Déjeme ir, Señor Hill -
Capítulo 2652
Capítulo 2652:
La sede de la Corporación Jewell.
Se estaba celebrando una reunión urgente.
Chester, que estaba sentado en el sillón de cuero, oyó discutir durante largo rato al departamento de relaciones públicas. Incapaz de tolerarlo, dio un manotazo en la mesa.
«Yo quiero una solución que me permita minimizar las pérdidas después de cargar con la responsabilidad. Hasta ahora, estás desplazando la culpa por meros beneficios. ¿Por qué gasté tanto dinero contratando a semejante panda de inútiles?».
Los del departamento de relaciones públicas se asustaron al instante.
Tras un largo rato, el director del departamento dijo primero: «Redactemos nuestra disculpa pública. Mientras tengamos una buena actitud, todo el mundo nos perdonará. Después de todo, los recursos médicos de la Familia Jewell son los mejores del país. Nos perdonarán a menos que nadie quiera ser tratado».
«Con permiso».
De repente, la puerta de la sala de conferencias se abrió de un empujón. Entraron unos cuantos policías. «Chester, eres sospechoso de haber forzado a una mujer. Por favor, ven con nosotros a comisaría».
«Tengo una reunión ahora. Puedes buscar a mi abogado para cualquier asunto», respondió Chester con impaciencia, pensando que Eliza estaba montando una escena.
El agente de policía al mando era una mujer. Tras haber escuchado muchas de las grabaciones de Chester en Internet, en aquel momento le daba un asco tremendo.
La agente le esposó sin vacilar: «Deja de decir tonterías. La persona que te ha denunciado ha presentado muchas grabaciones. Incluso hay más de cientos de millones de internautas prestando atención a este asunto. Debes venir con nosotros».
Y tiró de Chester, que abandonó su asiento.
El atractivo rostro de Chester se oscureció al instante como el cielo nocturno.
Cuando se lo llevaron, en la sala de conferencias se formó un revuelo.
¿Qué estaba ocurriendo?
Habían presenciado cómo la policía se llevaba a Chester a la fuerza.
Alguien se puso rápidamente en contacto con otros accionistas de la Corporación Jewell.
…
En la comisaría.
Cuando Chester vio las pruebas que le mostró la policía, se quedó estupefacto, a pesar de su habitual serenidad.
Eliza, aquella loca, había grabado muchas de sus palabras en secreto cuando estaban juntos.
Además, incluso había divulgado muchas grabaciones en Internet, no expuso las grabaciones que contenían sus asuntos privados en la cama, pero se las había entregado a la policía.
«Yo no la obligué. Lo hicimos voluntariamente». Al fin y al cabo, Chester conocía la ley. Pronto lo negó todo: «Ella me pidió dinero prestado unas cuantas veces, y yo incluso le regalé bolsos y joyas. Sólo teníamos tratos financieros».
«¿Te refieres a esos bolsos?». El agente sacó unas fotos. «Estos bolsos hace tiempo que se vendieron. Además, el dinero ganado con la venta de estos bolsos se donó a la caridad bajo tu nombre. En cuanto al dinero al que te referías, Eliza nunca lo ha utilizado.
Chester, hemos averiguado que regalabas propiedades, coches lujosos, dinero y joyas a las mujeres con las que solías estar, pero Eliza no tenía nada. Simplemente nada. ¿Por qué iba a estar contigo una artista de primera?».
La oficial resopló bruscamente. «¿Vas a decir que le gustaba lo hábil que eras? Pero por tus grabaciones, puedo decir que sufría en la cama. No intentes refutarlo. Tu desagradable comportamiento ha tenido un gran impacto en la sociedad».
En cuanto la oficial terminó de hablar, se puso en pie. «Más tarde, enviaremos tu información a la agencia de seguridad nacional. Pronto habrá litigios por tu caso».
Cuando ella se marchó, Chester apretó torpemente los puños sobre la mesa.
Las venas del dorso de sus puños se abultaron.
¡Maldita sea, Eliza! era capaz de arrinconarlo.
¿Qué demonios intentaba hacer?
Una hora más tarde, el Abogado Larsen se acercó. «Presidente Jewell, lo siento mucho. Este caso ha causado enormes problemas y un impacto terrible. Después de intentar pensar en muchas maneras, sigo sin poder pagar tu fianza».
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