El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Capítulo 889

Capítulo 889:

El punto de vista de Laura

En el vídeo, Silvia estaba sentada a un lado, evidentemente perdida en sus pensamientos. Ni que decir tiene que debía estar pensando en Rufus. Hacía tiempo que era Alfa, y que era capaz de dirigir la manada con eficiencia; sin embargo, no podía ocultar lo que pensaba sobre ciertas cosas. Todos estaban claramente escritos en su cara.

Como era de esperar, levantó las orejas cuando mencioné a Rufus.

Me hizo gracia y se me derritió el corazón, así que le conté algo sobre Rufus.

Los niños no entendían lo que quería decir y no dejaban de preguntarme qué era un licántropo y por qué lo llamaba rey.

Me resultaba difícil responder. Nunca nadie me había hecho una pregunta tan peliaguda.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando Rufus irrumpió de repente.

Sorprendida y atónita al mismo tiempo, mi teléfono cayó al suelo.

Rufus quiso ayudarme a recogerlo, pero yo lo cogí primero.

Desconcertado, preguntó con las cejas fruncidas: «¿Qué te pasa? Pareces nervioso».

«Nada. ¿Por qué no le pediste al guardia que me avisara antes de entrar?». Respirando hondo, logré recomponerme. Supuse que Rufus no había oído ni visto nada.

«Pues sí. Pero el guardia me dijo que no contestabas a la puerta. Estaba preocupado, así que entré para ver cómo estabas». Rufus cambió de tema y preguntó: «¿Con quién estabas chateando por vídeo? Hacía tiempo que no te veía tan feliz».

Se unió a mí en el sofá y me miró con curiosidad.

Empecé a sudar profusamente y metí el teléfono por la rendija del sofá. Luego fingí estar tranquila y preparé té. «No es nadie. Sólo es mi amiga».

«Creo que he oído la voz de un niño», dijo Rufus.

Se me congeló la mano que sostenía la taza de té. Luego, avergonzada, fingí una expresión de enfado. «¿Qué tiene eso de malo? Mi amiga tiene un nieto. Acaba de enseñarme al pequeño. Tiene más de 30 años, pero sigue soltera. ¿Cuándo me darás un nieto del que pueda presumir ante mis amigos?».

Rufus se quedó callado. Sus hermosas cejas se arrugaron y sus ojos se entrecerraron ligeramente, como si estuviera pensando en algo.

Dejé escapar un suspiro de alivio, me serví una pequeña taza de té y se la puse delante.

En realidad, ya tenía dos nietos maravillosos, así que no creía necesario animar a Rufus a casarse.

Respetaría la opinión de Rufus si no quisiera casarse pronto.

Sin embargo, los ancianos de la familia real llevaban tiempo instándole a casarse. En sus reuniones mensuales, siempre le planteaban el tema del matrimonio.

Y como él no se tomaba en serio sus palabras, los ancianos acudieron a mí. Por mi parte, me encogí de hombros y le dije a Rufus que se las arreglara.

Tras varios intentos, los ancianos acabaron por admitir que no iba a funcionar. Dejaron de recordárselo cada mes y sólo lo mencionaban cada medio año.

Sorbí tranquilamente mi té y pregunté: «¿Qué pasa?».

No pude evitar instarle. Después de todo, la videollamada con mis preciosos nietos se había interrumpido por su inesperada llegada.

Tomando el té a su aire, Rufus reflexionó durante un rato. «Es hora de que me case».

Casi escupí el bocado de té y pregunté sorprendido: «¿Te casas? ¿Con quién te vas a casar? ¿Por qué lo mencionas de repente?».

«Elige uno al azar. Además, los ancianos han estado organizando la selección. Estoy harto», dijo Rufus con indiferencia. Estaba haciendo que el matrimonio sonara como si coger una col al azar en el mercado estuviera bien mientras no fuera venenosa. Actuaba como si no fuera él quien fuera a casarse.

Me quedé sin habla durante un rato. «El matrimonio es algo importante. No puedes tomártelo a la ligera. Tienes que casarte con una mujer a la que ames. Divorciarte cuando te des cuenta de que no hacéis buena pareja no es realmente una opción ahora que eres el rey licántropo.»

«No me importa. Sólo necesito casarme con una mujer para continuar mi linaje y creo que eso es lo que quieren los ministros y el público. Además, ¿no has querido siempre tener un nieto?». Rufus me miró seriamente.

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