El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Capítulo 219

Capítulo 219:

El punto de vista de Sylvia

Justo cuando la puerta del instituto estaba a punto de cerrarse por la noche, Rufus me cogió de la mano y me acompañó de vuelta al dormitorio.

«Vete ya. Llámame si pasa algo». Rufus me dio un beso en la frente y se despidió de mí.

«Vale». Le solté la mano de mala gana y entré en el edificio, mirándole de vez en cuando.

Al poco de llegar, Flora entró corriendo.

«¡Sylvia!», gritó sin aliento. «Tengo una idea. Creo que sé cómo evitar que los rumores se extiendan por Internet».

«¿Qué? ¿Cómo?» Me quedé estupefacta. ¿Qué demonios podía estar pasando por su cabeza?

A Flora se le iluminan los ojos. Entonces se acercó a mí y me cogió la mano, acariciándola como si fuera una loba anciana hablando con su nieta. «Lo siento, pero tengo que guardar el secreto. Lo sabrás mañana».

No sabía si echarme a llorar o a reír. «Dímelo o no podré dormir esta noche».

Flora negó con la cabeza. «Tranquila. Lo sabrás cuando llegue el momento. Todo se desarrollará a su debido tiempo».

«¡Dímelo!» La curiosidad me estaba matando. Cuanto más se negaba a decírmelo, más quería saberlo.

Flora se tapó los oídos y esquivó mi avance. «No, no, no».

La molesté durante un buen rato, pero era testaruda, así que al final me rendí.

Se retiró a ducharse y, minutos después de cerrar la puerta del baño, oí unos cantos apasionados procedentes del interior. Suspiré, esperando que sus brillantes planes no me asustaran mañana.

Al día siguiente, antes del amanecer, Flora me sacó bruscamente de la cama. Tras despertarme bruscamente, miré el reloj de la mesilla de noche y vi que sólo eran las tres y media. ¿Pero qué…? ¿Estaba loca?

«Tengo mucho sueño. Déjame dormir un poco más». La aparté de un empujón y me volví a meter en la cama.

«¡Levántate! Vamos al ejercicio matutino». Flora me sacó de la cama una vez más y me limpió la cara con una toalla húmeda. «¡Muy bien! Ahora tienes la cara limpia. Ve a cambiarte de ropa».

La toalla mojada me despejó y miré a Flora, que estaba muy animada. Confundida, le dije: «El ejercicio de la mañana no es hasta las cinco. Normalmente nos levantamos a las cuatro y media y nos apañamos perfectamente».

«Tenemos que deshacernos de ese mal hábito, a partir de hoy. Ahora, ve a cambiarte». Flora me empujó hacia el vestuario.

No tuve más remedio que ponerme el uniforme del colegio y seguirla hasta el patio para esperar a que empezara el ejercicio de la mañana.

Me froté los ojos y apoyé la cabeza en el hombro de Flora. Bostezando ruidosamente, pregunté: «¿Por qué estás tan excitada hoy?».

Flora ignoró mi pregunta y ajustó su postura para que me sintiera más cómoda. Luego empezó a tararear una melodía alegre. Estaba claro que estaba de buen humor.

A medida que pasaban los minutos, iban apareciendo más y más hombres lobo. Pronto llegaron las lobas que vinieron a intimidarnos ayer. Me miraron con maldad y hablaron en voz alta y arrogante.

«¿Qué demonios hace aquí una zorra como tú? No necesitas ir a la escuela. Es mejor que aprendas más sobre cómo seducir a los hombres».

«Con razón olí tu hedor esta mañana».

«Supongo que anoche volvió a salir con un hombre. ¡Mírala! Parece que apenas durmió».

«¡No sé por qué la escuela tolera a una loba tan zorra!»

Simplemente los ignoré. No quería que mi humor se viera influenciado por escorias buenas para nada.

«Estúpidas zorras», maldijo Flora con desdén y me alejó de la multitud.

Miré a Flora sorprendida. ¿Por qué estaba tan tranquila hoy? No era tan impulsiva como ayer.

No pude evitar pensar en la mirada misteriosa de Flora la noche anterior. La curiosidad volvió a aflorar en mi corazón.

Después del ejercicio de la mañana, Blair dijo unas palabras como de costumbre y concluyó el evento.

«¡Espera! ¡Hay algo que tengo que decir!» La mano de Flora se levantó de repente y corrió ágilmente hacia la plataforma.

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