El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Capítulo 716

Capítulo 716:

POV de Sylvia

Me asomé al hombro de Alina y miré la puerta abierta detrás de ella.

Desde la distancia, el cuerpo de Leonard yacía visible en el centro del pasillo.

Al verlo, no pude evitar estremecerme.

Alina siguió gritando algo, pero no pude entender qué era.

«Ve a echar un vistazo». Rufus me dio un codazo con un suspiro.

Con un lúgubre movimiento de cabeza, me adelanté.

El cuerpo de Leonard estaba rodeado de flores y velas blancas encendidas. Si no me fijara bien, pensaría que dormía plácidamente.

Una desesperación extrema me envolvió de repente. Pero ni una sola lágrima se formó en mis ojos secos.

De la nada, una suave brisa me rozó la cara, trayendo consigo el tentador aroma de la gardenia, la flor favorita de Leonard de todos los tiempos.

Debido al aroma familiar, imaginé que Leonard seguía allí, de pie detrás de mí y esperando a que me diera la vuelta.

Mis labios no pudieron evitar temblar mientras hacía todo lo posible por reprimir el sollozo que intentaba escapar de mi garganta.

Me dolía. Sentía como si algo me atravesara literalmente el corazón.

Cada vez estaba más cerca de él. Pero al subir las escaleras, algo me apartó.

Era Alina.

Me miró con ojos rojos y gritó con voz aguda: «¡Aléjate de mi padre!».

Mientras hablaba, estiró la mano e intentó agarrarme como si fuera a destrozarme allí mismo.

Afortunadamente, Rufus la detuvo a tiempo y le dio un severo sermón: «Te perdonaré esta vez porque tu padre acaba de fallecer. Pero si te atreves a volver a intentar hacerle daño a Sylvia, no te perdonaré».

Rufus arrojó a Alina a las escaleras. El velo negro que cubría su cabeza cayó, revelando su rostro que se arrugó de rabia. Se rió agriamente y declaró: «Príncipe Rufus, ¿va a castigarme? ¿Qué he hecho mal? ¿Te estás confabulando contra mí ahora que mi padre se ha ido?».

Rufus contuvo su impaciencia y respiró hondo. Su rostro era indiferente y sus ojos fríos como el hielo. Lanzó una mirada penetrante a Alina y pronunció: «Sólo tengo una pregunta para ti. ¿Por qué no dejas que nadie vea el cadáver de Leonard? Ni siquiera al forense se le permite acercarse. ¿De qué tienes miedo? Leonard es el Alfa. Debemos encontrar la verdad detrás de su muerte».

Al oír lo que dijo Rufus, Alina se levantó lentamente del suelo. Se quitó el velo negro y le sonrió. «Bueno, ya que quieres saber la verdad, entonces déjame decírtela».

Luego levantó la mano e hizo una señal a los soldados de la puerta. Varias tropas llegaron en seguida portando un cadáver masculino adulto. Su pelo oscuro había perdido brillo y el cadáver se había puesto rígido.

Probablemente se trataba del prometido de Alina, Chet. Rufus me dijo que lo había conocido en el despacho de Leonard hacía unos días.

A Rufus le pareció un joven decente, reservado e inteligente. Era un hombre con un gran potencial y un brillante futuro por delante. Para ser sincero, era un buen partido para Alina.

Qué lástima que tuviera una muerte miserable.

Los soldados trajeron una bandeja en la que había una daga ensangrentada.

«El asesino y el arma están aquí. Puedes investigarlos como quieras». Tras decir eso, Alina me miró con el ceño fruncido.

Rufus me tranquilizó antes de acercarse al cadáver para inspeccionarlo. Tras una rápida comprobación, me miró con seriedad.

«He podido percibir el olor de Noreen en el cadáver».

Fruncí los labios y cogí la daga, sólo para descubrir que también tenía un leve rastro del olor de Noreen.

De repente, me di cuenta de algo. Cuando estaban en el bosque, los soldados se vieron afectados por el humo blanco y se atacaron entre ellos.

No había duda de que Noreen era la autora intelectual de todo aquello.

En este caso, ¿podría haber sido Noreen quien manipuló a Chet para que matara a Leonard?

Pensando en esto, mi odio hacia Noreen subió al máximo.

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