Capítulo 21:

“Bajé del auto de ese hombre,” respondió ella.

“¿Por qué hiciste eso? O, mejor dicho, ¿por qué él te dejó hacer eso?” tocó su brazo, dándose cuenta de lo frío que estaba.

“Por favor, deja de hacer preguntas, solo quiero ir a casa,” dijo, sin poder contener más el llanto. Estaba asustada, tenía frío, estaba mareada y hambrienta, todo al mismo tiempo. En ese momento, ya no podía fingir ser una persona fuerte.

Sin decir nada, Ethan quitó su saco y se lo puso sobre ella, cubriéndola del frío. Luego la condujo hacia el auto. Al ver que estaba muy asustada, decidió dejar el sermón para otro momento.

“No pareces estar bien, ¿quieres ir al hospital?” preguntó.

“No,” respondió aun llorando. “Solo déjame en algún lugar donde pueda tomar un taxi e ir a casa.”

“Está bien.”

Él simplemente asintió con la cabeza al conductor, indicando que podía continuar el viaje. La mente de Sofía estaba a mil. En una noche que pensó que sería normal, acabó siendo insultada y comparada con una prostituta por un hombre que ni siquiera la conocía. Estaba sufriendo por la reciente humillación gratuita, y eso la había afectado mucho.

“Dime dónde está tu casa, te llevaré directo,” dijo Ethan.

“Te dije que no es necesario,” respondió ella.

“No seas terca, ¿has visto qué hora es?” preguntó él.

“Está bien.”

Respondió finalmente, decidiendo que no era momento para discutir, ya que eran más de las dos de la mañana. Al llegar a Manhattan, el barrio donde vivía Sofía, Ethan la dejó frente a su condominio. Antes de bajar del auto, ella le devolvió el saco.

“Gracias por el viaje,” dijo, alejándose de allí con un gran deseo de ir a casa y llorar de nuevo.

“Sofía,” la llamó, haciendo que ella se volteara.

“Lo siento mucho por lo de hoy,” pidió sinceramente.

Sus palabras hicieron que las lágrimas que había estado conteniendo volvieran a salir, pero ella no dijo nada, solo dio la vuelta y entró en el condominio.

Como al día siguiente era sábado, Sofía había programado una cita para averiguar más sobre su embarazo. Kate la acompañó, ya que era el tipo de amiga que siempre estaba ahí en cualquier momento.

“¿Crees que descubriremos el sexo del bebé hoy?” preguntaba emocionada.

“Claro que no, solo es una ecografía, este bebé debe ser del tamaño de un grano de frijol todavía.”

“¡Ay, qué lástima! Ya quería comprar un regalo para él, o ella,” sonrió. “Espero que sea una niña, así la casa seguirá ordenada.”

“No me importa el sexo, solo espero que sea un bebé saludable,” respondió Sofía.

“Lo será, amiga, no te preocupes.”

En la sala del médico, Sofía se emocionaba al escuchar que su bebé se desarrollaba de manera acorde. Siempre se había imaginado en esa situación, pero nunca imaginó que sucedería tan rápido, y mucho menos de manera tan inesperada.

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