Del odio al amor
Capítulo 46

Capítulo 46:

Antes de dar el primer paso hacia afuera, un cañón de una magnum 45 se apoyó en su frente, motivándola a entrar de nuevo al jardín.

“¡Lorena!”, exclamó Emma aterrada y cuando vio al atacante, su corazón se rompió”, Bastian.

“Baja el arma…”, dijo Emma con las manos al frente, como queriendo dominar a una bestia.

“Tu padre metió a mi madre en la cárcel… le dije que intentar acercarme a ti y enamorarte era algo estúpido, pero creyó que sería fácil manipularte “, dijo Bastian entre dientes, sin dejar de ver a Emma mientras apuntaba con su pistola a Lorena

”Aunque admito que me sorprendió que creyeras que después de tantos años sin vernos, regresaría enamorado de ti. ¡Siempre has sido una niña estúpida! ¡Ahora te revuelcas con ese maldito abogado que es tan peligroso y abusivo como Román!”.

“Buscaste a alguien tan ba$tardo como él, porque hasta donde recuerdo, eras una malagradecida, tu madre lo dio todo por ti, sacrificó su libertad y tú siempre mostraste estar del lado de Román. ¿Estás consciente de que eres una ingrata?”.

“Bueno, ya dejaste en claro que yo soy el problema, deja ir a Lorena y hablemos…”, dijo Emma con voz firme mientras su corazón moría de angustia.

“No, Emma… te equivocas… ¡Este era problema de Román y July, no nuestro!”, exclamó furioso”.

“Su sed de venganza, su egoísmo y su avaricia nos hundió a nosotros. Ahora haré las cosas como se debe”.

Bastian no se había dado cuenta que mientras hablaba, Lorena había retrocedido lo suficiente, alejándose del cañón de su arma. Lo tomó de la mano y desvió la pistola hacia el piso, tomándolo por sorpresa.

“¡Corre, Emma! ¡Ve por ayuda!”, exclamó Lorena mientras se aferraba a la mano de Bastian, intentando controlar el arma.

“¡Lorena!”.

En su nerviosismo, Emma no sabía qué hacer. Le preocupaba su amiga.

“¡Que te largues! ¡Busca ayuda!”, volvió a exclamar Lorena con desesperación.

Emma salió corriendo de la casa y entró al auto en el que habían llegado. Llamó a William mientras arrancaba el carro, cuando alguien se plantó enfrente.

“¡Sal del auto! ¡¿Dónde está Bastian?!”, exclamó Emily apuntando su arma.

“¿Hablas en serio? ¡¿Qué rayos te pasa?!”.

“¡Que salgas del auto!”, gritó Emily nerviosa.

“¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Cómo es que lo conoces? ¿Por qué me estás apuntando con esa arma…?”, se preguntó Emma viendo a quien decía ser su amiga atentando contra su vida

“No es cierto… ¡¿Sabes qué?! ¡No tengo tiempo para esto!”.

“¡Sal del auto y tira tu teléfono! “, gritó más fuerte.

La forma en la que sostenía el arma le avisaba a Emma que nunca había tenido una en la mano.

Lentamente Emma bajó el teléfono, aún sonando, e hizo rugir el motor.

“Tanto tú como yo tenemos una sola oportunidad y estoy segura de que tendré mejor puntería con el auto, que tú con el arma”, dijo Emma con media sonrisa antes de pisar a fondo el acelerador.

“¡No vendrá nadie a ayudarlas! ¡Están solas en esto!”, exclamó Bastian y levantó su puño, dispuesto a golpearla.

Lorena levantó el codo y golpeó el rostro de Bastian repetidas veces mientras su otra mano seguía aferrándose al arma. Levantó la rodilla, impactándola contra su codo, haciendo que este se desarticulara y el dolor hiciera que Bastian tirara el arma.

Sorprendido por la habilidad de la sirvienta, retrocedió hasta que su espalda chocó con la barda, sujetando su codo mientras veía como la criatura temblorosa y frágil se mostraba fría y letal. Quiso alcanzar su arma en el piso, pero Lorena la tomó y respondió con otro golpe que lo tiró de espaldas.

“Que bien se lo tenía guardado Román…”, dijo Bastian entendiendo lo que había ocurrido y pensando en cada persona que trabajaba para ese CEO desalmado que alguna vez consideró un amigo.

“Entenderás que no puedo dejarte ir vivo de esto… nadie debe de saber”, dijo Lorena y revisó el cartucho, corroborando que tuviera balas suficientes.

“¿Desde cuándo Román instruye a su servidumbre?”, inquirió Bastian riendo suavemente mientras sus ojos estaban clavados en ese cielo nublado.

´Desde el primer día que pisamos esa casa´, pensó.

Lorena sabiendo que no podía admitir ni decir nada en voz alta, por seguridad de Román y el resto de sus compañeros. Apuntó el arma hacia Bastian y su dedo se posó con delicadeza en el gatillo.

“¿Cuántos son? ¿Por qué nunca se han defendido antes?”.

´No tenemos permiso de usar todo lo aprendido a menos que el Señor Román, su esposa o cualquiera de sus hijos esté en peligro´, pensó Lorena y suspiró.

Ya llevaba diez años sirviendo a Román y aún recordaba sus órdenes como el primer día.

“Qué inteligente, ¿Quién sospecharía de la estúpida sirvienta o del chofer tímido? ¿Quién temería del abogado atolondrado y estricto? ¡Román es un p%to genio!”.

´Y te llevarás el secreto a la tumba´.

Lorena jaló el gatillo un par de veces, con la mano firme y sin cerrar los ojos.

Cuando se aseguró de que Bastian no se levantaría, limpió el arma y la guardó en la bolsita de su delantal blanco, así como los casquillos que cayeron al suelo.

Alisó su falda y trotó hacia la entrada. En cuanto rebasó las rejas, escuchó el chirrido de llantas y un disparo al aire.

“¡Emma!”, exclamó antes de salir corriendo.

Con solo una mano sobre el volante, Emma mantenía la mirada fija al frente, el parabrisas tenía un agujero que aún humeaba y marcaba el punto exacto en el que había entrado la bala.

Los gritos del teléfono la trajeron de regreso a la realidad. Contestó la llamada y la voz feroz de William la hizo sonreír.

“¡¿Emma?! ¡¿Qué está pasando?!”, exclamó sorprendido.

“Arrollé a alguien”, contestó Emma y se recargó en su asiento.

“¡¿Qué?!”.

“Pero ella empezó, me disparó…”.

“¡¿Estás bien?! ¡¿Cómo que te disparó?!”, William estaba perdiendo la cabeza.

“¿Pueden venir antes que la policía?”, preguntó Emma con una sonrisa cansada

“Te mandaré la ubicación”.

Colgó antes de escuchar más gritos por parte de su esposo.

“¡Emma! ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué pasó?!”, exclamó Lorena asomándose por la ventana.

“Ella disparó, yo aceleré… yo acerté, ella no… “, dijo cansada, sintiendo ese bajón de adrenalina

“Solo quiero ir a casa… con mi bebé…”.

Lorena abrió la puerta y abrazó a Emma, consolándola con ternura.

“Así será, Emma…”, respondió con esa voz tan dulce, al recordar a esa pequeña niña de siete años que conoció.

“Eso fue lo que ocurrió… no hay más…”, dijo.

Lorena en el despacho de Román y dejó el arma de Bastian en el escritorio junto con los casquillos.

“Creo que necesitas un descanso”, respondió Román tomando el arma.

“Álvaro nunca ha necesitado un descanso…”.

“Álvaro nunca ha matado a nadie…”.

“No me siento mal, no me arrepiento ni creo que eso vaya a afectar mi desempeño…”, añadió Lorena suplicante.

“Lorena, pudiste herirlo y ya, pero decidiste tomar su vida… Desde que dejaste entrar a Johan a la residencia Sorrentino, tuve que mandarte de vacaciones. Sabías lo que era desde el momento que tocó a la puerta y lo permitiste entrar… ¿Crees que no me di cuenta?”.

“No pensé que fuera su intención lastimar a alguien. Si él tenía ganas de trabajar para usted pudo haber sido de gran utilidad… y…”.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar