Atraído por mi mujer de mil caras -
Capítulo 547
Capítulo 547:
Connor escrutó a Marc y Terry, su mirada se movía de un lado a otro, provocándoles escalofríos.
Por fin, habló con tono cargado. «Tengo algunas preguntas para ustedes dos. Espero buenas respuestas».
Marc y Terry asintieron respetuosamente. «Por supuesto, Sr. Daniels. Por favor, pregunte».
La primera pregunta de Connor fue directa: «¿Qué piensas de mí como tu jefe?».
Terry respondió inmediatamente, con voz llena de admiración. «Sr. Daniels, es usted el mejor jefe del mundo».
Una sonrisa jugó en los labios de Connor. «¿En qué sentido?»
«Siempre nos pagáis puntualmente y nos tratáis con justicia», explica Terry. «Habéis sido indulgentes incluso cuando hemos cometido errores. Eso significa mucho para nosotros».
Connor asintió, incitándole a seguir. «¿Algo más?»
«Sí», continuó Terry. «Eres brillante y valiente, y muestras una gran tolerancia hacia nosotros. A pesar de nuestros defectos, siempre has mostrado confianza. Te lo agradecemos de verdad. Realmente eres el mejor jefe».
La respuesta de Connor estaba teñida de diversión. «No me habría dado cuenta de que poseo tantas virtudes si no las hubieras mencionado».
Terry captó la ironía en su voz y se calló, repentinamente receloso.
Marc intervino, deseoso de reforzar el sentimiento. «Creemos sinceramente que es usted el mejor, señor Daniels. No tenemos más que admiración y respeto por usted. Por favor, no dude de nuestra lealtad».
Connor lo reconoció con un gruñido sin compromiso.
Luego cambió bruscamente de tema. «¿Cómo me compararías con tu diosa, Malva Negra, tu instructora jefe en la Base del Juicio Final?».
La pregunta cogió desprevenidos a Marc y Terry. Se preguntaron por qué el Sr. Daniels sacaría a colación a su instructor jefe de la nada. Recuperando la compostura, Marc respondió: «En nuestros corazones, usted es un dios, señor Daniels. El instructor jefe es como una diosa para nosotros. No hay competencia entre los dos».
«Ambos sois seres celestiales a nuestros ojos», añadió Terry, apoyando la opinión de Marc.
Connor parecía satisfecho con sus respuestas. Aliviados por su expresión suavizada, Marc y Terry exhalaron tranquilamente, pensando que estaban fuera de peligro. Sin embargo, internamente estaban desconcertados. ¿Qué le había pasado hoy al Sr. Daniels? ¿Estaba celoso?
Pero si ni siquiera conocía al instructor jefe. ¡Qué absurdo!
De repente, la siguiente pregunta de Connor cortó el silencio. «Si Malva Negra quisiera matarme, ¿la ayudarías o me protegerías?».
Marc y Terry se quedaron sin habla, con la mente a mil por hora. No podían comprender por qué su jefe les había hecho una pregunta tan inquietante. ¿Por qué pensaba Connor que Malva Negra le mataría? ¿Se debía a la falta de sueño de la noche anterior?
Mientras Connor miraba sus expresiones confusas, su rabia se intensificaba. Les pagaba 1,2 millones de dólares al año. Sin embargo, cuando su vida parecía estar en peligro, dudaban. Connor creía que si la situación que estaba suponiendo ocurría de verdad, estaría muerto para cuando lo pensaran.
Cuanto más lo pensaba, más se enfurecía. En su furia, arremetió contra cada uno de ellos con una patada feroz.
Marc y Terry dieron un respingo de dolor, volviendo súbitamente a la realidad. Marc intentó tranquilizarle. «Sr. Daniels, eso nunca sucederá».
Terry intervino rápidamente: «Exacto, señor Daniels. Dudamos momentáneamente, pero no hay por qué preocuparse. Nuestro instructor jefe nunca le haría daño».
La ira de Connor se disolvió en risas. «¿Y por qué estás tan seguro de que tu instructor jefe no me hará daño?».
Sorprendido por la pregunta, Terry se rió nerviosamente y soltó: «Está colada por ti».
Esta revelación calentó el corazón de Connor y le levantó el ánimo al instante. «¿De verdad dijo eso?»
Terry parecía desconcertado y negó con la cabeza. «No, sólo adiviné».
La decepción parpadeó en los ojos de Connor. Esperaba que Marissa hubiera confesado sus sentimientos a los guardias. Al darse cuenta de que no eran más que especulaciones, se burló, pensando que sus dos guardias no eran más que unos ingenuos.
Perdido en sus pensamientos, Connor se percató entonces de que Marissa les observaba desde la puerta del despacho.
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