Atraído por mi mujer de mil caras -
Capítulo 858
Capítulo 858:
Su libertad había llegado a costa de su «vida». Esta vez, la situación era aún más complicada, y ella debía ir paso a paso. Mientras reflexionaba sobre sus próximos pasos, Glenn la tranquilizó: «Doctora Riss, decida lo que decida hacer, sepa que la familia Daniels siempre estará a su lado. Tiene que volver sana y salva. Sigo contando con usted para curar mis piernas».
Sorprendida, Marissa se volvió hacia él y le preguntó: «¿Te ha dicho Connor que soy la doctora Riss?».
Con una sonrisa, Glenn respondió: «No ha tenido que decírmelo. Me ha tratado con acupuntura y me ha recetado medicamentos en varias ocasiones. No soy inconsciente. Sabía que era usted la doctora Riss».
Riéndose entre dientes, Marissa replicó: «Siento habértelo ocultado, Glenn».
«No hace falta que te disculpes», le aseguró Glenn. «Es comprensible que la identidad de la doctora Riss deba mantenerse en secreto. Sólo soy afortunado de haber recibido sus cuidados, y la legendaria doctora Riss es en realidad la esposa de mi hermano…»
La expresión de Glenn se ensombreció de repente, nublándose su semblante por la tristeza de la inminente marcha de Marissa.
Arabella, comprendiendo por fin la conversación, agarró con emoción las manos de Marissa y preguntó: «Marissa, ¿eres realmente la doctora Riss?».
«Sí, abuela», respondió Marissa con una suave sonrisa, en tono de disculpa. «No pretendía mantenerlo en secreto».
A Arabella se le iluminó la cara con una sonrisa de complicidad. «Ahora todo tiene sentido. Usted me salvó la vida. Sólo un médico altamente cualificado podría haberlo hecho. No esperaba que mi nieta política fuera la renombrada doctora Riss…».
La expresión de Arabella se nubló de angustia mientras hablaba. Saber que Marissa era Riss la hacía dudar aún más a la hora de despedirse. ¿Cómo iba a encontrar otra nieta política tan notable como Marissa?
Marissa palmeó suavemente la mano de Arabella, asegurando a Glenn: -Por favor, no te preocupes, Glenn. He dispuesto que Ferris continúe tu tratamiento. Aunque no pueda volver a Blebert, él cuidará bien de ti».
«No, prefiero que me trates tú», insistió Glenn, con la mirada intensa. «Entonces, por favor, vuelve con Blebert. Soy tu paciente; no puedes abandonarme».
Fue entonces cuando Marissa percibió la profunda preocupación en los ojos de Glenn. Connor debía de haberle informado de la situación de Tiffany. Estaba claramente preocupado por su bienestar.
«Haré todo lo que pueda», prometió.
Tras despedirse por última vez de Arabella, Marissa salió en busca de Connor.
En el salón de la casa de Connor, éste estaba sentado en el sofá, ensimismado. Domenic, Marc y Terry estaban cerca, con una presencia discreta.
Al entrar Marissa, todos levantaron la vista al mismo tiempo, siguiendo con la mirada todos sus movimientos.
Connor se levantó de un salto y la cogió de la mano, escrutándola ansiosamente en busca de cualquier señal de lesión. Aliviado al verla ilesa, exhaló profundamente. La preocupación lo había atormentado durante los dos días que ella había estado fuera, costándole el sueño y la tranquilidad.
Marissa leyó la preocupación grabada en su rostro. A pesar de la calidez que le inundaba el corazón por su preocupación, le comunicó su dolorosa decisión con severa resolución. «Connor, vamos a divorciarnos…».
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