Destino incierto
Capítulo 7

Capítulo 7:

Alejandro tomó su mano poniéndole la argolla de bodas en su dedo junto al anillo de compromiso, y para Fabiana fue como un horrible deja vu del maldito cortapuros.

Sintió como si la hubiesen marcado con un hierro candente, como se hace con el ganado, para advertir a cualquier intruso que tiene dueño.

No escuchó nada más hasta que Alejandro respondió:

“¡Sí, acepto!”

Con tono triunfal y una enorme sonrisa.

Fabiana lo observó por un momento, era guapo, mucho, ella pensó que si las cosas hubieran sido de otro modo, si lo hubiera conocido en otro contexto, quizá se alegraría de ser su esposa, cualquier mujer correría fácilmente a sus brazos, pero ella no.

Ella sentía que la estaban enterrando viva.

Se preguntó cómo alguien con un rostro tan perfecto podía ser tan cruel.

“¡Puede besar a la novia!”

Escuchó decir al sacerdote.

Alejandro le levantó la barbilla y la besó con más fuerza de la necesaria mientras los presentes rompían en aplausos de celebración para los novios.

“Ahora que la boda ha concluido invito a los nuevos esposos a tomar su puesto en la mesa de honor, ¡Vamos a brindar por los recién casados!”

Era Odín llamando la atención como siempre.

Odín y Uriel compitieron con sus discursos de bendiciones familiares, buenos augurios, prosperidad y pronóstico de fecundidad, sus deseos eran que procrearán una enorme familia que asegurara su descendencia.

‘¡Que ridículo!, en lo que dependa de mí no le daré a Alejandro ni un solo hijo’, pensó Fabiana

‘¿Quién querría darle hijos a un monstruo como Alejandro Cruz?’

“Sonríe”

Le susurró Odín al oído al ver su rostro cansado y demacrado.

“No quiero comentarios de la gente por el rostro que estás poniendo”.

“Estoy agotada, agradece que cumplí tus deseos y los del troglodita de Alejandro, pero no me pidas que siga sonriendo como una estúpida amenizando el circo que ustedes dos montaron solo para quedar bien con tus invitados, ¡Porque no lo haré!”

“¿Olvidas quién soy muchachita?”

“No me interesa, quiero irme a la habitación, tú querías que me casara y ya lo hice”

Le dijo en tono seco a su padre cuando bailaban el vals.

Después de haber exhibido el primer baile de la pareja como recién casados Odín había pedido a la novia para bailar con ella.

“Ni se te ocurra moverte de la mesa de los novios, como tengas alguna estúpida idea de fuga en esa cabecita tuya, no dudaré en usar la fuerza, además, sería un caso perdido, la casa está llena de guardias de seguridad, no podrás poner un pie afuera”.

Fabiana lo miró levantando la barbilla sin dejarse intimidar.

“Ya no soy tuya Odín, ¿Olvidas que soy una mujer casada? Ahora me debo a mi marido, así que iré con él, ya tú no me darás más órdenes”

Y soltándose de su agarre lo dejó plantado en mitad de la pista y se fue a tomarle la mano a Alejandro.

“¡Carajo!”

Exclamó él otro por lo bajo.

Alejandro miró extrañado a Fabiana pero le agradó el gesto a pesar de que no conocía la razón por la que ella había tenido la iniciativa de acercarse y tomarlo de la mano.

“Ven, te presentaré al resto de la familia”

Le dijo más tranquilo y tirando suavemente de ella.

“Él es mi hermano Martín Cruz, mi mano derecha, y ella es Amalia, su mujer”

Martín extendió la mano y Fabiana la estrechó con temor, momento que Amalia aprovechó para escanearla de pies a cabeza como si estuviera observando un caballo a la venta, lo único que le faltó fue mirarle los dientes.

Fabiana sintió que se estaba midiendo con ella.

La mujer de mirada altiva iba forrada en joyas y oro, con un hermoso vestido de diseñador y fino calzado.

Le extendió la mano de tal manera que Fabiana pudiera observar las joyas que lucía.

“Ah… mucho gusto Fabiana, bienvenida a la Familia Cruz, se ve que la estás pasando bien… disfruta tu momento..”.

Mostrándole una sonrisa fingida.

Fabiana advirtió en su tono de voz ironía y menosprecio, supuso que la misma Amalia había vivido algo parecido, o por el contrario, estaba implicada en la idea de secuestrar a alguien para que su cuñado pudiera casarse.

‘No le caí nada bien a esta mujer, seguramente piensa que yo quiero usurpar su lugar en la mansión, no podría estar más equivocada. Solo espero que no vaya a hacerme la vida imposible… ¡Vaya bienvenida!… al parecer voy a tener que competir para ganarme un lugar en esa familia’, pensó Fabiana.

La media noche llegó como una sombra sobre la novia, se cernió sobre ella como una catástrofe segura.

No había pensado en su noche de bodas hasta que escuchó a su marido comenzar a hacer bromas al respecto y a despedirse de los invitados.

“Ven Fabiana, ya es hora de irnos”

Le dijo con una enorme sonrisa en el rostro mientras la tomaba de la mano y tiraba de ella.

“¡Espera!”, Dijo nerviosa.

“¿Y los invitados? ¿Vamos a dejarlos?”

Alejandro la miró con expresión burlona.

“¿Y qué esperas? ¿Qué los llevemos a nuestro lecho nupcial?”

La sola insinuación hizo que un frío recorriera la espalda de Fabiana llenándola de temor.

“¡No, todavía no Alejandro! Es muy temprano”

“¿Quién te entiende? Le dijiste a Odín que querías irte, ¡Y ahora quieres quedarte!”

‘¡Maldito viejo!’, pensó Fabiana.

‘¡Es un chismoso!’

“Vamos, que estoy ansioso por comenzar a disfrutar de mi esposa..”., le susurró al oído.

Fabiana notó el aliento alcoholado de Alejandro, había bebido de más, y ahora tendría que cumplir con sus obligaciones conyugales con un borracho.

No podía sentirse peor, sola, aterrada y triste, quiso correr pero él se lo impidió.

“No te atrevas a hacer un espectáculo delante de los invitados, ¡Sonreirás y moverás la mano para despedirte como si estuvieras feliz de ser mi esposa!”

Fabiana lo miró con odio, se giró e impostó una sonrisa completamente falsa, más bien daba la impresión de que tuviera dolor de estómago.

Sin embargo, la expresión de Amalia desde el tumulto de gente le hizo saber que ella sabía exactamente lo que estaba viviendo, por un momento sus miradas se encontraron pero Fabiana la desvió rápidamente antes de que su cuñado lo advirtiera.

Afuera en el estacionamiento, un lujoso auto los esperaba.

“¡Vámonos ya! Que la noche es joven”

Ordenó con firmeza al chofer.

“Directo a la hacienda. Fabiana se frotó el estómago con las manos intentando despejar la sensación de vacío que había comenzado a sentir desde que la secuestraron”.

El viaje fue largo y silencioso.

Alejandro la atrajo hacia él poniendo un brazo sobre sus hombros, un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Fabiana al saber a lo que se enfrentaría esa noche.

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