Atraído por mi mujer de mil caras -
Capítulo 804
Capítulo 804:
Zorro Plateado subió al segundo piso y se dirigió directamente al dormitorio principal. Entró y cerró la puerta tras de sí.
Aunque ella y Burnet estaban oficialmente casados, había establecido límites claros: nada de compartir habitación hasta que se sintiera preparada. Por el momento, eso significaba que Burnet quedaba relegado a dormir en su propia casa.
Normalmente, Zorro Plateado sólo cedía el dormitorio principal cuando estaba con Serpiente Negra. Pero en cualquier otra situación, ella gobernó el dormitorio principal indiscutible.
Recostada en la amplia y opulenta cama, dejó escapar un suspiro de satisfacción. Se le escapó una risita al recordar su anterior enfrentamiento con Burnet. Lo había dejado completamente mudo y avergonzado, un marcado contraste con la formidable figura que ella creía que era. Hoy se había dado cuenta de que no era más que un tigre de papel. Mientras mantuviera su fuerza, no supondría ninguna amenaza para ella.
Resuelta, Zorro Plateado decidió mantenerse siempre firme frente a él, asegurándose de que nunca caería bajo su dominio. Una sonrisa de suficiencia se dibujó en sus labios mientras contemplaba su nueva determinación.
Sus pensamientos se vieron bruscamente interrumpidos por el timbre de su teléfono.
Al mirar la pantalla, ve un mensaje inesperado de Burnet que la coge por sorpresa. Había transferido una asombrosa suma de dinero a su cuenta. Al principio, la cantidad era confusa, sólo una mancha de ceros. Después de contarlos cuidadosamente, se dio cuenta de que le había enviado 100 millones de dólares.
«¡Dios mío!» Sus ojos se abrieron de golpe.
Con su tarjeta secundaria en la mano, Zorro Plateado sabía que podía comprar lo que quisiera. Ese mismo día, Burnet ya le había regalado mil millones como regalo de bodas. Pero ¿por qué otros 100 millones ahora, en plena noche?
¿Era esto típico de alguien como Burnet, que repartía millones con tanta frecuencia?
Preguntándose si tal vez se trataba de un error, le envió un mensaje de consulta. «¿Qué significa esto?»
Burnet respondió rápidamente: «Pido disculpas. Lo siento, mis palabras de antes estuvieron fuera de lugar y le ofendieron. Espero que este dinero pueda aliviar su enfado».
Atónito, Zorro Plateado hizo una pausa. ¿Era normal que alguien de la talla de Burnet se disculpara tan generosamente? ¿Un simple desliz verbal se remediaba con cien millones?
El día que chocó contra su coche, su reacción no fue generosa, sino cruel. El contraste con su magnanimidad actual era enorme. ¿Su generosidad podría deberse al hecho de que ella iba a ser la madre de sus hijos? Fueran cuales fueran sus motivos, Zorro Plateado apreciaba cada vez más sus extravagantes gestos.
Con ese pensamiento en mente, decidió aceptar el dinero.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro al responder a su mensaje: «¡Ejem! Pues entonces, siéntete libre de hacer lo que quieras».
Abajo, Burnet se rió al ver su respuesta y sacudió la cabeza ante su atrevimiento. No pudo evitar pensar que era una pequeña avariciosa.
Cayó en la cuenta de que la forma más fácil de mantenerla contenta era hacerle regalos suntuosos. Cada vez que la enfadaba sin querer, podía darle dinero, más por las ofensas mayores y menos por las menores.
Esta constatación lo simplificó todo. Para Burnet, cualquier problema que pudiera resolverse con dinero no era realmente un problema.
Satisfecho con su nueva estrategia, recogió rápidamente los platos y limpió la cocina antes de subir a toda prisa al dormitorio principal. Mientras subía, pensó que su mensaje implicaba que estaría dispuesta a compartir habitación. Sin embargo, al llegar al dormitorio principal, se encontró con la puerta cerrada por dentro.
Frotándose la nariz con leve frustración, Burnet sacó su teléfono y transfirió otros 100 millones, añadiendo un breve mensaje: «Señora Hoffman, por favor, abra la puerta».
Zorro Plateado estaba a punto de meterse en la ducha cuando su teléfono volvió a sonar. Curiosa, volvió a la cama, cogió el teléfono y vio el mensaje. Esta vez, la cantidad ya no la sorprendió. No pudo evitar maravillarse ante la extravagancia de Burnet. Cien millones de dólares sólo por abrir una puerta: era sin duda la comisión más cara que había recibido jamás. Vivir con un hombre tan rico y poderoso tenía sus ventajas. Sonriendo, se acercó y abrió la puerta.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar