Capítulo 23:

Liza y Jonathan se sentaron en silencio mientras Jonathan reunía fuerzas para hablar poco a poco. Liza no había visto a Jonathan así en el tiempo que llevaba con él.

Incluso cuando se disculpaba tenía un aire de serenidad a su alrededor, pero en aquel momento Jonathan parecía nada menos que un desastre. Liza se preguntó cuánto tiempo tardarían en salir de la pequeña habitación en la que estaban encerrados, cada vez le resultaba más sofocante, sobre todo con el aire pesado que los rodeaba.

“Me toca a mí, ¿no?”.

Preguntó Jonathan, su voz era áspera como si hubiera gritado a todo pulmón y le hubiera dolido la garganta por ello. Y aunque había silencio en aquella habitación mal ventilada y en penumbra, a Liza le pareció ensordecedor. Liza asintió en señal de que Jonathan siguiera adelante y le hiciera su pregunta.

En el momento en que había decidido desafiar a Liza a veinte preguntas, había sabido que no sería un juego sencillo, pero tampoco se había dado cuenta de que se sentiría como caminar sobre el filo de una navaja. Jonathan evaluó cuidadosamente a Liza mientras le preguntaba «¿Por qué nunca me dijiste que sabías lo de Stacy, ni siquiera cuando te culpé?”.

Jonathan preguntó, encogiéndose ante el nombre de Stacy. Observó cómo Liza dejaba escapar un suspiro y se recostaba contra la pared polvorienta. Cerró los ojos antes de abrirlos. Jonathan se ponía más ansioso a cada segundo que pasaba. Había pasado muchas noches preguntándose por qué Liza nunca se había enfrentado a él. ¿Por qué no se lo había devuelto cuando él la había acusado y, lo que era más importante, por qué no se había defendido?

Liza podía sentir la ansiedad mezclada con la curiosidad rodando de Jonathan. Abrió la boca para hablar e inmediatamente la espalda de Jonathan se enderezó.

“Al principio, no me enfrenté a ti porque no quería perderte», dijo Liza.

“Pensé que si sabías que yo estaba al tanto de Stacy, me dejarías para estar con ella. Así que me hice la tonta. Además, no quería creer que alguna vez me engañarías. Me esforcé tanto por convencerme de que no era real, que sólo era un malentendido. Intenté inventarme tantas excusas, tantos escenarios en los que saldrías inocente. Mirándome ahora a mí misma, me siento tan patética e ingenua. Creía tontamente en los «felices para siempre» y en que el amor podía superarlo todo. Pensé que si te demostraba cuánto te quería, dejarías de verla, de quererla, de traerte pequeños recuerdos en forma de marcas de pintalabios y chupetones del tiempo que pasaste con ella. Pero nunca dejaste de hacerlo”.

Liz se detuvo para no derrumbarse delante de Jonathan mientras los dolorosos recuerdos se abalanzaban sobre ella.

Jonathan la observó mientras respiraba profundamente antes de continuar de nuevo, ella nunca abrió los ojos mientras hablaba «Todas esas veces que traté de hacer algo especial para ti, tener una cena romántica, salir en una cita o simplemente hacer el amor, todo pasó de largo y continuaste caminando por ese camino conmigo a la zaga tratando de captar tu atención.»

Dijo Liza mientras recordaba aquellos días que había pasado intentando recuperar a su Jonathan.

«Ojalá pudiera volver a mi antiguo yo y decirle que dejara de perder el tiempo, que dejara de causar daño a su propio corazón viéndote una y otra vez. Puede que entonces pareciera desesperada, pero en aquel momento lo único que quería era hacerte ver lo que teníamos, evitar que nuestra relación se desmoronara, al fin y al cabo, daba igual. Nos separamos y fue la mejor decisión que tomé. Yo seguiría viviendo en nuestra asfixiante relación, tú seguirías con Stacy y yo seguiría muriendo poco a poco cada día. Cuando me acusaste aquel día, todos mis caprichos sobre el amor verdadero se hicieron añicos y me di cuenta de que quizá lo que teníamos ya no era amor. El amor se basa en la confianza, el respeto y la fe. En el momento en que me acusaste, me di cuenta de que no tenías ni lo uno ni lo otro y que sin esas tres cosas el amor no era más que una palabra hueca. Dejé de luchar por ti, por nuestra relación y por el amor que una vez compartimos porque ya no merecía la pena. Sólo me aferraba a los restos de una relación que se había convertido en cenizas hacía mucho tiempo. Así que te dejé marchar. Enfrentarte o echarte en cara tu aventura con Stacy habría sido inútil, no habría importado que te hubieras disculpado en aquel momento. Defenderme también habría sido un desperdicio porque ni siquiera tenías un mínimo de confianza en mí y qué iba a conseguir viviendo con alguien que podía echarme la culpa sin siquiera preguntarme de qué se trataba. Así que no me molesté con ninguno de los dos o simplemente me fui”. dijo Liza.

Su voz era suave pero especulativa. Era como si estuviera evaluando su pasado y cacareando sus errores. Liza había crecido mucho, se había vuelto más madura, menos fantasiosa y con los pies en la tierra. Había dejado la idea de encontrar un amor perfecto para las novelas románticas y se había conformado con el amor que recibía de su familia.

Tenía citas, pero nunca le gustaba la gente con la que salía. Siempre había un hombre atractivo o un hombre inteligente, o incluso alguien que le provocaba mariposas, pero nunca alguien que le hiciera palpitar el corazón.

Estaba segura de que algún día conocería a alguien que le hiciera palpitar el corazón, pero esta vez no tenía prisa, estaba satisfecha y era paciente, y se tomaría su tiempo antes de enamorarse de alguien, porque ya tenía heridas de la última vez que se había caído y quería tener cuidado.

Sus cicatrices le durarían toda la vida y no quería más.

Jonathan se sentó derecho, escuchando cada palabra que salía de la boca de Liza. Cuanto más escuchaba, más se daba cuenta de por lo que había pasado Liza. Las cartas que Liza había escrito parecían una ensoñación frente a la pesadilla que las palabras de Liza pintaban ante él.

Podía oír la desaprobación por sus acciones y el dolor debido a sus pecados en la voz de Liza y mientras permanecía sentado de espaldas a la pared y con los ojos esperando alcanzar los de Liza, para echar un vistazo al interior de su mente, se preguntaba si alguna vez sería capaz de compensar el crimen que había cometido.

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