El amor del billonario -
Capítulo 27
Capítulo 27:
Alissa entró por la puerta y estaba preparando el discurso que tenía que decirle a Jade. Jade nunca ha sido muy buena escuchando y Alissa nunca ha sido muy buena contando historias. Así que a Alissa le resultaba difícil desenvolverse en esta situación. No quería estropear su buen humor discutiendo con Jade, pero era importante hablar con ella porque era su hermana y Alissa siempre la quería bien.
Subió las escaleras dando pasos ligeros. Llegó lentamente a la habitación de Jade y respiró hondo. No estaba preparada para aquello. Giró el pomo de la puerta y entró con una pequeña sonrisa en la cara, pero no duró mucho al ver a Jade en un estado que horrorizó a Alissa.
Alissa se tapó la boca porque lo que veía era algo increíble. Nunca había esperado algo así de Jade. Las lágrimas se acumulaban a los lados de los ojos de Alissa, pero se esforzaba por no dejar que esas lágrimas cayeran por sus mejillas. La respiración de Alissa se hizo más pesada. Se controló, pero le sorprendió que Jade aún no se hubiera percatado de su presencia.
Qué ganas tenía Alissa de castigar a Jade por aquello, pero le daba vergüenza mirar aquellos dos cuerpos en la cama, tumbados y… aunque no puede decir más. ¿Dónde se perdió Alissa para disciplinar a Jade? Miró a Jade que estaba tumbada en la cama con los ojos cerrados y el chico se reía. Los ojos de Alissa se pusieron rojos de ira.
«¡¡¡Para!!!» Alissa gritó con todas sus fuerzas.
La furia era visible en su voz pero lo que era más visible era su dolor. Ambas se levantaron rápidamente de la cama y Jade la miró con horror, culpa y… conmoción.
«Fuera» dijo Alissa con furia y aquel chico salió corriendo en una fracción de segundo.
Jade miró hacia abajo y su cara ardía de vergüenza. Alissa apretó los dientes y dijo «Ponte un poco decente y baja. Quiero hablar contigo».
Jade tragó saliva y asintió. Alissa salió de la habitación y bajó a sentarse en el sofá. Temblaba de rabia. Pensaba en lo que habrían hecho sus padres si estuvieran vivos y la hubieran pillado en ese estado. Alissa pensaba en el millon de razones que habria detras de todo esto.
Como si alguien la estuviera chantajeando…
¿Está deprimida?
Alissa sacudió la cabeza y despejó todos los pensamientos de su mente. Estaba muy enfadada. Pero sabía que tenía que manejar la situación con calma y madurez. Gritar y vociferar no serviría de nada ahora mismo. Se recostó en el sofá y apoyó la cabeza en las manos. Se masajeaba la sien. Jade se estaba tomando demasiado tiempo, pero era comprensible, porque debía de estar llorando o preparando su discurso.
Pronto, Alissa oyó a Jade bajar las escaleras. Alissa cantaba en voz baja: «Tranquila, tranquila, tranquila».
Jade parecía muy frágil y nerviosa. Alissa la miró y Jade supo que no sería fácil. Alissa se levantó del sofá y le hizo un gesto para que se sentara. Jade se sentó en el sofá y Alissa se cruzó de brazos. Jade parpadeaba continuamente para controlar las lágrimas y se mordía los labios. Alissa respiró hondo y empezó.
«¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha hecho hacer eso?». Jade la miró y luego al suelo.
«Jade contéstame porque no quiero perder los nervios» Pocas lágrimas rodaron por la mejilla de Jade.
«Yo-yo estaba… O-en… Él me d…d…» Sollozó con fuerza.
«¿Qué?» Preguntó Alissa.
«¿Qué te dio?… Jade, por favor, dímelo» dijo Alissa con voz suave.
«Droga…» Ella sollozó con más fuerza. Los ojos de Alissa se abrieron de par en par.
Ahora estaba fuera de control. Quería romperlo todo. Pero, primero quería matar a ese chico. Qué ganas tenía de matarlo. Alissa vio a Jade llorando y rápidamente la cogió en brazos.
«¿Cómo sucedió todo?» Dijo Alissa.
Después de llorar un poco más, Jade empezó.
«¿Recuerdas cuando llegaste de la oficina y me viste hablando con alguien por teléfono y te dije que era mi amigo? En realidad, sólo era este chico. Se llama Zack. Cuando mi profesor vino a casa también estaba con él. Lo que fue bastante raro. Como, obviamente no puedes traerlo a nuestra casa mientras me estás enseñando. Todo el tiempo se quedó mirándome. Cuando terminé de estudiar y todo eso, el profesor me dijo que era su vecino y que sus padres se habían ido a algún sitio y que volverían tarde a casa y le habían pedido a mi profesor que se ocupara de él, así que lo trajo aquí porque no podía perderse la clase. Me lo presentó. La verdad es que los dos nos llevamos bastante bien. Pronto intercambiamos nuestros números. Ambos solíamos hablar por mensajes de texto… mucho en realidad. Empezó a darme pistas de que le gustaba y todo eso. Entonces un día vino a nuestra puerta. Abrí la puerta y estaba allí, sonriéndome. Le dejé entrar y, para ser sincera, me alegré mucho de verle. Entonces me dijo que quería decirme algo y finalmente lo hizo y me dijo que me quería. Yo estaba confusa pero me sentí feliz de oír eso. Le dije que sí. Después vino todos los días y pensé en decírtelo, pero nunca tuve tiempo de hacerlo. Un día vino con bebidas frías y todo. No sé cuándo puso las pastillas dentro de la bebida fría e hizo tantas cosas. Yo intentaba defenderme, pero veía borroso y mi cuerpo se sentía débil. Entonces empezó a chantajearme con que le diría a todo el mundo qué clase de chica soy. Incluso hizo una captura de pantalla de cada conversación que tuvimos en nuestros móviles. Y hoy ha vuelto a venir… todo ha sido forzado».
Jade rompió a llorar. Alissa la abrazó y le dijo que todo iba a salir bien.
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