Capítulo 843:

«Sí, lo recuerdo todo», respondió Paul -ahora Brian- con calidez, acariciando suavemente la cabeza de Marissa con una mirada de profunda emoción. «Ser Paul durante quince años fue como vivir en una sombra. Nunca imaginé que mi propia hija sería la que me devolvería a la vida real».

Como Brian, su mirada hacia Marissa se transformó, se llenó de ternura y culpa, como si nunca pudiera beber lo suficiente de su presencia.

Marissa no rehuyó su mirada, dejando que estudiara su rostro. Su corazón se hinchó de emoción y pronto las lágrimas brotaron y se derramaron.

¿Así que esto era ser amada por un padre? Sentir un amor tan fuerte e incondicional con sólo una mirada era sobrecogedor.

Después de años caminando sola, capeando cada tormenta ella sola, Marissa nunca imaginó que podría sentir un amor tan puro e incondicional. Ser amada por un padre era una felicidad que no sabía que le faltaba.

El comportamiento de Paul, antes duro y dominante, se había suavizado hasta convertirse en algo cálido y accesible, envolviendo a Marissa en una reconfortante sensación de cercanía. Se le saltaron las lágrimas.

Paul le secó suavemente las lágrimas de la cara, con una voz llena de pesar. «Lo siento mucho. No fui un buen padre. No estuve allí para verte crecer, para criarte, y sufriste por mi culpa, herida por gente que nunca debería haberte tocado».

«No es culpa tuya, papá. Por favor, no te culpes», se atragantó Marissa, con la voz cargada de emoción. Al oírlo, Paul sintió un profundo alivio.

Años atrás, la oscura organización había informado a Paul de que a sus dos hijas les habían implantado chips y virus. Una fue devuelta a la familia Nash, mientras que la otra pasó cuatro años en un campo de refugiados de BIO Grein antes de ser adoptada por una familia rural pobre.

En ese momento, la organización estaba llevando a cabo crueles experimentos con gemelos, convirtiendo a sus hijas en sujetos de prueba involuntarios. Impotente para salvar a sus hijas, lo único que Paul podía hacer era angustiarse por su destino.

Su mente estaba consumida por la preocupación, especialmente por Marissa. Mientras que Tiffany tenía al menos comida y refugio de la familia Nash, Paul no sabía nada del paradero de Marissa. Temía por su supervivencia, temiendo que pudiera sufrir hambre, frío y abandono.

Hasta el mismo momento en que cayó por el acantilado, Marissa nunca estuvo lejos de sus pensamientos. Incluso cuando era Paul, ella era la que más le preocupaba en sueños. Nunca imaginó que la hija que creía que nunca saldría adelante acabaría convirtiéndose en la heroína de la familia.

Marissa se había convertido en una maravilla de múltiples talentos: la brillante médica Riss, la renombrada pintora Only, la temible reina mercenaria Black Snake y la formidable instructora jefe Black Mallow en la Base del Juicio Final.

Al verla descifrar las contraseñas del chip, Paul no pudo evitar sospechar que también era la legendaria hacker Bee.

Su hija resultó ser aún más extraordinaria de lo que nunca imaginó, y cada una de sus identidades le dejó boquiabierto. Estaba profundamente intrigado por cómo Marissa había alcanzado tal grandeza a pesar de sus duros comienzos.

Pero antes de poder profundizar en su viaje, estaba ansioso por descubrir cualquier otra identidad extraordinaria que pudiera haberle ocultado. «Si no me equivoco, eres Bee, ¿verdad?», preguntó casi instintivamente.

Marissa, sin secretos que ocultar a su padre, asintió. «Sí».

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