Atraído por mi mujer de mil caras
Capítulo 431

Capítulo 431:

Connor no quiso confesar que la niñera le parecía demasiado observadora y que le preocupaba que pudiera revelar a Marissa cualquier cosa que notara sobre él, poniendo en peligro sus intentos de conquistarla.

En la actualidad, todos los sirvientes de la mansión Daniels estaban alineados con él, guardando silencio sobre sus tácticas e incluso ayudándole. Sin embargo, Rita era la confidente de Marissa.

Su aldeana ya era perspicaz y difícil de engañar. Si tuviera un confidente que la ayudara a mantenerse alerta contra él, perdería las ventajas estratégicas.

Sin revelar sus verdaderas preocupaciones, pero decidido a no dar la bienvenida a casa a la niñera, Connor ideó un astuto plan. Miró a Rita y luego se inclinó para susurrarle a Marissa: «¿No te has dado cuenta? Esta niñera no deja de lanzarme miradas seductoras.

¡Está claro que intenta tentarme! ¿No te preocupa que intente robarte a tu marido?».

Creía que esta acusación convencería a Marissa de que reconsiderara traer a Rita a la mansión Daniels. Al fin y al cabo, ninguna mujer racional querría tener cerca a una supuesta amenaza para su matrimonio.

Sorprendentemente, los labios de Marissa se torcieron dos veces ante su afirmación. Luego lo miró con desprecio y le dijo burlonamente: «¡Connor, debes de ser el hombre más confiado del mundo!».

Se cruzó de brazos y rió entre dientes, para luego burlarse aún más de él: «¡No te preocupes! Aunque un orangután hembra coqueteara contigo, Rita no lo haría».

Entonces bajó los brazos y le dirigió una mirada frustrada. «Eres tan engreído».

Connor sintió una punzada de culpabilidad. Su reprimenda le hizo arder las mejillas, dejándolo profundamente avergonzado. No entendía por qué confiaba tanto en Rita y en su lealtad.

Si fuera cualquier otra mujer, podría considerarla ingenua por confiar tan fácilmente en la gente. Pero era Serpiente Negra; parecía improbable que cometiera un error tan fundamental. Entonces, ¿por qué confiaba tanto en Rita?

Antes de que pudiera descifrarlo, Marissa le hizo una última advertencia: «Connor, deja de hacerme perder el tiempo y de jugar. No tengo paciencia para tus excusas. No me importan tus razones para no querer a Rita. Ella vendrá conmigo a la mansión Daniels para cuidar de Lawrence y Lindsay. Si no, no se quedarán allí, y yo tampoco».

Connor levantó una ceja, derrotado. Viendo su determinación, ¿cómo podía seguir oponiéndose? «Está bien, es tu decisión», dijo en voz baja.

Marissa puso los ojos en blanco. «Ves, ¿no era tan sencillo? Tenías que armar tanto alboroto. A veces me pregunto qué te pasa por la cabeza: ¿tienes un kilo de grasa de más ahí arriba?».

A continuación, saludó a Rita y le gritó: «Vamos, Rita».

Luego se apresuró a alcanzar a Arabella y a los dos niños, ignorando por completo a Connor. Connor alzó las cejas con impotencia. Si hubiera sabido que iba a ser así, no habría montado tanto escándalo. ¿Quién iba a pensar que se mostraría tan inflexible respecto a una niñera?

En ese momento, Rita se le acercó. Sintiéndose agraviado, decidió descargar su irritación contra ella. «Basta», le dijo bruscamente.

Rita se paró en seco y le miró. «¿Qué puedo hacer por usted, jefe marido?»

Connor frunció el ceño. No esperaba que la niñera fuera tan directa. La mayoría temblarían o mostrarían ansiedad ante su mirada severa, pero Rita parecía indiferente. ¿Se sentía intocable porque contaba con el apoyo de Marissa?

Mientras estos pensamientos se arremolinaban en su cabeza, aumentaban sus rencores contra Rita. Mirándola con severidad, le advirtió en voz baja: «Cuando llegues a la mansión Daniels, compórtate. No te entrometas en asuntos que no te conciernen y guarda silencio sobre cosas que no debes discutir. O de lo contrario».

Antes de que pudiera terminar su amenaza, Rita interrumpió con voz tensa: «¡O me reducirás a un montón de partes y borrarás mi existencia de este mundo! ¿Es eso lo que quieres decir, marido jefe?».

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