no se atrevió a decir nada más.

No quise quedarme más tiempo con ellos, así que me di la vuelta y busqué un lugar menos concurrido.

El desfile seguía. Rufus daría un discurso a todo el imperio en unos diez minutos. Luego, habría un banquete al mediodía. Planeaba volver con Rufus a ver a Beryl cuando terminaran las festividades.

Rufus estaba muy ocupado desde que se convirtió en rey. A veces me presentaba en su palacio para ver a Beryl, pero los guardias reales no me dejaban entrar porque Rufus no estaba.

Suspiré. Por alguna razón, sentía que mi futuro era un poco incierto. No sólo Rufus sospechaba de mí ahora, sino que ni siquiera mi hijo podía reconocerme.

Las dudas se agolpaban en mi mente. De repente, sonó una voz fría y dominante que me hizo volver en mí.

«Hola».

Me di la vuelta y encontré a Warren de pie detrás de mí.

Aunque su rostro seguía sombrío y serio, sus ojos no parecían tan hostiles.

«¿Qué pasa?» Pregunté con cautela.

Warren me miró fijamente durante unos segundos antes de decir finalmente: «Gracias por lo que acabas de hacer».

Me sobresalté. Lo primero que pensé fue que me había reconocido. Eso habría explicado por qué inclinó la cabeza y me dio las gracias.

Pero pensándolo bien, había cubierto mi olor antes de salir hoy, así que era imposible que Warren me reconociera. Al darme cuenta de esto, suspiré secretamente aliviada.

«De nada. Sólo les estoy ayudando a ampliar sus horizontes». Con una tos seca, toqué sutilmente la máscara de mi cara para asegurarme de que cubría firmemente mi rostro.

Warren sonrió, pero la sonrisa pronto se desvaneció. «Te tomé por alguien arrogante. No pensé que hablarías por mí».

«Oh, no es para tanto», dije, agitando la mano desdeñosamente. Realmente no sabía qué decir. No era fácil bajar la voz deliberadamente. Si no era lo bastante cuidadosa, podía llegar a utilizar accidentalmente mi voz real. Pero de repente se me ocurrió que no me había molestado en disimular mi voz cuando discutí con aquel grupo de gente hacía un momento. Warren debió oírlo.

Pensando en esto, de repente me golpeé la frente con la palma de la mano. Mierda, ¡la capital imperial me estaba volviendo estúpido e imprudente!

Warren sonrió. «No hace falta que te preocupes por esa gente, pero gracias de todos modos. He oído que la manada fronteriza está cada vez mejor bajo tu dirección. Parece que has hecho un mejor trabajo como Alfa que yo. Si es posible, me gustaría ser tu amigo y pedirte consejo».

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