Buscando recuperarla -
Capítulo 20
Capítulo 20:
No había nada como rozarse contra su pecho.
Con las manos metidas por dentro de sus pantalones, había comenzado a desabrocharle la cremallera.
Él hacía lo mismo con sus vaqueros rosas.
Habían aprendido a darse placer sin llegar hasta el final.
Pero esa noche Celia estaba más egoísta que nunca.
Tenía tanto miedo de perderle…
Habían cometido una estupidez.
Lo habían hecho sin preservativo.
Y después había necesitado que la llevara al org%smo con la mano.
La primera vez no había sido tan explosiva como esperaba.
Pero tampoco se había quedado embarazada ese día, y eso les había vuelto más temerarios las semanas siguientes.
Malcolm estaba decidido a darle ese placer arrebatador mientras estaba dentro de ella…
Celia se escondió mejor entre las sábanas, refugiándose en los recuerdos, los buenos, y después en los malos.
Había pasado años diciéndose a sí misma que él no la había querido tanto como ella a él, que habían llegado a ser una pareja solo porque ella le había perseguido hasta la saciedad.
¿Qué adolescente decía que no al se%o?
Pero la noche anterior, al oírle tocar esa canción, se había dado cuenta de que no estaba en lo cierto.
Autoconvencerse de algo que no era verdad solo había sido una estrategia para aligerar la culpa que sentía por los estragos que había hecho en su vida.
Echó a un lado la manta.
De repente oyó un ruido proveniente del exterior.
Fue hacia la ventana y abrió las persianas de madera.
Oh, cielos.
Pensó, conteniendo el aliento.
Se apartó rápidamente.
El jardín estaba atestado.
Coches, furgonetas de los medios, decenas de personas que llegaban hasta la acera…
Cerró las persianas del todo y pasó el pestillo de las ventanas.
Su casa estaba invadida y estaba claro que no tenía nada que ver con el acosador.
Recogió el albornoz del pie de la cama y fue hacia la puerta, poniéndoselo por el camino.
Se dirigió hacia el salón.
Nada más entrar se detuvo en seco.
Malcolm estaba tumbado en el sofá.
Solo llevaba unos vaqueros y tenía la manta enroscada alrededor de la cintura.
Celia contuvo el aliento.
Los músculos que había intuido por debajo de la camisa estaban al descubierto.
¿Por qué no le había salido barriga ni se había quedado calvo?
Por lo menos podría haberse convertido en un idiota vanidoso.
Se arrodilló junto al sofá.
Le puso la mano en el hombro.
El calor de su piel la invadía por dentro.
Quitó la mano de inmediato.
“¿Malcolm? Malcolm, tienes que despertarte”.
Él se incorporó de un salto, empuñando un arma.
Tenía una pistola en la mano.
Apuntó al techo.
“¿Malcolm?”
Celia gritó.
“¿De dónde ha salido eso?”
“Es mía y está registrada. La tengo por protección, y creo que no viene nada mal, dado que te están amenazando. Seguro que cualquier posible intruso se asusta más con ella que si les doy en la cabeza con una partitura enrollada”
Puso el arma sobre una mesita con una sonrisa en los labios.
“Será mejor que no me des sorpresas cuando estoy dormido”.
“¿Las fans acosadoras te despiertan a menudo?”
Celia se frotó los brazos.
De repente sentía mucho frío.
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