Derribando las barreras de mi CEO -
Capítulo 20
Capítulo 20:
“Vengo a saludar rápido, ¿Todo listo?”, preguntó Lindsey.
“Si amiga pronto el show va a comenzar”, comentó Stefany con una sonrisa burlona.
“Mejor vete que cuando empiece el desfile, tienes que estar cerca de tu esposo”
De regreso a la mesa de la Familia Pratt escucho que le hablaban.
“La oruga se convirtió en mariposa”, rezongó Kathen de enviada.
Lindsey miró el rostro de aquella mujer, notó el odio que le tiene.
“Para que veas que también puedo brillar”
“Mi hija va a brillar en la pasarela y todos van a admirar su belleza, porque te hayas casado con Kyle y te vistas como modelo, no vas a hacer mejor que ella. Eres una ilusa como tu madre que solo sirve para que los hombres solo las usen y luego las desechen”
“Usted no tiene ningún derecho de insultar la memoria de mi madre, fue usted la que se casó con mi padre por estatus y dinero, antes de eso tú y tu hija no eran nadie”
John estaba llegando en ese momento.
“¿Cómo te atreves hablarle así a la mujer que te crío?, eres una desgraciada”
Cuando alzó la mano para darle una cachetada a su hija, sintió una mano fuerte haciendo presión, emitió un quejido de dolor.
“A mi esposa no la toca”, gruñó Kyle con la mirada sombría.
“Señor Pratt, mi hija acaba de insultar a la mujer que la protegió como una madre, no sé dónde quedó la educación que le inculcamos”, afirmó John con rabia.
“¿Acaso golpearla es la mejor solución?”
Kyle soltó a John y se posicionó al lado de su esposa, pasó una mano por su cintura para continuar
“Ahora ella es mi esposa y nadie…”
Fijó una mirada asesina sobre las personas que tiene de frente.
“Quiero decir, nadie le pone un dedo encima, el que se atreva a tocarla, me va a conocer”
John se incomodó y tragó aire, ahora entiende que no se puede meterse con esa mocosa o las acciones de su empresa se pueden ver perjudicadas.
Karen botaba espuma por la boca, no podía creer la suerte de esa mocosa por casarse con ese tirano.
“Perdón señor, no volverá a pasar”, expresó asustado John.
Lindsey sonrió amargamente, no podía creer que esos miserables le temieran al poder de un hombre.
Con elegancia se dejó guiar. Kyle le dio la espalda junto a su esposa, reprimió la ira, se abrieron paso entre los invitados y platicaron con los anfitriones.
En una habitación estaban varias modelos arreglándose, iban a desfilar vestidos exclusivos de nuevos diseñadores de moda,
Courney hizo berrinches porque ella quería escoger el vestido para el cierre, cuando le dijeron que el mismo Hugo Pratt dictaminó cual era el vestido para el final, dejó de protestar.
“Señorita, aquí está el agua para que te hidrates, recuerde que tiene que brillar esta noche”
Sonrió con delicadeza Luan, con una bandeja en la mano que contenía una botella de agua y un vaso.
Cuando fue a servir el agua, Courney le arrebató la bandeja de las manos de malas ganas.
“Quita tus asquerosas manos de mi vaso, yo misma me la sirvo, desaparece de mi vista, no soporto a los raritos cerca de mí”
Destapó el envase y se sirvió el líquido en el vaso, se lo llevó a la boca y poniendo cara de asco mientras vio desaparecer a un colorido Luan.
Courney dio otro trago de agua y se levantó para que Stefany le ayudará a colocarse el vestido.
“Será mejor que no se vuelva a sentar, usted es la estrella de la noche la que finaliza el desfile y tiene que verse perfecta”
“Gracias queridas”
Estaba emocionada, esa noche esa suya y nada la puede opacar.
“Recuerde no abrir los brazos hasta llegar al final de la pasarela, el público debe detallar la sutileza del encaje”
Courney no dijo nada, camino a la entrada de la puerta esperando ser llamada.
Cada una de las modelos recorrieron la pasarela con elegancia, llegó el turno de Courney.
Ella salió radiante con una sonrisa modelado, un vestido blanco de encaje sin manga.
Al llegar la punta del escenario abrió los brazos, el encaje jaló el broche mágico que se encontraba en la parte trasera a la altura de la espalda y una cinta en la parte delantera que unían las dos partes del vestido.
Este cae como cascada, sin que le diera tiempo a reaccionar.
Algunos presentes quedaron con la boca abierta, otros empezaron con él cotilleo, los flashes de las cámaras no dejaban de parpadear, los jóvenes sacaron su teléfono móvil.
Courney quedó completamente desnuda solo en tanga, su reacción fue ponerse las manos en los senos, comenzó a sollozar mientras gritaba.
“Esto es tu culpa desgraciada, me la vas a pagar. Apaguen las cámaras, malditos”
Las personas no sabían de quién hablaba, solo se miraron entre ellos avergonzados, también había los que sentían pena por la chica.
Un hombre que estaba de invitado se montó rápido al escenario y le colocó su abrigo.
“No me toque con tus sucias manos p$rvertidas”, gritó histérica.
“Solo trato de cubrirte, para que no te sigan mirando”, vociferó el individuo.
“¿Quién pidió tu ayuda imbécil?”
El hombre, de la pena, se dio media vuelta dejándola sola en el escenario y se bajó de inmediato.
Courney de los nervios hizo berrinches, su estómago cruje y espontáneamente sin poder evitarlo lanza unos gases intestinales fétidos.
Los que estaban cerca tuvieron que alejarse unos metros por malolientes que eran, John y Kathen lograron llegar a ella y la sacaron de allí por la parte trasera del escenario.
Freed se mantuvo a distancia, se carcajeaba de la risa al casar cuentas de quien fue el perpetrador de esa fechoría.
“Pobre amigo mío si le hace una jugada a mi cuñada, yo prefiero tenerla de amiga”
Una hora antes él observó a una pelirroja de cabello ondulado y ojos verdes que llamó su atención y se dirigió al camerino asignado a las modelos, luego entró un joven con vestimenta colorida y gafas.
Lindsey estaba divertida mirando el espectáculo,
Courney le debía varios castigos y ella se lo estaba cobrando en uno, todas las que les hizo desde que tenía ocho años.
Se estremeció con remordimiento a la vez porque esa no era su naturaleza, pero sabía que si no le daba un escarmiento y le demostraba lo que era capaz de hacer, seguiría humillándola.
“Espero hermana, que con este castigo comprendas que ya no puedes seguir pisoteándome, de lo contrario me las cobraré con creces”, murmuró entre dientes.
Kyle estudió cada gesto en la mirada de esposa y con una sonrisa traviesa dijo:
“¿Tú tienes algo que ver con esto?”
Lindsey se sobresaltó, agachó un poco la mirada y con voz mimosa respondió:
“¡No! ¿Por qué tendría que ser yo? Conociéndola debe de tener más enemigos”
Los nervios la delataban, Kyle con voz gruesa y sensual le habla cerca del oído.
“Te va a crecer la nariz como pinocho, pequeña bribona, ya tengo en mente tu castigo”
Lindsey se quedó paralizada, trató de balbucear algo, pero no supo qué decir.
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