Capítulo 77:

«¡Basta!» se alteró. «Puedes preguntarme lo que quieras, menos sobre eso.»

Seguramente este era un tema del que a Ethan no le gustaba hablar; parecía que algo le molestaba mucho.

«Lo siento», pidió ella.

«Soy yo quien debe pedir disculpas», dijo él. «Simplemente no me gusta hablar de esto.»

«Prometo que nunca más tocaré este tema», tragó saliva.

«No pienses que soy una mala persona, Sofía. Solo que jamás serviría para ser padre de alguien.»

Aquella revelación le puso la piel de gallina y la llenó de interrogantes. ¿Por qué Ethan pensaba de esa manera?

«Creo que debe tener sus razones, y las respetaré por eso», fue todo lo que pudo responder, ya que vio lo avergonzado que la había dejado. Entonces se levantó y se acercó a ella.

«Hay cosas que no pueden cambiarse, sin importar lo que haga. Si vas a trabajar conmigo, tendrás que acostumbrarte a eso.»

«A veces pareces hablar en códigos.»

«Hay cosas que, aunque te las explique, no podrías entender. Solo viviéndolas y presenciando los hechos, verás lo que realmente quiero decir.»

Ethan estaba tan cerca, tan serio, que la cocina se volvió pequeña, a punto de hacerla sentir que tendría que ocupar el mismo espacio.

«¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás tan cerca?» preguntó con voz temblorosa.

«No quiero que escuches mal mis palabras», explicó él.

«No necesito acercarte tanto, puedo escucharte perfectamente desde lejos.»

«¿Por qué tus labios tiemblan cuando me acerco a ti?» preguntó él.

«Es tu imaginación.»

«No seas cobarde, responde con sinceridad.»

«¿Qué quieres que diga?» preguntó. «Eres un hombre muy atractivo y, aunque lo intente, no puedo olvidar la noche que pasamos juntos», reveló.

La atmósfera cambió, y el mundo exterior parecía desvanecerse. Aquello no podía ser real. No podía creer que Ethan estuviera allí, en su apartamento, y mucho menos que ella hubiera revelado que aún recordaba la noche que pasaron juntos. ¡Todo aquello parecía fruto de su imaginación cansada, por todo lo que había pasado en los últimos días! El cambio de puesto, la noticia del ascenso, la aparición de Mateo… Todo eso estaba provocando en ella alucinaciones sin sentido alguno.

«Sabía que esto no iba a volver a ocurrir. Pero, si te cambié de opinión, ¿qué harías al respecto?» preguntó él.

Sin que ella respondiera, tocó su cintura delicadamente, atrayéndola más hacia él. Y sin dudarlo, unió sus labios con los suyos, besándola lentamente, como si no hubiera otra opción más que hacerlo.

El beso parecía tan real como el perfume de Ethan que impregnaba incluso su alma, tan cálido que era. Sus manos expertas recorrían su cuerpo con ternura, como en la noche en la que se conocieron.

«¿Aquí o en tu habitación?» preguntó él, jadeante.

Como eso no podía ser real, no importaba dónde se quedaran, Kate no aparecería. En sus sueños, en realidad, porque había dicho que pasaría la noche fuera con Daniel.

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