De odiarnos a amarnos -
Capítulo 47 (FIN)
Capítulo 47: (FIN)
“¡Lorena!”.
“¡¿Sí, Señor?!”.
“¿Cuántos años llevas sirviéndome?”, preguntó.
Román poniéndose de pie, acercándose a ella.
“Diez, Señor…”.
“En esos diez años me has visto perder la fiereza… dominado por lo que siento por Frida y mi amor incondicional hacia mis hijos. ¿Entiendes por qué no les permito tener pareja? El amor nos vuelve débiles y yo soy un hombre enamorado, por eso necesito que ustedes sean fuertes para cuando yo no piense con claridad…”.
“Te has encargado de proteger lo que más amo, siempre has estado al lado de Frida y de mis hijos. Necesito que tengas la mente clara y despejada…”, continuó.
“Pero… Señor…”.
“Regresarás con tu familia a ese maldito pueblo del que te saqué…”.
“¿Me está despidiendo?”, preguntó Lorena llena de miedo y se levantó para enfrentarlo.
Román tomó su mano y la levantó hacia él, viendo cómo temblaba.
“Te estoy dando tiempo para calmar tus nervios y que proceses lo que hiciste. Te estoy dando la oportunidad de que estés muy lejos de todo esto mientras Álvaro te encubre por el asesinato de Bastian. Si te busca la policía, tendré la oportunidad de sacarte del país. Ahora empieza a empacar…”.
“¿Puedo irme después de festejar el cumpleaños de Emma?”, preguntó Lorena con pesar.
“Ni un día más…”, respondió Román viéndola con tristeza, a él tampoco le gustaba enviarla lejos.
“Gracias, Señor”, contestó Lorena y agachando el rostro, salió del despacho de su jefe.
“¡Lorena!”.
La pobre sirvienta pegó un brinco y casi tira el pastel de cumpleaños. Cuando buscó al dueño de esa voz, se encontró a Hugo con una sonrisa amplia.
“Señor Hugo, qué gusto verlo de nuevo”, dijo con recelo y avanzó con el pastel, alejándolo de ese dedo que deseaba robar algo de glaseado.
“He vuelto y solo recibo tu mirada furiosa”, respondió Hugo torciendo los ojos
“Mejor deberías de contarme todo lo que me perdí desde la boda de Emma.
“¡Ay, no! ¡Pasaron demasiadas cosas como para explicarlas todas!”.
“Bueno, ¿puedes explicarme por qué hay dos niños en vez de uno?”, preguntó confundido al ver como Emma lidiaba con Alejandro y Tim
” ¿De dónde salió el otro?”.
“Mejor ayúdeme a llevar el pastel, pero no se lo vaya a comer”, dijo Lorena levantando una ceja con descontento.
Hugo, resignado, fue directo al jardín de la residencia Harper, untando con betún a los pequeños Mateo y Benjamín que pasaron corriendo a su lado.
Cuando estaba dispuesto a jugarle una broma a su encantador cuñado, Román, que jugaba con el pequeño Tim sobre su regazo, esa mirada fría y asesina lo hizo cambiar de dirección.
“Hugo… qué gusto verte”, dijo Román viendo el dedo de Hugo lleno de betún.
“Román… lo mismo digo”, contestó tragando saliva y dio media vuelta.
Los planes de Emma por retomar la escuela estaban en pie y William decidió hacerse cargo de la firma de abogados que había sido de Gonzalo, uniéndola a la suya y cambiando el nombre a G&H.
Ahora trabajaba muy de cerca con su suegro y aunque eran dos hombres imponentes y fuertes, habían aprendido a tolerar y respetar los límites de ambos.
El pequeño Tim estaba en proceso de adopción, volviéndose el hermano mayor de Alejandro, y tal y como había esperado William, eran muy buenos amigos, tanto como él lo había sido de su hermano.
“Es un dulce gesto que lo hayas aceptado como parte de tu familia”, dijo Frida viendo al pequeño Tim riendo entre los brazos de Román.
Era como ver a un dulce corderito jugando con un imponente león.
“La sangre no te hace familia”, dijo Emma enternecida.
“Eso me lo enseñó un gran hombre al que llamo, con mucho cariño, papá”.
“Es hora de volver a tu hogar…”, dijo Román viendo a la familia reunida en el jardín.
“Todos risueños y disfrutando”.
Los ojos de Lorena se llenaron de lágrimas producto de la melancolía. Esa gente en el jardín era su familia y sentía que perdería un pedazo de su corazón al partir.
“Creo que después de tanto tiempo, mi casa está donde pueda escuchar a la Señora Frida tocando el violín o donde pueda cocinar con Emma. Mi hogar es donde vea a Carina bailando sola, donde el pequeño Mateo me llame para que le ayude a bajar la caja de galletas o sacar del lodo a mi querido Benjamín mientras juega con lombrices… si me voy, ¿a quién le gritará?”.
Pegó su frente al pecho de Román y comenzó a llorar desconsolada.
Viéndola con tristeza, la estrechó con cariño, era tan pequeña que parecía desaparecer entre sus brazos.
“No quiero regresar”.
“Me encantaría que te quedaras aquí, pero es peligroso. Los Señores Bafel están buscando al responsable del asesinato de Bastian y de esa tal Emily que parecía trabajar para July”.
“Tampoco deseaba verla partir, pero era como una hermana menor a la cual no quería ver detrás de las rejas”.
Hablaré con William y le diré la verdad… creo que podría hacer buena mancuerna con Álvaro y resolver este problema rápidamente.
Lorena asintió con la cabeza y tomó su distancia para limpiarse las lágrimas.
“¡Lorena! ¡Ven, ayúdame!”, exclamó Carina tomando de la mano a su amiga.
“Álvaro no quiere ponerse el gorrito de cumpleaños… ¿Estás bien?”.
“Sí, lo que pasa es que me quiero resfriar”, contestó Lorena y aunque no convenció del todo a Carina fue suficiente para que lo dejara pasar.
Vio una última vez a Román y aunque quiso sonreír, la tristeza se había apoderado de su rostro por completo. Saber que regresaría en algún momento, no la consolaba.
Emma veía con atención a los integrantes de su familia y podía comprender cada sentido que la palabra ´amor´ tenía. Lo veía en Cari y Lorena jugueteando con el huraño de Álvaro, que muy a su pesar accedía a ponerse un gorrito de cumpleaños. ¿Por qué? Porque las amaba y podía hacer a un lado su dignidad por verlas sonreír.
Cuando volteó pudo ver a Frida jugueteando con
Hugo, era como si el tiempo regresara y volvieran a ser dos niños, y eso también era un claro ejemplo de amor, que se transformaba en el corazón de Frida cuando Román la tomaba por la cintura y la llenaba de besos.
Incluso su viejo abuelo, jugando con los pequeños Mateo y Benjamín, riendo y disfrutando de sus nietos, era otra muestra de amor. Cada uno podría tener una forma de pensar en particular, pero… el amor siempre estaba por encima de todo.
De pronto volteó, encontrando al hombre que le arrancaba suspiros. Al verlo a los ojos podía recordar cada segundo a su lado, desde los peores momentos hasta los mejores y todo eso la llevaba al mismo punto, el amor que sentía por él era fuerte y podía jurar que también sería eterno.
“¿En qué piensas?”, preguntó William desconcertado por la intensidad de la mirada de Emma mientras cargaba al pequeño Alejandro.
“En que te amo con cada fibra de mi ser y que jamás quiero alejarme de ti. No importa lo que pase…”, dijo con el pecho lleno de sentimiento y una lágrima corrió por su mejilla.
“Mi leoncita… ¿Estás sentimental?”, preguntó William envolviéndola entre sus brazos.
“Mi hermosa Emma, no llores… también te amo mucho y nunca estaremos lejos el uno del otro. Siempre juntos con nuestra familia”.
“Sí, mami, no llores”, dijo Tim abrazándose a las piernas de Emma y en vez de calmar sus lágrimas la motivó a llorar más.
“¡Awww! Sí… no llores, Emma”, dijo Cari abrazándola también
“No importa cuánto envejezcas, siempre te voy a querer”.
“Carina… No estoy llorando por eso”, reclamó
Emma sabiendo que su hermana había terminado con lo emotivo del momento.
“¡Sí, Emma! ¡No llores porque tu pastel se quedó sin betún! ¡Prometo comprarte otro!”, dijo Hugo acercándose al abrazo grupal.
“¡Señor Hugo! ¡Le dije que no manoseara el pastel!”, exclamó Lorena indignada.
Ante los ojos de Román y Frida, la escena era satisfactoria.
“La tragedia comenzó en su cumpleaños…”, dijo Román besando la mano de su esposa.
“Y terminó en su cumpleaños…”, contestó Frida y suspiró.
“Encontró a su propio hombre rudo con corazón de chocolate”.
Supongo que del odio al amor, solo hay un paso.
William besó tiernamente a Emma, calmando el dolor de su corazón y llenándola de felicidad. Haciéndola sentir que las cosas solo podrían mejorar a partir de ahora.
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FIN
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