Atrapada con un doctor
Capítulo 99

Capítulo 99:

Teresa sabía que se había acorralado a sí misma bromeando sobre esto.

Tenía que encontrar una solución. No podía soportar ver la pureza de una chica inocente arruinada por una relación equivocada.

Tampoco se permitiría complacer las importunidades de la chica.

Teresa decidió marcharse. Angela la siguió poco después. Arvin se adelantó y se despidió de ambas desde el umbral de la puerta, estupefacto por el suceso.

Teresa no dijo nada más sobre el embarazo. Muchos empleados los vieron juntos, despidiéndose. Se preguntaban y hacían conjeturas sobre si Angela y Arvin estaban saliendo juntos.

Cuando Angela regresó al departamento de hospitalización VIP, le dio un abrazo melancólico a Nancy y le dijo: «Puede que me haya enamorado de Arvin. ¿Qué voy a hacer?».

Nancy se tocó suavemente el flequillo y contestó: «¿Así que por fin te has dado cuenta de que estás enamorada?».

«¿Lo sabías?», preguntó Angela asombrada. «¿Sabías que estaba enamorada de Arvin desde antes?».

«¡Sí! Si no te gustaba el Señor Gu, ¿Por qué aceptaste vivir con él?».

Eso sonaba razonable…

«¿Crees que soy inconstante? Después de todo, acabo de romper con Randal…» Todo estaba fuera de lugar. ¿Cómo podía enamorarse de alguien tan rápidamente?

Nancy la miró despectivamente. «No. ¡No lo estás! Los tipos como Randal no te merecen. Saliste con él porque te cautivó con su aspecto. Pero el Señor Gu no tiene rival. Entre él y Randal, no hay competencia. No es nada extraño que te hayas encontrado con el Señor Gu tan rápido».

«Tal vez tengas razón…» Arvin seducía cada uno de sus músculos. Oh, cómo deseaba saber si ella tenía el mismo efecto en él.

«Si no tuviera los ojos puestos en Stanley», bromeó Nancy, «¡También estaría totalmente interesada en el Señor Gu!».

¿Nancy y Arvin? Angela se los imaginó juntos y negó inmediatamente con la cabeza. «¡No! ¡Nunca serías su tipo!»

Lo dijo en un tono tan rotundo y definido.

A Nancy le hizo gracia su semblante serio. «Sólo bromeaba. Mira cómo te asustas. Vamos. Como si fuera a hacerlo. Lo mío con el Señor Gu no pasará nunca. Está lejos de ser amistoso. Nunca podría imaginar verle y no querer alejarme. Es por ti por quien siento curiosidad. Parece que no le temes en absoluto».

Stanley. ¿Había alguien en el planeta que lo quisiera más que Nancy?

Angela se rascó la nuca con una mirada tímida. «Tenía miedo, pero fue sustituido por fastidio. Lo encuentro odioso. He dejado de sentir miedo del todo».

Nancy sonrió inconscientemente. «¡Oh, sí! ¡Tenemos que irnos! Es hora de comer. ¡Todavía tengo que cambiar las agujas para el paciente número nueve!».

«De acuerdo.»

…

Una noche en la Mansión Shengfeng, Arvin se acicalaba sobre Angela, abrazándola con fuerza.

La llevó en brazos hasta el dormitorio y la tumbó en la cama de matrimonio.

El corazón de Angela latía con fuerza. Apretó las manos contra su pecho. «¿Qué estás haciendo?

«Ponerte un bebé dentro», dijo él, sinceramente.

«… ¿Qué?»

«Tú y yo vamos a hacer un bebé». Le besó los labios.

Angela se tapó el rostro y le dijo con voz gélida: «¡Sólo bromeaba con tu madre!».

«Sí. ¡Yo también bromeaba contigo!».

Angela cedió y no dijo nada.

La noche invadió la habitación como la presencia de un oscuro monstruo.

Los días de otoño trajeron consigo un viento frío.

Una tarde, Angela se estaba cambiando de ropa después del trabajo y envió un mensaje a Arvin. [Esta noche me voy de compras con Nancy. Diviértase con su trabajo, Señor Gu]

Su respuesta no se hizo esperar. [Tengo algunos asuntos sociales esta noche. Te recogeré después]

[Bien] Escribió ella. Después, se perdió en su dulce imaginación.

En la puerta del centro comercial, Angela metió las cosas que había comprado en el maletero de Nancy.

Fueron a una tienda y compraron dos tazas de té.

Ella bebió un sorbo de la suya y, cuando dejó la taza, vio a través de la ventana una figura no muy lejana.

Tocó a Nancy emocionada. «Nancy, Nancy. ¿No es ese Stanley?»

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