El amor a mi alcance
Capítulo 1447

Capítulo 1447:

«Gracias por tu amabilidad, pero ¿quién te ha dicho que tengo que pasar la noche en la calle? Me voy a casa». Lily le contradijo. Su hijo la esperaba en casa, y nunca podría fallarle.

«Pero fuiste tú quien dijo eso…» murmuró Nick, incapaz de entender por qué aquella mujer hablaba incoherencias, ¿o era un error suyo?

«No sé de qué estás hablando. Ahora me voy a casa. Buenas noches». Dijo Lily con rotundidad. Se apartó de Nick, abrió de un tirón la puerta principal y salió, sin lanzarle otra mirada.

Nick la siguió con la mirada perdida. La situación era confusa y estaba completamente perdido.

Volvió en sí cuando oyó el fuerte golpe de la puerta y se sobresaltó como si despertara de un extraño sueño. Se frotó la cabeza y se preguntó si sólo había tenido un sueño o todo aquello había ocurrido de verdad.

Entonces me vino a la mente Cassie.

Tras golpearse la frente, lanzó un profundo suspiro. ¿Y si Cassie había malinterpretado su relación con Lily? Después de todo, habían estado solos en su apartamento a una hora tan tardía.

Nick se quedó pensativo. Caminaba de un lado a otro del salón, pero no conseguía hacerse una idea de lo que ella habría pensado. Su corazón se hundía.

Luego se detuvo junto a la ventana y miró al exterior con expresión sombría. No era gran cosa lo que Cassie pensara de él. Ahora tenía un nuevo novio, ¿no? Él no creía que ella se preocupara más por él.

Pero si Cassie estaba saliendo con otro, ¿por qué estaba en su casa esta noche? Aunque había dado por sentado que habían terminado, no podía quitarse de la cabeza la expresión lastimera de su cara. Parecía tan indefensa, de pie en la puerta con un termo en las manos.

Ahora que Nick lo pensaba, sentía curiosidad por saber qué contenía ese frasco.

Probablemente era comida y sopa que Cassie debía de haberle preparado. ¿Qué demonios hacía aquí en su puerta cuando estaba saliendo con otro hombre?

Nick sintió que se le partía la cabeza.

Tuvo el impulso de salir corriendo, buscarla y preguntarle de qué iba todo aquello. Si aún no lo había superado, ¿por qué estaba con otro hombre?

Nick sacó el teléfono del bolsillo. Lo desbloqueó y bloqueó varias veces, dudando si llamarla o no. Por fin, no aguantó más y marcó su número.

El otro día había borrado su número del teléfono, pero le resultaba demasiado familiar. Estaba grabado en su mente y era imposible borrarlo.

Cuando empezó a sonar, a Nick se le subió el corazón a la boca. Estaba asustado y, al mismo tiempo, expectante por oír su voz.

No recordaba cuántos días habían pasado desde que vio su cara o escuchó su voz. Sólo él sabía cuánto la había echado de menos cada día; cómo crecía su anhelo a medida que pasaba el tiempo; cómo se acostaba en la cama, despierto a medianoche, pensando en ella; cuántas veces había visto su dulce sonrisa en sueños.

Esperó pacientemente, pero Cassie no respondió. Nick sintió que todas sus fuerzas abandonaban su cuerpo en un instante.

Entonces recordó. Cassie le había llamado muchas veces en los últimos días, pero él nunca cogía sus llamadas. Si hubiera sabido antes lo que se sentía al no poder oír la voz de tu ser querido cuando así lo deseabas, sin duda habría hecho lo contrario. Ahora que sabía por lo que Cassie había tenido que pasar, se sentía fatal.

Nick intentó una última vez ponerse en contacto con ella, pero fue lo mismo.

Cassie no quería hablar con él en ese momento.

Nick se quedó mirando la pantalla en blanco del teléfono, lleno de remordimientos.

Tuvo la sensación de que esta vez Cassie y él habían terminado para siempre, y cerró los ojos de mala gana.

Pero al segundo siguiente, sus ojos se abrieron de golpe. Le vino a la mente el extraño rostro de la mujer. Empezó a preguntarse si ella le había dicho la verdad. ¿Tendría realmente una casa propia? ¿O le había mentido sólo porque no quería molestarle?

Nick era un hombre decente y de buen corazón. Si se cruzaba con un perro callejero herido en la carretera, nunca podía dejarlo desatendido. Y esta vez, se trataba de un ser humano. No podía quedarse en casa y relajarse. Se cambió rápidamente, cogió las llaves del coche y se dirigió a la puerta.

Afuera estaba oscuro. A Cassie, la noche le parecía una bestia enorme esperando a tragársela viva.

Corrió tan rápido como le permitieron sus piernas. El termo hacía tiempo que había desaparecido, pero no le prestó atención.

Lo único que quería era huir de aquel lugar, cuanto más lejos, mejor. Sintió que una parte de ella moría en el momento en que abandonó la casa de aquel hombre odioso.

En sus mejillas quedaban manchas de lágrimas y en sus ojos se formaban gotas frescas mientras corría. Cuando la fría brisa sopló en su cara, sintió como pinchazos de aguja. Pero no era nada comparado con la puñalada en su corazón, que ahora se rompía en mil pedazos.

En cuanto vio a aquella mujer en casa de Nick, se le heló el corazón y ya no pudo recuperar el aliento. El dolor la mataba por dentro. Cuando escuchó a Nick llamarla tiernamente por su nombre, su corazón se rompió de nuevo.

Había ido hasta su casa para demostrarle que estaba decidida a reconciliarse con él, sólo para salir herida de nuevo. Había perdido tanto la fuerza como el valor para enfrentarse a la verdad, y tuvo que huir de ellos.

Era lo único que podía hacer, y siguió su instinto.

Pero pronto se dio cuenta de que por muy rápido que corriera, por mucha distancia que pusiera entre ellos, aquella escena seguía apareciendo ante sus ojos allá donde fuera. Se estaba volviendo loca. ¿Qué debía hacer? ¿Qué podía hacer? No lo sabía.

«¡Ah!», gritó al resbalar con un pequeño guijarro. Perdió el control de su cuerpo y empezó a caer hacia delante.

Cassie cerró los ojos, dispuesta a soportar el dolor cuando cayera al frío suelo.

Pero, para su sorpresa, cayó sobre un cálido pecho. Era tan cálido, ancho y grueso que le dio una indecible sensación de seguridad.

¿Quién es? ¿Es Nick? se preguntó Cassie.

No quería abrir los ojos, temerosa de que aquello no fuera más que una ilusión. Apoyó la cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón.

Él también permaneció en silencio, inmóvil, abrazándola.

Al mismo tiempo, Nick patrullaba las carreteras, con la esperanza de encontrar a alguna de las dos mujeres si tenía suerte. Desde la distancia, divisó la familiar figura de Cassie corriendo en línea recta. Pisó el acelerador, pero entonces vio que Cassie tropezaba con algo. Nick gritó y se dispuso a salir del coche. Pero en una fracción de segundo, un hombre corrió hacia ella y la sostuvo en brazos, evitando que cayera al suelo.

Nick apretó el volante con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Reconoció al hombre, el que la había besado en el hospital el otro día.

Pero, ¿por qué estaba aquí? No podía ser una coincidencia. Pensó que el hombre podría haber venido con Cassie.

Se negaba a admitirlo, aunque ahora le parecía tan real. Este hombre siempre estaba cerca de Cassie, dondequiera que fuera.

Abandonó su idea de enfrentarse a Cassie. Sonrió amargamente y pasó a toda velocidad. Había recibido su cierre.

Con el corazón desbocado, Cassie abrió los ojos para mirar al hombre que la había salvado. Pero sus ojos se abrieron de par en par con incredulidad cuando vio que no era el hombre que ella esperaba. Inmediatamente lo apartó de ella y el disgusto se hizo evidente en su rostro.

«¡Déjame en paz!», gritó, poniendo cara larga.

Se sentía indefensa. No era Nick quien la había estrechado entre sus brazos, sino Jordon.

«Por favor, no me malinterpretes, Cassie. Te vi corriendo desesperadamente. Estaba preocupado por ti. ¿Estás llorando? ¿Qué te ha pasado? ¿Puedo ayudarte?», preguntó con semblante serio. La soltó y la miró con preocupación.

Pero a Cassie no le apetecía seguir con aquel hipócrita ni un segundo más. No tenía ganas de hablar con él; buscaba un lugar donde llorar su propia miseria.

«¡Fuera de mi camino!» dijo Cassie con frialdad, alejándose de él. Ni siquiera le miró. Había terminado con aquel hombre y deseaba no volver a verle nunca más.

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