Capítulo 26:

«¿Qué haces?» Molly Xia se sobresaltó al ver que el atractivo rostro de Brian se acercaba cada vez más al suyo. Instintivamente, movió el cuerpo hacia atrás en el sofá, pero el reposabrazos de éste le impidió alejarse más. Ya no tenía forma de retroceder.

Brian no se detuvo hasta que su nariz casi rozó la de ella. Una sonrisa malvada se dibujó en la comisura de sus labios mientras miraba profundamente la cara de sorpresa de Molly. Una pizca de picardía brilló en su frío rostro, pero desapareció en un minuto.

Podían oír la respiración del otro y la suya propia porque sus rostros estaban muy cerca. Molly estaba muy nerviosa y su corazón latía con rapidez.

Brian no dijo nada. Miró profundamente los ojos de Molly, llenos de pánico y miedo. No quería admitirlo, pero en el fondo de su corazón había empezado a aflorar un sentimiento de afecto imperceptible.

El aroma de su cuerpo y la fragancia a menta de su aftershave llenaron la nariz de Molly. Aturdida, se olvidó de hacer cualquier reacción, ni siquiera de repelerle en aquel momento. La intensa mirada de Brian hizo que su corazón palpitara de repente, como si fuera a dejar de latir en cualquier momento.

A Molly le resultaba muy familiar el olor de Brian. Había perdido el sentido aquella noche en que se acostó con él a causa de la dr%ga. Pero sin saber por qué, recordaba perfectamente el olor de su cuerpo.

«¡No me gustan las mujeres desobedientes!»

La fría voz de Brian interrumpió los pensamientos de Molly. Por fin volvió en sí y, por reflejo, puso su primera mano en el pecho de Brian para apartarlo.

Sin embargo, el cuerpo del hombre pesaba como una roca. Por mucho que lo empujara, el hombre no se movía ni un milímetro. Y lo que es peor, al forcejear y empujar con demasiada violencia, su nariz tocó accidentalmente los finos labios de él…

Brian entrecerró ligeramente los ojos que cubrían su mirada fría y p$netrante. Entonces, de repente, levantó la mano y agarró con fuerza la barbilla de Molly. «Hmm…» Molly soltó un gemido bajo al sentirse herida por su agarre. Una luz cruel parpadeó en los ojos de Brian. Se burló y dijo lentamente: «Aunque quieras rebelarte y luchar contra mí, deberías saber si eres capaz de hacerlo».

Brian le apretó aún más la barbilla al terminar sus palabras.

Molly volvió a gemir de dolor. Sentía que el poderoso agarre de Brian iba a destrozarle la barbilla. En aquel momento sólo podía pensar en el dolor de su barbilla, incapaz de asimilar el significado de sus palabras. Sus cejas se fruncieron con fuerza mientras su corazón se afligía aún más.

«Puesto que ya has hecho tu elección, ¡Deberías aprender a interpretar tu papel como es debido!». Brian miró sus ojos llorosos, sonrió satisfecho y abrió lentamente la boca para amenazarla: «Esto sirve de advertencia. No te daré una segunda. Sólo recuerda que si me irritas… ¡Ni tú ni tu familia podréis asumir las consecuencias!».

Molly apretó discretamente los dientes. Miró el apuesto rostro que tenía cerca, con los ojos empañados por las lágrimas. Pronunciaba sus palabras de forma tranquila y despreocupada, como si soplara una ráfaga de brisa. Sin embargo, ella sabía lo poderosas que eran sus palabras y que nunca debían tomarse a la ligera. Intuitivamente, Molly asintió y respondió: «Sí…».

Su voz se quebró mientras su tono sonaba derrotado, como si hubiera soportado una gran dificultad.

Al oír su respuesta, el rostro de Brian mostró un atisbo de satisfacción. Le soltó la barbilla y le secó las lágrimas con los dedos. Luego dijo con voz despreocupada pero opresiva: «No me gusta que ninguna mujer llore delante de mí. Recuerda, a partir de ahora… ¡No puedes mostrar tus lágrimas delante de mí!».

Molly se mordió el labio inferior mientras miraba fijamente a Brian. Mordió con tanta fuerza que se rompió la piel del labio. Al instante, el sabor de la sangre se extendió por su boca. Se le revolvió el estómago y sintió ganas de vomitar al saborear su sangre en aquella situación.

Brian lanzó una mirada a Molly y apartó su cuerpo de ella. Despreocupadamente, cogió una taza de té de la mesa y le dio un sorbo. Luego cogió el libro que tenía a su lado y se puso a leer… En un instante, había cambiado a un modo sereno, como si nunca hubiera pasado nada.

Molly se quedó quieta en el sofá. Tenía el cuerpo tumbado sobre él, ligeramente torcido a causa de la postura que Brian había adoptado hacía un rato. La enorme oleada de miedo que sentía en el corazón aún no se había calmado. Necesitaba tiempo para serenarse. Necesitaba prepararse mentalmente para enfrentarse a la horrible vida de los próximos 30 días. Irónicamente, incluso en aquel terrible momento, ¡Aún tenía que preocuparse por el dinero!

No pudo evitar burlarse de sí misma dentro de su mente. Con determinación, Molly consiguió detener sus lágrimas.

Justo en ese momento, sonó el teléfono de Brian, rompiendo el ambiente silencioso de la habitación. Cogió el teléfono de la mesa y, sin ninguna expresión facial, escuchó un informe al otro lado de la línea. Al final, se limitó a responder y colgó el teléfono.

Tras la llamada, Brian cerró el libro que tenía entre las manos y volvió la cabeza para mirar a Molly, que fruncía el ceño y se mordía los labios. Extrañado, dijo entonces con una sonrisa: «Como ahora eres mi mujer, tengo mi primer regalo para ti…».

Molly se sintió confusa y agitada de repente. Su voz era musical, pero ella percibía algo cruel y sangriento en ella. Tuvo el mal presentimiento de que algo horrible iba a ocurrir. Mientras seguía sumida en sus pensamientos, Brian ya la había estrechado entre sus brazos.

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