Capítulo 51:

Bajo la atenta mirada de todos los presentes en el pasillo, Marissa se acercó rápidamente a la cabecera de la cama, cogió suavemente la mano de Caylee y susurró en voz baja: «¡Mamá!».

Aunque se encontraba en un estado semivegetativo y era incapaz de mostrar expresiones, Caylee hizo acopio de todas sus fuerzas para agarrar la mano de Marissa. Para quienes la conocían bien, era evidente que estaba llena de emoción y felicidad. La familia Sánchez, inicialmente sorprendida por el gesto de Marissa, pronto se sintió muy feliz. Era el reencuentro que habían esperado durante tantos años: por fin, Caylee se reencontraba con su hija.

«¡Mira, Caylee está llorando!» exclamó Shaun emocionado.

Los ojos de todos se volvieron hacia el rostro de Caylee, donde se veían dos lágrimas de cristal rodando por sus mejillas, entrelazándose con su pelo.

«¡Caylee!» «¡Tía!»

La familia Sánchez se apiñó alrededor de la cama, con los ojos rebosantes de lágrimas. Era la primera vez en veintidós años que Caylee derramaba lágrimas. En el pasado, por mucho que intentaran comunicarse con ella, sólo podía dar respuestas limitadas. El hecho de que Caylee llorara ahora era un testimonio de la profunda conexión emocional que sentía en aquel momento: su hija le había proporcionado un inmenso consuelo que había estado ausente durante décadas. Las lágrimas también empezaron a correr por las mejillas de Marissa.

Antes, durante la operación, Caylee ya le había respondido. En aquel momento crítico, Marissa la había apartado del borde de la muerte y le había recitado aquellas palabras de arrepentimiento del diario de Tiffany. Abrumada por la emoción, Caylee había agarrado con fuerza la mano de Marissa. Conmovida, Marissa había fingido ser Tiffany, tranquilizándola: «Mamá, no te preocupes. Derrotaré definitivamente al demonio de mi mente. Nadie podrá impedir que estemos juntas».

Ahora, de pie junto a la cama, Marissa comprendía mejor que nadie el motivo de la respuesta emocional de Caylee y de sus lágrimas. Una persona que había permanecido sumida en la desesperación había encontrado de repente esperanza y expectación. Esta poderosa oleada de ánimo le había permitido liberarse momentáneamente de las limitaciones de su estado.

Conmovida por las lágrimas de Caylee, Marissa se las secó suavemente y miró a Ferris, que seguía de pie cerca de ella. Al notar su mirada, Ferris no tardó en decirle: «La doctora Riss acaba de hacerle un examen completo a Caylee. Es optimista respecto a una posible cura y a despertarla».

La noticia levantó visiblemente el ánimo de la familia Sánchez. Daryl se levantó, con la emoción palpable, y preguntó: «Dr. Frazier, ¿es esto realmente posible?».

«Sí», asintió Ferris con seguridad. «La doctora Riss ha identificado que la presión sobre los nervios cerebrales de Caylee le impide despertar. Una craneotomía para aliviar esta presión podría muy bien despertarla».

«¡Eso coincide con lo que nos han dicho otros médicos en consultas anteriores!». exclamó Daryl. Sin embargo, su rostro pronto se nubló de preocupación. «Pero también nos dijeron que las lesiones de Caylee eran graves y su estado complejo. La operación es arriesgada y tiene un bajo índice de éxito. Hasta ahora, ningún médico ha estado dispuesto a intentarlo debido a la posibilidad de resultados fatales.»

Ferris respondió con una sonrisa tranquilizadora. «Es un procedimiento difícil, desde luego. Pero lo que otros consideran imposible, Riss lo ve como un reto».

Leila, rebosante de fe, añadió: «Creo en la Dra. Riss. Ya ha hecho milagros antes. Estoy segura de que la tía Caylee se recuperará después de la operación».

Inclinándose sobre Caylee, Leila le preguntó entonces con delicadeza: «¿Estás preparada para correr este riesgo, tía?». Con una mano agarrando la de Marissa, Caylee levantó la otra en señal de asentimiento. Convencida de que la doctora Riss, a quien ahora creía su hija, era un genio de la medicina como su padre, Caylee estaba ansiosa por volver a ver mundo, sobre todo para ser testigo directo del talento de su hija.

Con la aprobación de Caylee, la gratitud invadió a la familia Sánchez mientras miraban a Ferris. «El doctor Riss está preparando la operación mientras hablamos», continuó Ferris. «Caylee necesita descansar ahora. Una vez que su estado se estabilice y se completen todos los preparativos necesarios, se programará la operación.»

La familia expresó repetidamente su agradecimiento mientras Ferris se excusaba y abandonaba rápidamente el hospital. De vuelta en el quirófano, Marissa había recogido una muestra de pelo de Caylee y había pedido a Ferris que organizara una prueba de ADN para confirmar su relación. Ferris se dirigía ahora a cumplir esta tarea crucial.

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