El amor a mi alcance
Capítulo 1064

Capítulo 1064:

«Bien. Hasta luego», dijo Donna. Sonrió a Sheryl y volvió al vestíbulo. Cuando Donna se perdió de vista, los ojos de Sheryl se posaron en Holley. Aunque estaba siendo retenida por los altos y fornidos hombres de negro, actuaba con agresividad y los insultaba.

Lanzando un profundo suspiro, Sheryl se dirigió hacia Holley y se colocó frente a ella. Holley soltó una carcajada desafiante. Miró fijamente a su hermana y le preguntó con sarcasmo: «¿Por qué estás aquí? ¿Has venido a reírte de mí?».

Como Sheryl permanecía en silencio, le reprendió: «Lo he perdido todo. Tú causaste todo esto».

Sheryl lanzó una mirada penetrante a Holley y le dijo en tono tranquilo: «No estoy aquí para discutir contigo».

Puso un poco los ojos en blanco ante el desprecio de su hermana y continuó-: No hay forma de que puedas irrumpir en ese salón. Si de verdad te importa George, ve a su casa y espérale fuera. Volverá a casa después de la ceremonia. Puede que allí tengas ocasión de hablar con él».

Holley levantó las cejas en señal de sospecha y Sheryl suspiró: «No deberías haber hecho todas esas estupideces».

«¿Qué quieres?» preguntó Holley con escepticismo mientras miraba con el ceño fruncido a Sheryl. «¿Por qué me dices esto ahora?»

«No me malinterpretes. Lo hago por mí», respondió Sheryl con calma. «Mi trabajo era impedir que arruinaras la boda. Y ahora que ya no puedes irrumpir en el salón, mi trabajo ha terminado. Cuando acabe la boda, podrás hacer lo que quieras. Eres mi hermana, después de todo. Así que quería hacerte un último favor».

Realmente esperaba que Holley dejara atrás su pasado y recuperara a George.

Pero ella sabía que era pedir demasiado. Eso nunca iba a suceder. Si Holley pudiera dejar ir el odio, ella y George no habrían acabado así.

Sheryl miró a Holley por última vez y la dejó con ese consejo. Quería que su hermana afrontara la verdad y siguiera adelante.

Sheryl se dio la vuelta rápidamente y se dirigió hacia el vestíbulo. Había varios guardaespaldas vigilando a Holley, por lo que era imposible que su hermana pudiera irrumpir en el vestíbulo.

La ceremonia transcurrió sin contratiempos. Tanto la familia Han como la familia Piao quedaron satisfechas con la boda. Tras un brindis por los invitados, George acercó a Sula a Sheryl. Sonrió: «Sula y yo deberíamos brindar por ti».

Con cara de sorpresa, Sheryl respondió: «¡Estás de broma!».

«No, hablo en serio», dijo George con seriedad. Sula asintió con la cabeza y le dijo a Sheryl: «Por favor, no seas tan formal con nosotros. Tuvimos una gran boda y el mérito es todo tuyo».

Sheryl esbozó una sonrisa diplomática y respondió amablemente: «Me siento halagada. Sólo hice mi trabajo».

«¡Vamos, Sheryl! No seas tan modesta». Con una sonrisa genuina en la cara, George levantó su copa y brindó: «Esto es por ti, Sheryl. Gracias a ti, Sula y yo tuvimos una boda maravillosa».

Con un ligero rubor, Sheryl les dedicó una amplia sonrisa.

Aferró el vaso y bebió el vino. Poco después, la madre de Sula se la llevó a rastras para saludar a unos invitados, dejando atrás a George y Sheryl. Echó una rápida mirada a Sheryl y preguntó vacilante: «¿Ha venido?».

Sheryl asintió en silencio. Mirando a George, dijo con franqueza: «Se enteró de que te habías casado con Sula e insistió en verte. Afortunadamente, tu madre envió guardaespaldas para detenerla. Yo sola no habría podido con ella».

«¿Dónde… dónde está?» preguntó George con las cejas fruncidas.

«No lo sé», respondió Sheryl, negando con la cabeza. «Antes de que yo entrara, la estaban reteniendo fuera. Quizá siga esperando allí. O tal vez se fue».

«Espero que se haya marchado», comentó George, con una pizca de amargura dibujándose en su rostro.

Aunque había tomado la decisión de pasar el resto de su vida con Sula, seguía doliéndole que Holley se hubiera marchado de su vida para siempre. Ella solía significarlo todo para él, después de todo.

«Aquí es donde Holley y yo tomamos caminos separados», pensó.

«Sr. Han», llamó Sheryl. Tras vacilar un poco, continuó: «Tengo una pregunta para usted…».

«Se trata de Holley, ¿verdad?». George esbozó una sonrisa lastimera y prosiguió: «Sé lo que quieres preguntar».

«Entonces… ¿cuál es tu respuesta?» Sheryl le preguntó.

«Holley y yo…» Dejó escapar una sonrisa irónica y prosiguió: «Llevábamos juntos muchos años. La amaba sinceramente y deseaba pasar el resto de mi vida con ella».

«No me cabe duda», comentó Sheryl con una sonrisa triste. Pero Holley nunca lo quiso», pensó.

«Pero…» Sheryl se detuvo un segundo y expresó su pensamiento: «Ahora que estás casado con la señorita Piao, no creo que debas preocuparte así por Holley».

«Sé que podrías burlarte de mí si digo esto…» dijo George con una sonrisa amarga. «Elegí estar con Sula porque quería cuidar de ella. Pero quise estar con Holley porque la amaba de verdad y quería casarme con ella y protegerla con mi vida.»

Sonriendo irónicamente, continuó diciendo: «Pero han pasado muchas cosas entre nosotros, y sé que tengo que dejarla marchar. Admito que aún siento algo por ella, pero no haré ninguna locura. Como ahora he elegido a Sula, no la traicionaré».

Sheryl le admiraba por su sinceridad. Muy pocas personas podían confesar así sus sentimientos sin reservas.

«Pero…» Sheryl dudó, pero tenía que saberlo. Tras una pausa, continuó: «¿Y si ella se acerca a ti y te lo explica todo? ¿Le creerías?»

«¿Lo hará?» George expresó sus pensamientos. «Ella estuvo aquí, y ahora sabe que Sula y yo nos casamos. No creo que quiera volver a verme».

«¿Y si lo hace?» le animó Sheryl.

«Le dejaré las cosas claras», dijo George con voz decidida. George pensó un rato y añadió: «Terminé con ella después de descubrir que me había estado mintiendo».

Sheryl respiró hondo. Había aconsejado a Holley que se reuniera con George en su casa. Sula había encontrado por fin su felicidad. Si Holley le quitaba a George, entonces Sheryl sería el motivo de mucha tristeza.

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