El amor a mi alcance
Capítulo 1378

Capítulo 1378:

Al llegar al salón, Melissa se sentó y vio a Leila sentada en el sofá con cara seria. Leila no tenía buen aspecto, como si su mundo estuviera a punto de acabarse.

preguntó Melissa distante- Leila, te has levantado temprano. Pareces triste. ¿Ha pasado algo?»

Leila acaba de darse cuenta de que Melissa ha bajado las escaleras y se ha sentado detrás de ella. Levantó la cabeza y saludó a Melissa con frialdad.

«Buenos días, tía Melissa. Me encuentro bien. Es que anoche no pude dormir bien y eso me marea».

«¿De verdad? Entonces, ¿por qué madrugas tanto? ¿Por qué no vuelves a la cama e intentas dormir un poco?». Melissa se dirigió hacia el frigorífico y se sirvió a Leila y a sí misma un vaso de leche.

Leila cogió el vaso de leche inconscientemente, guardando silencio. Estaba en su propio mundo.

Leila despreciaba la forma en que Melissa la trataba. Su voz era molesta cuando hablaba. Supuso que Melissa ni siquiera se daría cuenta porque no era el tipo de persona que se fijaba en esas cosas.

«Aunque me tumbara ahora, no podría dormirme. Será mejor que me levante. Podría ayudar».

Melissa asintió y no insistió más, pero siguió hablando.

«Sheryl no se ha levantado en los últimos días. Lo único que ha hecho ha sido tumbarse en la cama esperando a que otros hicieran cosas por ella. ¡Lo que no entiendo es cómo demonios Charles se casó con una mujer así!»

Melissa seguía divagando sin importarle si Leila decía algo o no. Lo único que le importaba a Melissa era hablar de Sheryl a sus espaldas como si estuviera esperando a que Leila se le uniera.

Leila murmuró algo para que Melissa se callara, pero no pareció funcionar. Seguía divagando. Leila juró que vio salir saliva de su boca. Leila empezaba a sentirse incómoda y sólo quería que Melissa parara, pero no sabía cómo hacerlo.

«¡No sé qué hice para merecer a alguien como ella! ¡Qué mala suerte! Mira cómo se ha portado. Se pasaba el día en la cama comiendo y durmiendo. A ver si puede hacer eso toda su vida». dijo Melissa, echando humo.

De repente, Nancy se precipitó escaleras abajo, gritando.

«Ah… ¡No! ¡No!» La cara de Nancy se puso blanca. Su voz resonaba en el techo y temblaba.

«¿Qué demonios está pasando?» Melissa gritó cuando vio a Nancy corriendo hacia ella.

«¡Socorro! ¡Socorro! Parece que Sher no respira». Dijo Nancy, sin aliento, con lágrimas en los ojos.

¡Pum! A Leila se le cayó el vaso de leche que llevaba en la mano. Parecía asustada y temblaba. Intentó calmarse porque temía que Nancy y Melissa sospecharan de ella.

Pero no podía deshacerse de su temor de que Sheryl pudiera morir. ¿Maté a Sheryl anoche? pensó Leila.

Leila temblaba y no podía respirar de miedo.

Melissa lanzó una mirada a Leila, desconcertada: no sabía por qué Leila actuaba así. Sin embargo, sólo la miró un segundo antes de volverse hacia Nancy para pedirle que llamara a Charles.

Por mucho que Melissa odiara a Sheryl, seguía sabiendo qué era lo correcto. De lo contrario, Charles se enfadaría con ella.

Sollozando, Nancy cogió el teléfono y marcó el número de Charles. Mientras tanto, Melissa permanecía junto a su almeja como siempre.

«Hola, Charles. Parece que Sher no respira. He llamado a la ambulancia pero deberías venir enseguida».

En la Compañía Luminosa, Charles se quedó helado al oír las palabras de Nancy. Ni siquiera se dio cuenta de que se le había caído el bolígrafo.

Preguntó después de respirar hondo: «Nancy, ¿qué quieres decir? ¿Sher no respira? ¿Qué significa eso? Está en casa. ¿Cómo puede no estar respirando? ¿Es una broma?»

Charles estaba atónito y no se atrevía a creer a Nancy. Sintió que el corazón se le retorcía y el alma se le desvanecía como en el aire.

Nancy gritó: «Es verdad. Sher no es… ¡Sólo por favor! Ven aquí ahora mismo!» La forma en que Nancy lloraba le rompió el corazón a Charles.

Charles agarró con fuerza el teléfono, con el rostro pálido y sudoroso.

¿Cómo? ¿Cómo pudo pasarle algo a Sheryl? Me fui la otra noche. ¿Cómo podría pasarle algo malo a Sheryl?

Sheryl, Sheryl. Por favor, por favor, estarás bien’, pensó Charles.

Charles se levantó enseguida, cogió las llaves y salió del despacho.

No puede ser. No puede ser. Sheryl está bien. Dios, por favor. Charles rezaba en su corazón.

En el Jardín de los Sueños Nancy volvió a la habitación de Sheryl mientras esperaba la ambulancia. Permaneció en silencio junto a Sheryl. Agarró con fuerza la mano de Sheryl como si quisiera transferirle algo de vida.

Melissa siguió a Nancy hasta el dormitorio. Quería ver qué había pasado realmente. Vio que Sheryl yacía inmóvil, como si estuviera en coma. Puso su dedo bajo la nariz de Sheryl tratando de sentir algo, pero fue en vano, Sheryl no respiraba.

Melissa contempló a Sheryl inmóvil. Algo se agitaba en su corazón. Odiaba a Sheryl con todas sus fuerzas y quizá Dios debía de haberla oído.

Melissa bajó la mirada para ocultar su alegría. Supuso que si Sheryl moría, no tendría que tratar más con ella y su hijo no tendría que pasar su vida con una mujer tan inútil.

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