Capítulo 356:

Molly se atragantó al oír la voz grave y magnética de Brian.

Sus ojos se enrojecieron en un instante, se le secó un poco la nariz y le temblaron los labios.

Parpadeó para evitar que se le saltaran las lágrimas.

Brian abrazó a Molly con fuerza. Nunca había pensado que él, que siempre había sido tan distante y distanciado, se emocionaría tanto al oír que Molly le llamaba «Bri». El corazón pareció salírsele del pecho en aquel momento. Abrumado por la emoción, dijo: «Mol, llámame otra vez, ¿Quieres?».

Molly tocó la herida de Brian, pero su herida no era tan grave, o no lo bastante grave como para estimularla a hablar. Por lo tanto, si Brian quería hacerla hablar, debería producir algo lo bastante grave como para estimularla a hablar.

Cuando vio la sangre en sus dedos, habló en un momento de preocupación. Para su sorpresa, lo primero que dijo fue su nombre. Cuando oyó su voz, le pareció oír el sonido más hermoso del mundo. Al darse cuenta, empezó a pensar: «¿Desde cuándo me preocupo tanto por ella?».

Molly parpadeó mientras le temblaba la boca, intentando no llorar. Susurró con voz ronca: «Bri…».

El corazón de Brian se agitó aún más cuando volvió a oír su nombre en un susurro bajo. Una sonrisa se formó lentamente en su rostro. Su sonrisa era tan genuina que parecía congelarse en el tiempo, lo cual era algo bastante difícil de olvidar.

Brian pensó que estaba intentando hacerla hablar, sólo porque quería cumplir la promesa que le había hecho. Pero en aquel momento, sin embargo, descubrió que realmente deseaba que ella hablara no sólo por alguna promesa.

«Bri…» Molly finalmente no pudo evitar llorar. Sus lágrimas empaparon la camisa de Brian. Aunque aún tenía la voz un poco ronca, dijo contenta: «Bri, puedo… Ya puedo hablar».

«Sí, ahora puedes hablar». Brian respondió rápidamente mientras sus ojos se hacían más profundos y se podía ver cierta alegría oculta en su mirada.

Molly resopló mientras reía y lloraba desconsoladamente. Un sentimiento abrumador de excitación, felicidad y alegría la recorrió. Molly no pudo evitar inclinarse hacia Brian e instintivamente le rodeó con los brazos. Sin embargo, cuando se acercó a él, descubrió que su herida acababa de abrirse porque ella había aplicado demasiada fuerza.

Molly se levantó y miró el hombro izquierdo de Brian con lágrimas, y dijo ansiosa: «Tu hombro…».

«Estoy bien». Las lágrimas de Molly mojaron sus ojos. Brian miró a Molly cariñosamente y luego la besó suavemente en el ojo. Cuando saboreó las lágrimas saladas de Molly, sintió que su corazón casi dejaba de latir.

Molly, ¿Cómo puedes controlar mis emociones tan fácilmente?

Brian cerró lentamente los ojos y besó los labios de Molly con sus finos labios. Molly no dijo nada y no se resistió. Su corazón tembló cuando sus labios se tocaron. Pensó: «Ya que no puedo rechazarle, ¿Por qué no disfruto de este momento?

Con emociones complejas, las dos personas que buscaban una sensación de seguridad y paz, se enredaron y se perdieron en la ternura de la otra.

En Sunset Town Tras el examen rutinario de Sharon, el médico dejó a la familia sola en su habitación.

Daniel había estado callado desde que vivía en la granja. Era día festivo y no tenía nada que hacer. Afortunadamente, había muchos libros en la casa. Así que, aparte de cuidar de Sharon y preocuparse por Molly, dejó pasar el tiempo leyendo libros todos los días.

Steven estaba sentado en el sofá con un cigarrillo a medio quemar en la mano. La ceniza blanquecina del cigarrillo parecía tan frágil como si fuera a caerse en cualquier momento.

Al cabo de un rato, el cigarrillo estaba ya más que medio quemado antes de que Steven se acordara de apagarlo en el cenicero. Miró a Daniel, que estaba leyendo tranquilamente, y salió de la habitación con gesto serio.

Daniel desvió la mirada del libro hacia Steven con un evidente resentimiento en los ojos. En su joven rostro se dibujaba una cólera indisimulada al contemplar la figura de Steven que desaparecía.

Trajeron a su familia aquí cuando su madre enfermó por una razón que nadie les había contado. Éste era un gran lugar. Aquí eran libres de hacer lo que quisieran; sin embargo, no se les permitía salir de la granja ni comunicarse con nadie del exterior. De este modo, estaban aislados del mundo exterior. En resumen, estaban bajo arresto domiciliario.

Cuanto más pensaba Daniel en ello, más se enfadaba. Entonces no pudo evitar dejar el libro y salió de la habitación para ponerse al día con Steven.

Al ver que Daniel salía con cara de enfado, Steven frunció el ceño y preguntó: «¿Qué te pasa?».

«¿Cuánto tiempo más vamos a quedarnos aquí?» preguntó Daniel, apretando los dientes.

Steven se limitó a negar con la cabeza, indicando que no lo sabía. De hecho, estaba muy ansioso, porque no tenía ni idea de lo que ocurría en el mundo exterior. Le preocupaba que el plan en el que había trabajado durante años no tuviera éxito. No quería estropearlo y que todo se echara a perder.

«Papá, ¿Has…?» preguntó Daniel bruscamente.

«¿Qué?»

«¿Te has vuelto a liar con alguien? Quiero decir, ¿Le has traído problemas a Molly?». Daniel miró furioso a Steven y añadió: «¿Nos retienen aquí en la granja para chantajearla?».

«¿Quién te lo ha dicho?» preguntó Steven sorprendido.

«¡Hmm!» dijo Daniel-, ya no soy un niño. Soy lo bastante mayor para saber lo que está pasando».

Steven miró a su hijo, que estaba totalmente descontento con él, pero estaba decidido a no explicarle nada.

«Papá, ¿Te sigue importando lo que pasó entonces?». Daniel hizo la pregunta aunque ya sabía la respuesta. «¿No puedes olvidarlo después de tantos años? ¿Tienes que sacrificar a mi hermana para redimir tu reputación?».

«¡Daniel!» dijo Steven enfadado, «eres un niño. No sabes nada».

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