Capítulo 657:

Cuando la puerta del baño se cerró, Marissa abrió los ojos de golpe. Miró al techo durante unos segundos antes de incorporarse.

Luego, siguiendo su impulso infantil, separó las dos figuritas.

Connor estaba muy animado. Tarareaba una melodía mientras se duchaba por primera vez, manteniendo una sonrisa constante durante todo el tiempo.

Pero cuando salió del baño, se dio cuenta de que las dos figuritas de porcelana estaban separadas. Se le congeló la sonrisa.

Miró a la mujer en la cama, que fingía dormir, y se quedó sin palabras.

Le caía tan mal que ni siquiera soportaba ver a dos figuritas de porcelana juntas. ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿De verdad le resultaba tan insoportable?

Con un suspiro tranquilo, puso las manos en las caderas y habló con frialdad. «Sra. Serpiente Negra, tenga la amabilidad de reunir las figuritas de porcelana».

Marissa estaba tumbada de lado, de espaldas a él. Fuera de su vista, lucía una mueca de desprecio. ¿Cómo podía ser tan infantil? ¿Cómo podía seguir prestando atención a las dos figuritas después de una ducha?

¡No las volvería a juntar!

Permaneció en silencio.

Connor lanzó una mirada irónica al techo, escapándosele una risita de los labios, antes de continuar: «Señorita Serpiente Negra, si tanto me aborrece, ¿por qué me hace compartir su cama?».

Los labios de Marissa se tensaron en una fina línea. ¿De verdad se atrevía este hombre a amenazarla?

Sus sospechas se confirmaron rápidamente cuando Connor dijo: «Te doy tres segundos para que vuelvas a colocar las figuritas o me voy a dormir a otra habitación».

Marissa permaneció quieta, desafiante, hasta que Connor añadió: «Y si vuelves a ser sonámbula, lo grabaré y se lo enseñaré a la abuela».

Eso fue todo. Marissa se levantó de un salto, con los ojos clavados en Connor.

Connor, imperturbable, empezó a contar con una sonrisa traviesa: «Uno… dos… tres».

Antes de que pudiera terminar, Marissa saltó de la cama y se apresuró a reunir las figuritas.

La humillación de todo aquello hizo que sus mejillas ardieran con un rubor profundo y furioso.

La risita de Connor no hizo más que avivar su rabia.

Marissa se abalanzó sobre él, pero Connor se apresuró a esquivarlo, desencadenando una persecución por la habitación.

Para profesionales experimentados como ellos, cada movimiento se ejecutaba con precisión y delicadeza. Un observador podría haber descrito la escena como una danza peligrosa.

Al cabo de un rato, Marissa no había conseguido asestar ni un solo golpe, y acabó sudorosa y sin aliento.

Connor estaba igualmente despeinado y sudoroso.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar