Atraído por mi mujer de mil caras
Capítulo 75

Capítulo 75:

En cuanto vio a Connor, Marissa se sintió culpable, incapaz de enfrentarse a su mirada penetrante. Su expresión era tan sombría como en el hotel, su actitud tan fría que la hizo sentir escalofríos. Parecía muy afectado por lo ocurrido la noche anterior. Qué tipo tan estrecho de miras. Ella sólo había dormido a su lado una noche y él la miraba como si hubiera cometido un grave pecado. ¿Por qué estaba tan furioso?

Mientras ella se quejaba interiormente de Connor, él mencionó de repente: «La abuela quería que te dijera que te está esperando en la sala de estar».

«De acuerdo… Entendido», respondió rápidamente Marissa y se marchó a toda prisa para distanciarse de él.

«Sr. Daniels, ¿puedo acompañar allí a la Srta. Nash?». Por primera vez, Terry mostró gran interés en ayudar a Marissa. Con el gesto de aprobación de Connor, Terry la siguió de inmediato.

En cuanto doblaron una esquina y llegaron a una zona menos concurrida, el comportamiento de Terry cambió y miró a Marissa con desdén, diciéndole: «¡Deberías dejar de intentar impresionar al señor Daniels, pueblerina!».

Marissa lo miró, desconcertada. Terry confundió su sorpresa con decepción y sonrió satisfecho.

«Para ser honesto, el Sr. Daniels pasó la última noche con el Dr. Riss. Lo pasaron muy bien. Con alguien tan notable como Riss alrededor, ¿cómo podría gustarle al Sr. Daniels? Abandona tus fantasías». La miró de arriba abajo con desdén y añadió: «Puede que seas guapa, pero no eres la pareja adecuada para el señor Daniels. Una mujer extraordinaria como Riss es la única que lo merece. ¿Entendido?»

Tras pronunciar aquellas palabras, Terry sintió una oleada de alivio, satisfecho de haber expresado su desdén por la aldeana. Esperó con impaciencia la reacción abatida de Marissa, pero nunca llegó. Marissa permaneció en silencio. Tras escuchar su perorata, se limitó a dedicarle una leve sonrisa, con unos ojos que irradiaban más desprecio que antes. Incluso murmuró en voz baja: «¡Idiota!».

Luego se dio la vuelta y se marchó, sin dar a Terry la oportunidad de responder. Terry se quedó mudo y desconcertado. Mientras observaba la figura de Marissa en retirada, su ira aumentó. Ese mismo día, en el hotel, Riss lo había llamado «idiota». Ahora, Marissa se había hecho eco del comentario. ¿De verdad era tan estúpido? Se había enfadado cuando Riss lo había insultado, tachándola de equivocada. Pero ahora que Marissa había dicho lo mismo, empezó a cuestionarse a sí mismo. ¿Era realmente idiota? Cuanto más pensaba en ello, más abatido se sentía. Agachó la cabeza y volvió a donde estaba Connor.

Marc notó el ánimo abatido de Terry y preguntó con preocupación: «¿Qué te pasa?».

Terry, sintiéndose agraviado y con la cara enrojecida, inquirió: «Marc, ¿de verdad parezco idiota?».

Marc se quedó de piedra.

Antes de que Marc pudiera responder, Connor dijo irritado: «¡Claro que no eres listo!». A continuación, Connor lanzó a Terry una mirada desdeñosa y se marchó. Ya estaba de mal humor y la duda de Terry en su presencia era la gota que colmaba el vaso. Si no regañaba a Terry, ¿a quién más podría regañar para aliviar su frustración?

Las duras palabras de Connor pretendían desahogar sus propias frustraciones. Sin embargo, para Terry supusieron un duro golpe que destrozó su autoestima.

Marc intentó consolar a Terry diciéndole: «El Sr. Daniels no es él mismo hoy. Intenta no tomártelo como algo personal».

Pero Terry no tenía consuelo. Riss me llamó «idiota» esta mañana; la chica del pueblo acaba de hacer lo mismo, y ahora el señor Daniels dice que no soy listo. Debo de ser realmente estúpido. Waah…»

¿Quién había visto llorar a un guardaespaldas? ¿Cómo se podía ver llorar a un guardaespaldas? Marc y Domenic intercambiaron miradas, sin saber cómo consolar a Terry.

Mientras tanto, Landen, a quien todo el mundo había pasado por alto, se dio cuenta de algo. Preguntó: «¿Por qué llamas a Tiffany ‘la chica del pueblo’?».

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