El amor comenzó con el primer encuentro
Capítulo 555

Capítulo 555:

Becky tiró el móvil a un lado, sobre el asiento, y arrancó el coche, alejándose del restaurante. Pensó: «Brian, una vez me perseguiste y fuiste tras de mí con tanta dedicación, ¿Cómo puedes retroceder ahora a tu antojo?».

Mientras seguía pisando el acelerador, el roadster azul real desapareció al final de la carretera rápidamente. Dejó tras de sí polvo y un fuerte rugido mientras alejaba el dolor.

Tras la comida, Brian y Molly se dirigieron directamente al Gran Casino Nocturno.

A Jason no le sorprendió volver a ver a Molly en el Grand Night Casino. Sin embargo, inesperadamente, se encontraron con Lily, que había sido trasladada desde el vestíbulo del primer piso hasta la planta VIP. Lily se sorprendió tanto al ver a Molly que no supo cómo reaccionar.

Al ver que Brian hablaba con Jason delante de ellos, Lily miró a Molly y le preguntó con curiosidad: «Molly, ahora eres…». Mientras decía eso, su dedo señalaba a Molly y luego a Brian, de un lado a otro, con asombro.

«Yo…» Molly no sabía cómo responder a la pregunta de Lily. Pensó con cierta vergüenza: «¿Soy un juguete? ¿La madre de su hijo? ¿La esposa temporal?

«¡Pues sí, es mi mujer!», dijo Brian, que estaba hablando de negocios con Jason, pero de repente volvió la cabeza para mirar a Lily.

Todos los que oyeron su sencilla presentación se quedaron estupefactos. Lily no creía que Brian hubiera oído lo que dijo, pues lo preguntó en un tono muy suave, ni tampoco esperaba que diera una respuesta tan sorprendente. Molly tampoco sabía cómo reaccionar en aquel momento. Al ver que, tras pronunciar las palabras, Brian volvía la cabeza hacia atrás y seguía hablando con Jason, Molly se sintió ligeramente molesta por su torpe reacción. Pensó: «En realidad, su supuesta esposa no es más que un juguete o la madre de su hijo».

Sin embargo, a pesar del shock inicial, Lily estaba ahora entusiasmada con la respuesta de Brian.

Tras hacerle algunas preguntas a Molly, se sintió feliz por ella. Pero ahora Molly no estaba tan contenta como ella. Intentaba responder a las preguntas de Lily con una sonrisa pegajosa mientras miraba a Brian, sin darse cuenta, cada dos por tres. A medida que pasaba el tiempo, sentía una creciente sensación de desaliento en su corazón.

Cuando salieron del Gran Casino Nocturno, Brian llevó a Molly a recoger a Mark al colegio. Por el camino, Molly no parecía estar de humor para hablar. Brian frunció el ceño en silencio al percibir la incomodidad, pero no le preguntó por qué.

Se estaban acostumbrando a ese silencio entre ellos. Ninguno de los dos dijo una palabra, aunque ambos estaban cada vez más alterados y agitados, lo que les estaba volviendo locos. Molly sentía que estaba pasando por muchos cambios de humor desde hacía unos días. Aún no podía manejar bien sus emociones. Su corazón estaba lleno de sentimientos abrumadores, como tristeza, expectativas, felicidad e incluso pena.

«Aquí todo está bien organizado. Mañana iremos a la isla QY», dijo Brian, intentando romper el silencio. Odiaba a Molly por darle tantas vueltas a las cosas ella sola.

«Hmmm», respondió Molly obedientemente, sin decir nada sustancial mientras miraba a Brian.

Brian puso cara larga. Mientras aparcaba el coche, miró a Molly con sus ojos profundos y le preguntó: «¿En qué estás pensando?».

Molly giró la cabeza para mirarle, frunció los labios, sacudió la cabeza y dijo: «Bueno, no es nada, realmente nada… Sólo estoy un poco cansada…».

Al oír aquello, Brian frunció el ceño. Molesto por su reacción y su actitud, no se molestó en hacer más preguntas.

Ambos mantuvieron el silencio hasta que acabaron las clases. Evidentemente, Mark estaba bastante contento hoy. Nada más subir al coche, gritó: «¡Papá Brian, mamá!».

«¿Te lo has pasado bien hoy?». Parecía que Molly había mejorado mucho su humor en cuanto vio a Mark. Semejante contraste incomodó aún más a Brian. Ahora estaba empezando a sentir celos de su propio hijo.

«Mamá, hoy he aprendido mucho de la Señorita Ling en la escuela. Me ha prestado una atención especial mientras me enseñaba. Me gusta mucho». Mark no podía estar más contento. Los hoyuelos a ambos lados de sus mejillas se hicieron más profundos y atractivos gracias a su brillante sonrisa. Dijo: «La Señora Ling me ha dicho que viene a dar clase a nuestra escuela porque el nieto del hijo mayor del marido del hermano de la madre de su marido está en la misma clase que yo, ¡Pero no sé quién es!».

Mientras decía eso, los grandes ojos de Mark parpadeaban con curiosidad. Aunque aún no podía hablar con fluidez, sus pensamientos eran muy claros. Al terminar de decir eso, inclinó la cabeza, como si estuviera pensando en quién era ese compañero de clase.

Al oír lo que dijo Mark, los ojos de Brian se volvieron profundos, mientras que la mente de Molly seguía dándole vueltas a los largos lazos familiares que Mark acababa de mencionar. Al final, frunció el ceño y pensó seriamente, confundida.

Inconscientemente, Brian esbozó una leve sonrisa en sus finos labios. Mark no pensó en aquella pregunta durante mucho tiempo. En lugar de eso, habló de lo que había ocurrido hoy en la escuela. Molly aún no lo había aclarado, ahora estaba más confusa por el monólogo de Mark.

Brian arrancó el coche y salió por la puerta del colegio. El hueco del coche se llenó con la risa alegre de Mark. Al ver que bailaba de alegría, Molly se sintió muy contenta, dejando atrás al instante su estado de ánimo sombrío. Era feliz si Mark era feliz.

Al ver que el Benz negro salía del recinto de la escuela, Shirley puso cara de tristeza. Murmuró para sí: «¿Cuándo podré presentarme a Mark como su abuela?».

«¡El Señor Brian Long llevará mañana a la Señorita Xia a la Isla QY!» oyó que alguien hablaba detrás de ella de repente. Shirley no pudo evitar que se le viera el blanco de los ojos. Se dio la vuelta lentamente y dijo: «Bueno, ¿No puedes estar tan callada como un fantasma?».

«¡Vale, la próxima vez me aseguraré de hacer algo de ruido para anunciar mi llegada!» dijo Antonio. «Señora, creo que Brian sabe que estás aquí…».

«¿Cómo es posible que lo sepa?»

«Según el temperamento del Señor Brian Long», dijo Antonio, sumido en sus pensamientos, «no puede ir a la isla QY con seguridad a menos que sepa que su familia está aquí».

Al oír aquello, Shirley frunció el ceño. Mirando el coche que se marchaba, murmuró para sí: «¡Entonces, cuánto he perdido por ser misteriosa aquí!».

Mientras Shirley, presa de la tristeza, regresaba al hotel, Brian llamó a Richie.

«Estoy preocupado por Shirley y Mark en A City», dijo Brian con calma, como si no tuviera nada que ver con ellos. «¡No pasa nada si no te preocupas!».

Sentado en la cafetería del hotel, Richie miró por la ventana con ojos profundos y experimentados, viendo cómo un coche aparcaba lentamente en el aparcamiento del hotel. Dijo en tono indiferente: «Esta vez quizá no seas el único objetivo. El parlamento estará reunido en la Isla del Dragón. Halcón dice que últimamente todo el mundo se siente inquieto».

Al oír aquello, Brian frunció ligeramente el ceño. Pensó que esta vez los incidentes habían sido organizados por personas contrarias a la autoridad imperial de la Familia Long. Ahora que Richie también se lo recordaba, temía que no se pudiera subestimar el poder del adversario.

«Estaré atento», dijo Brian con bastante calma, «Mientras no ocurra nada en la Isla QY, creo que Eric podrá hacer frente a esa gente». respondió Richie, sin hacer ningún comentario sobre sus capacidades.

«Richie… ¿Por qué estás aquí?»

A través del teléfono llegó la voz de Shirley, que parecía bastante sorprendida. Al oírlo, Brian enarcó las cejas. Luego oyó decir a Richie: «Vigilaré aquí, pero sólo la seguridad. No participaré en nada más».

«¡Hmmm!» contestó Brian. Luego estaba a punto de colgar el teléfono cuando oyó indistintamente la voz de Shirley al teléfono…

Shirley preguntó: «Bueno, ¿Con quién hablas por teléfono?».

Richie respondió: «¡Bri!».

Con una sonrisa formándose en la comisura de sus labios, Brian podía imaginarse ahora la expresión de Shirley. Debía de estar helada. Entonces Richie se vería agobiado por sus interminables regaños.

.

.

.