El amor del billonario
Capítulo 49

Capítulo 49:

Alissa en cuanto llegamos a casa, ni Eric ni yo hablamos palabra con nadie. Lo único que hizo fue abrir su nevera, sacó una botella de vino y empezó a bebérsela. Puedo entender que esté enfadado, pero no es sano. No quiero verle triste, pero ahora mismo no puedo hacer nada. Voy a la habitación y me pongo el traje de noche. Eric tiene algo de mi ropa por si la necesito, como ahora mismo. Vi que tenía las piernas sobre la mesa y estaba sentado en el sofá bebiendo su vino. La televisión estaba encendida pero en silencio. Me senté a su lado, cogí el mando y lo apagué.

Dejó escapar un largo suspiro por la nariz y me cogió la mano. Me frotó los nudillos y permanecimos en silencio durante un minuto.

«Háblame», le dije, «todo es un desastre. Soy un desastre. Estoy tan enfadada con ellos que no puedo hablarles sin levantar la voz. No entienden por lo que me han hecho pasar. Sí, admito que fui un gilipollas y lo sigo siendo. Pero lo que hicieron no estuvo bien. Nunca lo ha estado, nunca lo estará» dijo.

«Para ser honesto, sigues siendo un poco gilipollas» dije siendo honesto pero manteniendo una sonrisa en mi cara.

«Sí, lo sé»

«Y agresivo» dije «Si»

«Y malhumorado» dije «Si»

«Y un gilipollas» le dije «Aun así me quieres» me dijo besándome la mejilla y yo solté una risita.

«Eres mi gilipollas» le dije.

Puso su mano alrededor de mi cintura y me colmó de besos. Yo solté una risita y él sólo se rió. Después de un momento los dos volvimos a la normalidad y esta vez le miré seriamente.

«Hazlo por mi» le dije «Lo he intentado y ya ves la conclusión» dijo poniéndose a la defensiva pero yo se como controlarlo.

«Por favor. Si me quieres. Solo una vez mas. Y ya esta. Te lo prometo. Sólo un intento más y estará hecho» le dije convenciéndole y poniendo cara de cachorrito.

«Sabes que no puedo resistirme a esa cara» dijo y yo me alegré por fin haberlo conseguido.

Una semana después significa sábado. Eric dijo que visitaríamos a sus padres el sábado porque teníamos trabajo urgente en la oficina. Así que me pareció bien mientras él lo hiciera. Estábamos de camino a casa de sus padres y Eric estaba recitando lo que tenía que decirles. Le dije algunas frases, como por ejemplo cómo puede empezar una buena conversación. Sé que suena estúpido, pero era lo menos que podía hacer con este chico.

Estábamos en la puerta de su casa y me disponía a llamar al timbre cuando Eric me detuvo de repente.

«¡¡¡Espera!!!» Dijo.

«¿Qué ha pasado?» Le pregunté.

«¿Podemos practicar una vez más?». Me miró como un niño de cinco años pidiéndole a su mamá que le hiciera practicar para la obra una vez más.

Pero antes de que pudiera acceder, la puerta se abrió de golpe. Era Cassandra. Nos miró y dijo «Sabía que erais vosotros» Nos abrazó y nos llevó dentro.

«Un segundo intento» preguntó.

«Sí, me costó mucho convencerla», le dije.

«Estoy segura» dijo riendo.

Eric estaba empezando y finalmente nos sentamos en el sofá. Unos minutos después Josephine apareció bajando las escaleras. Nos miro pero su cara estaba en blanco. Nosotros la miramos a ella. Y Richard la siguió de cerca. Todos nos levantamos y Josephine se acercó a mí y me dio un abrazo. Me gustaría poder decir todas las cosas pero sería muy tonto. Nos sentamos todos en el sofá y se hizo un silencio muy incómodo. Todos intentaban pensar qué decir hasta que Richard habló.

«Lo siento, hijo». Parecía que la voz se le iba a quebrar en cualquier momento.

Eric le miró. Su cara estaba roja como si fuera a llorar también.

«Yo también lo siento» dijo Josephine.

«No tienes por qué sentirlo. Después de todo, eres humano. Todos cometemos errores», dijo Eric con la voz un poco temblorosa.

Las líneas eran mías por cierto. Las que estaba practicando como si tuviera que hablar durante 15 minutos.

Josephine y Richard tenían lágrimas en los ojos, como si realmente se sintieran culpables de lo que habían hecho. Me alegro de que todos se hayan dado cuenta de sus errores.

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