Cortejando a su exesposa -
Capítulo 27
Capítulo 27:
Liza golpeó la puerta de madera de cerezo, mientras esperaba fuera. Su rostro estaba ahora limpio y desnudo, libre del disfraz y de las lágrimas que se habían estampado por sus mejillas en cuanto había llegado a la seguridad de su coche.
Su vestido estaba un poco polvoriento de haberse sentado en el suelo, pero estaba segura de que a Melanie no le importaría. La puerta se abrió y vio a una sonriente Melanie con el pelo teñido de azul intenso y un Max de dos años pegado a la cadera.
Liza sonrió ante el espectáculo que se le ofrecía mientras Max hacía aspavientos para acercarse a Liza. Cogió a Max de Melanie y entró en la casa.
“¿Qué pasa Liz?» preguntó Melanie mientras se sentaba en una silla frente al pasillo de la cocina.
“Os echaba de menos, y especialmente a Max”.
contestó Liza, haciéndole cosquillas a Max, que soltó una risita encantada. Melanie miró a Liza preocupada. Sabía que algo pasaba. Liza nunca venía sin avisar, prefería pasar todo el tiempo que podía trabajando y por eso siempre confirmaba sus visitas.
Si hubiera una palabra para definir a Liza, sería meticulosa.
«¿Qué pasa realmente Liz?» preguntó Melanie mientras Liza seguía jugando con Max. Liza dejó escapar un suspiro y colocó a Max en su silla junto a ella. Debería haber sabido que Melanie se daría cuenta en cuestión de minutos.
“Tuve una charla con Jonathan» dijo Liza, al ver una expresión de confusión en el rostro de Melanie continuó «sobre nuestro pasado”.
Melanie soltó un grito ahogado. Sabía que aunque Liza decía haberlo superado, su pasado era un tema delicado para ella.
“Se disculpó Mel. Me dijo que me quería. Sentí de nuevo la atracción, en la boca del estómago, tirando de mí hacia él, pero no pude hacerlo. Después de todo lo que hemos pasado. Sé que está herido y que también sufre, pero no puedo volver a hacerlo”.
Dijo Liza, las lágrimas empezaban a hacer su reaparición. Melanie se levantó de su asiento y fue a abrazar a Liza.
“Tomé la decisión correcta Mel, ¿verdad? Aunque nos duela a las dos por ahora, nos evitará el dolor más adelante. Ya no puedo volver a la relación con Jonathan, me asfixiará”.
Melanie frotó la espalda de Liza mientras lloraba, asegurando a Liza que había tomado la decisión correcta, que hacer daño a Jonathan no la convertía en una mala persona, que encontraría a alguien más.
Liza gimió al abrir los ojos, cegada por la luz dorada que entraba por la ventana. Se los frotó con la esperanza de deshacerse de la ceguera temporal y suspiró aliviada cuando la vista de la habitación se hizo más clara. Se estiró como un felino para aflojar los músculos acalambrados.
Liza se sentía muy mal desde hacía dos días. Hablar con Jonathan le había pasado factura.
Por suerte, Melanie y Carson la habían recibido con los brazos abiertos cuando se presentó en su casa, incapaz de ir sola. Sonrió al ver a Carson durmiendo en la silla de al lado. Se había quedado despierto con ella la noche anterior, hablándole de su infancia, de cómo había conocido a Melanie. Carson había hablado de sus errores, de sus miedos y de cómo Liza, Melanie y Max eran su fuerza.
Escuchándole, Liza se había dado cuenta de que, aunque no fueran idénticos a los suyos, todos habían pasado por algún tipo de dolor, habían experimentado heridas, tenían sus propias cicatrices y, sin embargo, las habían superado y habían seguido adelante.
Carson había encontrado el amor de su vida en Melanie, una vez que habían superado sus diferencias, pero Liza sabía que esa no era una opción para ella porque, a diferencia de Jonathan, Melanie no había traicionado a Carson.
Liza miró el móvil que yacía a su lado, seguía parpadeando, señal de que había un mensaje esperando. Se preguntó si debía abrirlo o no.
Ella conocía el contenido de ese asunto o al menos presumía que lo conocía. El mensaje era lo que la había puesto sobre aviso la noche anterior, haciéndola correr hacia el cálido abrazo de Carson, que la había calmado con sus sabias palabras.
Liza se dio cuenta de que, aunque había salido con pocos hombres en los últimos años, en realidad no les había dejado entrar ni se había esforzado siquiera por conocerlos. El mensaje de texto en su móvil le ofrecía una salida del castillo que había construido a su alrededor.
Era consciente de que sería peligroso, de que correría el riesgo de que le rompieran el corazón de nuevo, pero estaba cansada de vivir sola, así que con un arranque de valor, abrió el mensaje y aparecieron dos ticks que hicieron saber al remitente que por fin había leído el mensaje.
Liza se paseó por la habitación, mientras Carson y Melanie intentaban aplacarla. Después de que se le pasara el repentino arrebato de coraje, Liza se había quedado como un lío lloriqueando, preguntándose qué responder y cómo hacerlo.
El mensaje era de Steve, que le preguntaba si le parecía bien salir con ella al día siguiente. Por un lado, Liza quería decir que sí, que había dicho la verdad cuando había dicho que ya no quería vivir en un castillo, mientras que por otro lado se preguntaba si estaba bien tener una cita justo después de haber hablado con Jonathan.
Frustrada por la indecisión de Liza, Melanie le quitó el móvil y envió la respuesta a Steve. Liza chilló cuando Melanie pulsó el botón de enviar y le arrebató el teléfono para leer la respuesta que le había enviado.
Es genial. Estaré esperando ansiosamente ;)’
«Un guiño, en serio Mel, ¿un maldito guiño? Es sólo una cita casual. No quiero darle ninguna idea equivocada. ¿Y a qué viene lo de ‘estaré esperando ansiosamente’?”. Dijo Liza exasperada.
Había querido enviarle una simple respuesta confirmando la cita. Pero entonces Melanie tuvo que adelantarse y añadir el guiño y el texto sugerente. Liza gimió mientras volvía a leer el mensaje. Segundos después, su móvil sonó y mostró «Yo también estoy emocionada por esta cita :)» de Steve.
Melanie se inclino sobre el hombro de Liza y comenzo a arrullar a Steve diciendo que era el chico mas dulce del mundo, a lo que Carson respondio con una mueca, refunfuñando acerca de como tendria que conocer a Steve antes de salir con Liza.
Liza puso los ojos en blanco ante su infantilismo. Aunque Liza seguía indecisa, no le quedaba más remedio que acudir a la cita con Steve, sin saber lo que le depararía el futuro, dejó escapar un suspiro resignada sabiendo que no podría librarse de esta cita aunque quisiera.
Jonathan había pasado los dos últimos días encerrado en su habitación. Sabía que Liza nunca volvería con él y el peso de ese pequeño conocimiento lo había derribado haciéndolo incapaz de funcionar.
A medida que Liza le iba contando las razones por las que nunca podrían volver a estar juntos, él las iba comprendiendo y aunque una parte de él quería negarlas, gritar que estaban equivocadas, que podían superar cualquier cosa, una parte mayor de él parecía aceptarlas y eso era lo que hacía que renunciar a Liza fuera aún más doloroso.
Jonathan sabía que podía amar a Liza más de lo que nadie en el mundo podría jamás y, sin embargo, era incapaz de amarla porque si la amaba más, sólo estaría haciéndole daño. Ya le había hecho bastante daño durante toda una vida y no iba a volver a hacerlo.
Así que, en silencio, mientras estaba sentado dentro de su habitación vacía y un poco fría renunció a Liza, resignándose a atesorar el recuerdo de amarla y en algún lugar esperando volver a sentir ese amor.
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