Capítulo 746:

La pregunta de Marissa no hizo más que aumentar la confusión de Kevin. «¿No eres Tiffany?». Marissa cayó en la cuenta. Su hermano siempre la había tenido presente y la había buscado con el mismo fervor. Hacía cuatro años, había hecho todo lo posible por encontrarla, pero, por desgracia, había confundido a Tiffany con su hermana.

Cuando Marissa se dio cuenta de la verdad, la invadió una oleada de felicidad y se le dibujó una amplia sonrisa. «Kevin, ahora me llamo Marissa Nash. La persona con la que te encontraste hace cuatro años era mi hermana gemela, Tiffany».

Al oír esto, Kevin seguía confuso, pero su excitación era inconfundible. «¿Me estás diciendo que encontré a la persona equivocada hace cuatro años? Eres mi hermana de verdad, ¿y no te da vergüenza reclamarme como tu hermano?».

Al notar su visible entusiasmo, Marissa no pudo evitar sentir una oleada de felicidad, aunque hizo un esfuerzo por mantener la compostura. Con una sonrisa, comentó juguetona: «¿Por qué crees que me avergonzaría de que fueras mi hermano? Al contrario, estoy increíblemente orgullosa de ti».

Kevin se levantó bruscamente, se acercó a Marissa y la levantó con cuidado. Tomó su rostro entre las manos y lo examinó detenidamente, con una mirada intensa y concentrada. Luego la abrazó con fuerza, con la voz llena de emoción mientras gritaba: «¡Sarth, por fin te he encontrado!».

Marissa le devolvió el abrazo con entusiasmo, apretando la mejilla contra su hombro mientras le decía: «Kevin, por fin yo también te he encontrado». Con la voz temblorosa por la emoción, continuó: «He pasado tanto tiempo y energía buscándote, echándote de menos cada día que pasaba. Hoy por fin nos hemos vuelto a ver, pero me has dado la espalda a propósito y has actuado como si fuera una extraña. Incluso empecé a temer que tuvieras otra hermana».

«Ja, ja…» Kevin soltó una suave risita. Tras su risita, ofreció una sincera disculpa, diciendo: «Lamento mi estupidez. Confundí a otra persona contigo y eso te causó angustia. Por favor, perdóname por el daño que te he causado».

Marissa, con tono de autoridad, dijo: «Tienes que evitar cometer esos errores en el futuro. Si vuelve a ocurrir, tendré que cuestionarme si eres realmente mi hermano».

«Entendido. Prometo no repetir ese error», le aseguró Kevin.

En ese momento, sonó un golpe en la puerta del salón privado mientras el camarero llegaba con los platos. Marissa y Kevin se separaron de su abrazo y volvieron a tomar asiento. Mientras se acomodaban, Kevin gritó con tono alegre: «Pasen, por favor».

La puerta se abrió y entró un robot camarero con una selección de platos. Mientras tanto, la mirada de Marissa se posó en Connor y los dos niños que estaban en el reservado de enfrente. Su rostro se tensó mientras se esforzaba por comprender la intención de Connor. Pero antes de que Marissa pudiera comprenderlo, el robot camarero terminó su tarea y se marchó.

Después de que la puerta se cerró, sacó su teléfono y rápidamente envió un mensaje a Connor. «¿Qué estás haciendo?» La respuesta de Connor llegó rápidamente. «¿Qué quieres decir?»

Marissa envió otro mensaje, preguntando: «¿Cuál es el motivo de que estés en la habitación privada frente a la mía?». Connor respondió: «En realidad, después de que te fueras, los niños decidieron que querían cenar fuera, así que los traje aquí. Dio la casualidad de que acabamos en el mismo restaurante y en habitaciones privadas justo enfrente».

Los labios de Marissa se tensaron en una fina línea. Su excusa le parecía poco convincente. Le parecía evidente que había elegido a propósito la habitación privada frente a la suya y que había dejado la puerta abierta deliberadamente. Connor envió otro mensaje. «Ya que casualmente estamos cenando en la habitación de enfrente, cuando termines, te llevaremos a casa con mucho gusto».

Marissa respondió rápidamente: «No hace falta que me esperes. Siéntete libre de irte a casa cuando hayas terminado de comer. No sé cuánto tiempo estaré aquí». Acababa de reencontrarse con su hermano y tenía mucho de lo que hablar. Tenían que hablar de todo, desde la infancia que compartieron hasta los años que pasaron separados, lo que fácilmente les llevaría toda la noche.

Pero antes de que Marissa pudiera enviar su respuesta, Connor le envió un vídeo. En el vídeo aparecían Lawrence y Lindsay saludando emocionados, con amplias sonrisas iluminando sus rostros. Lawrence dijo: «Mamá, nos quedaremos aquí hasta que salgas. No nos iremos sin ti». Lindsay añadió: «Mamá, sal pronto. Si te quedas demasiado tiempo, puede que no descansemos lo suficiente, y eso podría afectar a nuestro rendimiento en el colegio mañana».

Los labios de Marissa se crisparon con una irritación apenas disimulada. Reconocía que Connor había orquestado los mensajes de los niños, pero enfrentarse a él en el Salón Privado nº 9 no era factible en aquel momento. Marissa borró en silencio su mensaje anterior y redactó uno nuevo para Connor. «¿No es indigno de ti utilizar a los niños como herramienta de manipulación? ¿No te parece infantil y desvergonzado?».

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