El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Capítulo 823

Capítulo 823:

POV de Sylvia

Owen ordenó rápidamente a alguien que se llevara a rastras a la criada pelirroja sin dudarlo. El resto de las criadas se asustaron y todas cayeron de rodillas para disculparse.

Owen estaba tan enfadado que hizo un gesto con la mano y las reasignó a trabajar en una granja de cerdos de las afueras.

No sabía cuánto había oído Owen, pero a juzgar por su cara de enfado, me di cuenta de que debía de haber oído mucho.

Cuando echaron a las criadas, me volví hacia él y le dije: «Las criadas mentían. Flora puede ser un poco excéntrica, pero no es mala persona».

Quise hablar en nombre de Flora, pero, sorprendentemente, Owen me interrumpió.

«Sé lo que intentas decir, pero no tienes que preocuparte. En realidad le tengo cariño a esa chica, y me alegro de que Warren la tenga en su vida. Es como un rayo de sol en su vida, que le da calor y felicidad. Si no fuera por ella, Warren probablemente estaría muy deprimido ahora. Después de todo, con la repentina muerte de Leonard y que la asesina fuera Alina… Todas estas cosas son un gran golpe para él».

Podía entender de dónde venía Warren. Leonard fue una de las influencias más importantes en la vida de Warren, siendo su mentor en la vida y su segundo padre. Warren creció junto a Alina y solía estar enamorado de ella. Aunque más tarde dejó de quererla románticamente y sólo la veía como su hermana, seguía preocupándose mucho por ella.

Nadie habría pensado que Alina mataría a su propio padre.

Era ridículo y Warren acababa de perder a dos personas importantes en su vida de golpe.

«Si tienes tiempo, por favor pasa más tiempo con Flora. Últimamente está muy aburrida». Owen sonrió como un hombre muy despreocupado, muy diferente a como era antes.

Aún recordaba que la primera vez que vi a Owen, todavía era un hombre lobo serio de mediana edad. Flora estaba tan asustada por su rostro adusto que ni siquiera se atrevía a salir con Warren.

Pero ahora Owen ya no estaba tan tenso como antes. No parecían importarle muchas cosas que antes eran tabú. Y este cambio fue provocado por la muerte de Leonard.

«Ahora puedo visitarla», le ofrecí.

Owen asintió y pidió a alguien que me llevara a casa de Flora, diciendo que él me seguiría más tarde.

Flora y Warren vivían en una de las mansiones, pero allí no había rosas. En su lugar, había muchos árboles frutales. Parecía que Warren los había plantado para Flora, porque a Flora le gustaba comer frutas.

Atravesé la arboleda y entré en la sala, donde Warren estaba ocupado dando de comer a Flora.

Atravesé el bosquecillo y entré en la sala, donde Warren estaba ocupado dando de comer a Flora.

Flora no tenía buen aspecto, lo que podría deberse a sus náuseas matutinas. Sólo tomó dos cucharadas de sopa antes de empujarle el cuenco a Warren. «Estoy llena. Deberías terminarte el resto. No lo desperdicies».

Con la cuchara en la mano, Warren sacudió la cabeza con impotencia. «Acabo de comerme cuatro tortitas de queso. Estoy demasiado lleno».

«¿Eh? Pero si hoy no has comido nada más. ¡Una tortita de queso ni siquiera es tan grande como la palma de mi mano! Y tú solías ser capaz de comerte tres platos grandes de espaguetis de una sola vez». Flora resopló y le dio la sopa.

Warren sorbió la sopa en silencio. De repente, sus ojos se pusieron rojos y bajó la cabeza como un perro vagabundo, sollozando.

Flora entró en estado de pánico. Dejó rápidamente el cuenco, le acarició las mejillas y le preguntó: «¿Por qué lloras, cariño? ¿No es ésta tu sopa favorita?».

Warren no dijo ni una palabra. Rodeó a Flora con los brazos y enterró la cabeza en su cuello, llorando.

Flora le consoló en voz baja, acariciándole suavemente la espalda.

Al ver que ambos estaban a punto de besarse, tosí rápidamente para revelar mi presencia.

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