El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Capítulo 412

Capítulo 412:

El punto de vista de Sylvia

«¿Pero por qué Leonard no sabía nada de esto?». Preguntó Rufus con curiosidad. «Edwin y Leonard siempre están juntos. Creo que será una tarea difícil para Edwin ocultarle algo».

«Tienes razón». Incliné la cabeza y contemplé esto durante un rato. «Leonard es un hombre tan recto. Sus hombres también deben tener los mismos valores que él».

Pero toda regla tenía una excepción. ¿Quién podía garantizar que Edwin fuera un hombre honesto?

Volví a hilar el relato en mi mente. En mi corazón, ya había pintado a Edwin como un hombre que había abandonado a su mujer y a su hija.

«Creo que Leonard no sabe nada de esto. Dado su carácter, si lo supiera, desde luego no lo ocultaría ni mentiría, y mucho menos montaría un número tan perfecto hoy delante de nosotros», analizó Rufus con calma.

Resoplé. «Eso significa que Edwin salía en secreto con mi madre a espaldas de Leonard».

«Eso es posible». Rufus asintió. Luego frunció las cejas y preguntó: «¿Qué vas a hacer ahora? ¿Vas a hablar con Edwin?».

De repente me quedé helada. Recordé que, cuando era niña, todos los niños de la manada ridiculizaban a mi madre tachándola de perra abandonada por un hombre. Sentí como si esa difícil etapa hubiera tenido lugar ayer mismo.

Para una familia normal, el nacimiento de un hijo se consideraba una bendición feliz. Pero para mi madre, mi nacimiento sólo la convirtió en el blanco de interminables burlas.

A pesar de ello, me dio el doble de amor, cumpliendo con la parte que también debería haber correspondido a mi padre.

Al recordar la evasiva de Edwin de esta tarde, mi corazón se apretó dolorosamente.

Finalmente, sacudí la cabeza y dije: «No».

Rufus me cogió la cara con las manos y me miró con ternura. «¿Qué te pasa? Si no quieres darle a Edwin la posición de tu padre, no hace falta que lo hagas. Nunca contribuyó a criarte durante tu infancia, ni te dio amor. Tampoco lo necesitas en el futuro».

Hice un mohín. «Rufus, ¿sabes qué? Me parezco mucho a mi madre».

«Lo sé. La había visto una vez en una ceremonia de celebración del imperio cuando era niña. Tus ojos se parecen mucho a los de ella», dijo con dulzura mientras sus dedos me rozaban suavemente los ojos.

En ese momento, me sentí fatal. Había imaginado numerosas posibilidades, pero nunca había pensado que acabaría con este tipo de resultado.

Resultó que mi padre no esperaba mi existencia.

«Como has visto, Edwin me confundió con mi madre, lo que significa que aún no la ha olvidado. Y no se sorprendió precisamente cuando me vio. Quiero decir… es como si ya supiera de mi existencia, y simplemente se sorprendió al verme aquí, en el palacio real. Por lo tanto, podemos asumir con seguridad que probablemente sabía que mi madre había dado a luz a su hijo. Pero cuando me vio, no mostró ninguna felicidad. En lugar de eso, hizo todo lo posible por esquivar todas las preguntas -dije en voz baja. Finalmente, me reí sin gracia. «Probablemente mi aparición le pilló desprevenido».

Rufus suspiró y me besó en la frente. «Cariño no pienses más en eso. No gastes tu energía pensando en alguien a quien no le importas».

«Esos niños tenían razón desde el principio. Mi padre no nos quería ni a mi madre ni a mí». Mis labios se curvaron en una sonrisa amarga y la tristeza envolvió mi corazón.

Rufus me rodeó con sus brazos y me consoló: «Te quiero, Sylvia. Los demás no importan».

Su confesión de amor me calentó el corazón. Le toqué la barbilla y sonreí. «Sí, te tengo a ti. Ya no estoy triste».

Rufus bajó la cabeza y me besó en los labios. Preguntó con voz suave: «¿Quieres que te ayude a investigar lo que pasó entonces?».

Dudé un momento, pero seguí negándome. «Quiero hacerlo yo misma. Edwin debe saberlo. Le preguntaré personalmente por qué abandonó a mi madre».

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