CEO, mímame -
Capítulo 16
Capítulo 16:
El Doctor Peter se dio cuenta de que su expresión cambiaba de repente y miró hacia donde ella miraba.
Pero no se veía nada, sólo gente que iba y venía a toda prisa.
Parecía que un hombre sostenía a una mujer con las manos, pero también parecía que la mujer se agarraba al brazo del hombre, su cabeza se apoyaba estrechamente en el pecho de éste.
La mujer llevaba una bata de hospital y el pelo largo. Parecía una hierba delgada pero débil, e incluso un viento podría derribarla.
Entonces, el hombre se quitó el abrigo y lo cubrió sobre aquella mujer, ayudándola a apretarse el abrigo, diciendo algunas palabras.
La mujer sonrió tras oír lo que el hombre había dicho.
Por fin, el hombre puso una de sus manos sobre el hombro de la mujer y ambos se alejaron entre la multitud.
Sarah frunció la boca y se quedó aturdida. Pensó que debía acercarse y verlos claramente.
«Sarah, ¿A quién estás mirando?».
La pregunta del Doctor Peter le hizo recapacitar.
“Oh, a un amigo mío. Dijo que su amiga estaba enferma en el hospital. No sé si es él».
«Oh, ¿Es así?» dijo el Doctor Peter con media comprensión. «Bueno, no puedo recibirle. Todavía me esperan algunas operaciones. Puedes ir a ver cómo está tu padre».
Después de despedir sonriente al Doctor Peter, Sarah miró hacia atrás.
No había nadie.
Pasaron varios minutos hasta que decidiera entrar a la sala en donde estaba su padre.
Tomó agua caliente para lavar su espalda.
Normalmente era el cuidador quien lo hacía, pero hoy quería lavarle la cara ella sola.
Los ojos del paciente se cerraron suavemente. Afortunadamente, aún le latía el corazón.
Ella miró de cerca al hombre.
Sosteniendo una toalla, ella frotó suavemente a lo largo de su frente y los ojos.
Se sintió triste de repente.
«Papá, estoy casada».
El sonido pe$etró gradualmente en un rastro de asfixia, un corazón represivo difícil de ocultar, con la última sensación de impotencia.
«Es la Familia de Andrew, ¿Sabes? Solías pedirme que me casara con un hombre rico y decías que la vida sería mejor. En aquella época, nuestra familia era tan rica que no creía necesario encontrar a alguien rico. Me encantan esos tiempos. Aunque supongo que tenías razón. Una persona rica nos salvó a ti y a mí… Todo esto, es una locura. Papá… yo, me casé, ¿Me oyes?»
Después de media hora de divagar, Sarah vació la palangana de agua. Sus ojos se pusieron rojos.
Luego se fue.
El viento frío soplaba en su mente. Cuando llegó a la puerta, recordó que le había prometido al Señor Andrew que tenía que dejar esos trabajos.
Llamaron a un taxi y Sarah salió del hospital.
Parecía haber sabido que ella se iría, así que el procedimiento de renuncia fue muy fácil de terminar.
Sus cosas personales también fueron empaquetadas para ella con antelación.
Acababa de llegar al bar…
Al entrar en el Bar Waltz, los ojos de los hombres se posaron en ella como lobos.
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