Atraído por mi mujer de mil caras -
Capítulo 991
Capítulo 991:
En cuanto salieron, la multitud se abalanzó sobre ellos, todos deseosos de entablar conversación con Hannah. La mayoría tenía curiosidad por…
las circunstancias actuales de Brian y si Everett mantenía una relación estrecha y duradera con él.
Hannah sabía que Brian era en realidad Paul, el famoso propietario del Sunrise, pero no podía revelar esta información en ese momento. Además, su relación con Everett no había hecho más que empezar aquel día, por lo que no estaba segura de su relación con Brian.
Sintiéndose a la vez impotente y avergonzada por el aluvión de preguntas, sólo pudo responder con un movimiento de cabeza, diciendo: «Todo el mundo, realmente no lo sé. Si buscáis respuestas, tal vez podáis preguntar directamente a Brian más adelante».
Tras los comentarios de Hannah, los invitados se abstuvieron de presionarla más. Sin embargo, continuaron sus intentos de forjar una conexión con la familia Nash. Al ver esto, Chloe sintió una oleada de celos.
Aunque Everett no era especialmente amable con ella, seguía siendo su hermano de sangre. Le disgustaba la idea de que se mezclara con personas que ella desaprobaba, como Tiffany o Marissa. Incapaz de contener sus celos, Chloe envió disimuladamente un mensaje a Korbin y Betty.
«¿Habéis llegado?»
Korbin y Betty no tardaron en responder: «Estamos de camino pero atascados en el tráfico. Llegaremos pronto».
Chloe respondió: «Daos prisa si podéis. ¿Recordáis todo lo que os he indicado?».
Korbin y Betty le aseguraron: «Lo hacemos. No se preocupe, señorita Brock. Hoy nos aseguraremos de que la reputación de Marissa se resienta».
Al recibir las seguridades de Korbin y Betty, Chloe se permitió una sonrisa y lanzó una mirada rencorosa hacia la dirección que habían tomado Marissa y Everett.
Ajena a la conspiración de Chloe, Marissa siguió adelante con Everett para encontrarse con Paul…
Paul bajó del avión, su mirada se desvió hacia la sala del banquete, pero sus pies se negaron a seguirle. En lugar de eso, se encontró en el jardín, rodeado de recuerdos que le producían un profundo dolor. Sus ojos se empañaron mientras miraba a su alrededor, respirando el aire familiar.
Había construido este jardín con sus propias manos, volcando su energía y su corazón en cada rincón. Cada macizo de flores, cada sendero, era un testimonio del amor que una vez había compartido aquí. Este jardín no era sólo una colección de plantas; era un recuerdo vivo.
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