Capítulo 672:

«¿No mencionaste que tu papel como vicepresidente era meramente nominal, con un sueldo alto pero sin autoridad real? Por qué estás tan ocupada hoy?». preguntó Marissa, con un tono desenfadado en su mensaje.

«Clarissa me colocó en este puesto para complacer a mi hermano. La verdad es que nunca confió en mí, siempre mantenía la guardia alta. Sin embargo, el nuevo presidente en funciones ha empezado a tratarme como el verdadero vicepresidente, lo que explica el repentino aumento de mis responsabilidades», explicó Xander.

«Continúa con tus tareas entonces. Yo puedo subir solo. Además, es hora de que te endurezcas. Tengo un nuevo puesto para ti», respondió Marissa.

«¿Qué puesto estás considerando para mí, instructor jefe?». preguntó Xander con impaciencia.

«Con el despido de Aelfric de la Base del Juicio Final, no hay nadie que dirija nuestra rama de Blebert. Quiero que te hagas cargo de ella», respondió.

«Instructor jefe, ¿de verdad tiene tanta fe en mí?». Xander respondió, su mensaje acompañado de un emoji emocionado.

«Trabaja con diligencia. Espero que no me defraudes», respondió Marissa.

«¡Nunca la defraudaré, instructora jefe!». prometió Xander.

Tras su conversación con Xander, Marissa guardó el teléfono y se dirigió al ascensor. Sin embargo, una repentina conversación llamó su atención.

Se giró y vio varias caras conocidas que pasaban sus tarjetas antes de subir.

Las recién llegadas no eran otras que el dúo madre-hija, Sansa y Ayla, que el día anterior habían jurado utilizar el Consorcio Peridot para vengarse de Marissa. Les seguían de cerca Sheppard y Wesson. Los cuatro albergaban intenciones similares.

La herida de Wesson no se había curado del todo, por lo que estaba confinado a una silla de ruedas, empujado por un fornido guardaespaldas. A pesar de su estado, se había arreglado para la reunión con el presidente del Consorcio Peridot. Llevaba el pelo bien peinado y vestía un traje caro, más animado que nunca.

Al entrar, se les notaba un aire de confianza.

Ayla, en particular, se había transformado radicalmente con respecto a su habitual estilo extravagante.

Conocida por pavonearse con la barbilla alta y hacer alarde de su autoridad, hoy era diferente. Vestida con un sencillo traje negro y mínimas joyas, parecía dispuesta a enfrentarse a alguien en cualquier momento.

Mantenía su arrogancia característica, pero ya no era tan superficial como antes. Parecía más fría y despiadada, con los labios bien cerrados, hablando sólo cuando era absolutamente necesario y con la mirada fija al frente.

Estaba claro que Clarissa había hecho un gran esfuerzo por moldearla, y Ayla había aceptado la transformación sin rechistar.

Mientras tanto, Sansa apenas había cambiado. Ataviada con un atuendo opulento y finamente confeccionado, cada paso que daba tenía un vaivén seductor. Sus ojos brillaban con desdén, su expresión engreída transmitía claramente que se creía mejor que los demás.

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