Destino incierto
Capítulo 59

Capítulo 59:

“Hablaremos con Alejandro al respecto, a ver si accede a dejar que Fabiana encuentre a su madre”

“Sí, estoy de acuerdo, hagan ustedes como bien les parezca”.

“Uf, me siento cansado, amigos, me voy a retirar, gracias por el almuerzo, estuvo delicioso y la tarde de juego magnífica, en verdad, me relajé bastante. ¡Me hacía falta!”

“Gracias a ti por aceptar Odín, esta es tu casa; ven cuando gustes”

“¡No me lo repitas mucho, Mira que te puedo tomar la palabra!”

“¡Tómamela, te le digo en serio! Creo que ambos pasamos un buen rato”

Una vez se retiró Odín, Uriel y Valeria se encaminaron hacia la cocina con el propósito de ponerla en orden; mientras lavaban los platos, comentaron:

“Mira Uriel, que te parece si invitamos a los muchachos a almorzar. Me gustaría que Fabiana conociera mi casa y de paso buscamos la oportunidad de hablar con Alejandro sobre lo de su suegra”.

“Si. Invítalos cuando quieras, yo no soy el que va a cocinar..”.

“Ay, Uriel, tú y tus cosas..”.

“Invitémosles para el domingo”

“Me parece bien, ¿Vas a invitar a Martín y a Amalia?”

“Si claro, de lo contrario se van a sentir marginados y se van a ofender”

Mientras hablaban sonó el celular de Uriel.

“¡Aló!”

“¿Papá?, habla Alejandro”.

“¡Qué casualidad, estábamos hablando de ustedes!, dime..”.

“Mira papá, estuvimos Martín y yo supervisando las zonas de cobro para vigilar como van las cosas por allá”.

“Hay algunos pequeños inconvenientes y sobre todo quejas por exceso de rudeza en el cobro y lo de siempre, eso es rutina… tú ya sabes… pero no encontramos nada que nos preocupe”.

“Lo que sí me parece importante comentarte es que encontramos un tipo que nos puede conectar con un contrabandista que trae esmeraldas y otras piedras semipreciosas; eso me pareció interesante, por eso te comento a ver si esto te conviene”.

“Si Alejandro estoy urgido por materia prima para la empresa, pero tenemos que investigar la procedencia de la mercancía y quién es el ofertante para no tener enredos”.

“Okay papá, entonces reunámonos para hablar de eso y contactamos al tipo”

“Precisamente cuando llamaste estábamos hablando Valeria y yo, de la posibilidad de invitarlos para que vengan a almorzar el próximo domingo”. “

A bueno, papá, haya estaremos Martín y yo”

“Y sus mujeres también están invitadas..”.

“¡A qué bien, mucho mejor! Dile a mamá que gracias por invitarnos; extraño su sazón”

“Bueno hijo, dile a Martín que los esperamos. Chao”.

“¡Chao, papá!”

Una vez terminada la conversación, Martín preguntó:

“¿Qué te dijo papá?”

“Que hay que hablar con el hombre, para escuchar su propuesta y tenemos que investigar la procedencia de la mercancía”, dijo.

“Y nos invitó a almorzar el próximo domingo junto con las chicas”.

“¿Sí? ¡Hay qué bueno!, porque Amalia y yo, queremos comunicarles algo..”.

“¿Mmm?, ¿Qué se traen entre manos?”

“¡El domingo lo sabrás! No seas curioso..”.

De unos días para acá, Fabiana se sentía soñolienta y algo cansada, se dirigió a la cocina para pedirle un té a Julia con el fin de despejarse y sentirse más alerta.

Al entrar al área de la cocina, se encontró con Amalia que se le había adelantado.

“¡Hola Amalia!, te me adelantaste… uf, bajé a tomarme un tecito, porque últimamente me he sentido un poco… rara… ¿Sería la palabra?, no sé..”.

“¿Te tomaste todo el tratamiento que te ordenaron el otro día?”

“¡Sí, amiga, claro! Yo me esmeré en seguir mi tratamiento, me gusta sentirme y estar sana”.

“Bueno, Fabiana, tienes que estar al pendiente, por si acaso..”.

“No creo que sea algo de cuidado, pero estaré pendiente”.

“Pero cuéntame tú, ¿Cómo te has sentido? ¿Ya mejoraste en la sensación de náuseas?”

“¡Hay si amiga, qué horror! Pensé que nunca me iba a mejorar de ese problema. Qué cosa tan desagradable; lo que lograba ingerir lo vomitaba multiplicado por diez. Pero ya me está pasando, menos mal”.

“¿Y qué te dice tu médico?”

“Él me dice que es algo normal, que pronto empezaré a subir de peso”.

“¡Qué bueno, Amalia!, si bajaste de peso bastante, y ya se empieza a notar tu barriguita; ¡Te ves hermosa!, cuando subas un poquito de peso, se verá mejor”.

“Si amiga, estoy muy ilusionada, nunca pensé que me iba a sentir tan contenta en esta etapa de mi vida, sentía tanto miedo solo con la idea de embarazarme… ¡Pero fíjate ahora!”

“Si es cierto, a veces vemos fantasmas y monstruos donde en realidad hay felicidad. La mente nos hace jugarretas”

“Y dime, ¿Ya empezaste a Comprar las cositas para el bebé?”

“No, no he querido apresurarme, si fuera por Valeria y Martín, ¡Ya tendríamos como montar una tienda!, pero no, preferí esperar a tener siquiera, a tener unos seis meses de embarazo, ver que todo vaya bien y ahí sí comenzar los preparativos, poco a poco”.

“Tienes razón Amalia, del afán no queda sino el cansancio”.

“Por ese motivo también, no he querido saber el se%o del bebé, así tengo a Martín a raya y para que no compre nada todavía”, dijo.

“Por ahora lo he tenido entretenido con la escogida del nombre; nos divertimos mucho inventando nombres y haciendo listas para niñas y para niños. Ha sido muy gracioso”

“Si amiga es gracioso, como tú dices, porque a la final terminan poniéndole el nombre del papá o del abuelo o una combinación de ambos..”.

“Si es cierto..”., dijo riéndose.

Desde el pasillo se oía la algarabía de las dos jóvenes, cuando Alejandro y Martín llegaron a la mansión.

“Oye a Amalia, como se ríe, ese estado de ánimo es bueno para nuestro bebé”.

“Y Fabiana no se queda atrás, así se hacen compañía la una a la otra”.

“¡Hola mi amor! ¿Cómo estás?”, dijo Martín, dándole un beso y sobándole delicadamente la barriguita.

“¡Bien, cariño, gracias! Los dos estamos bien”

“Cierto amor, ahora tenemos que hablar en plural”.

Alejandro, tomando a Fabiana por los hombros, le beso el cuello y dando la vuelta la beso en los labios.

“¡Hola amor!, ¿De qué hablan, que les causa tanta gracia?”

“Tonterías Alejandro, de algo, tiene una que reírse para salir de la rutina”.

“¡Pues salgamos de la rutina, vamos todos a cenar y a bailar un rato! ¿Qué les parece?”

“A mí me gusta la idea… pero… ¿Tú cómo te siente Amalia?”

“Yo estoy bien ahora, Martín, y para divertirme, ¡Mucho mejor me siento!”

“A bueno, no se diga más, suban a cambiarse y nos vemos dentro de veinte minutos”

“Está bien Alejandro, voy a subir para darme una ducha, hoy hemos caminado mucho”.

“Yo iré a lo mismo, también me siento un tanto cansado. Vamos Fabiana”.

Una vez estuvieron listos, se reunieron un momento para planificar la salida.

“¿En qué carro vamos?”, pregunto Amalia.

“Vamos en mi carro”, se apresuró a responder Alejandro.

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