Capítulo 252:

Quizá Charles ya había informado a la recepción de la llegada de Marissa. Nada más entrar, Kyler Holmes, el encargado de recepción, la saludó con sorna. «Srta. Nash, es muy valiente al presentarse».

Marissa respondió: «No hay lugar en la Tierra que me dé miedo pisar».

Kyler, un hombre de presencia formidable y uno de los fieles seguidores de Charles, clavó en Marissa una mirada capaz de provocar escalofríos a cualquiera. Sin embargo, Marissa no se dejó intimidar lo más mínimo y se atrevió a mirarlo.

A Kyler le sorprendió la audacia de Marissa. Su plan de verla acobardarse de miedo se estaba desmoronando. Había esperado burlarse de ella y disfrutar del espectáculo con sus compinches, pero la intrépida reacción de Marissa lo desconcertó. Aquel desafío enfurecía a Kyler. Los matones como él no toleraban que los desafiaran. Furioso, Kyler levantó la mano, dispuesto a golpear a Marissa.

Conocido por su comportamiento despiadado con todo el mundo, Kyler no se contuvo, ni siquiera contra alguien tan llamativo como Marissa. Lanzó toda su fuerza en una bofetada dirigida a su cara. En ese momento, Daryl y Shaun, testigos de la escena, abrieron los ojos conmocionados y se apresuraron a interceptar el golpe destinado a Marissa.

Sin embargo, antes de que nadie pudiera reaccionar, Marissa levantó la pierna en un santiamén. Kyler saltó por los aires y se precipitó dos metros por los aires antes de estrellarse contra el suelo con un ruido sordo, con la boca llena de sangre.

Todos se quedaron estupefactos. ¿Cómo podía una chica tan menuda ejercer una fuerza tan increíble? A pesar de su aspecto delgado y frágil, Marissa había hecho volar por los aires a un hombre de más de dos metros. Apenas se había esforzado: fue una patada casual, y su rostro permaneció sereno en todo momento.

Sin que lo supieran los espectadores, para la instructora jefe de la Base del Juicio Final, una oponente que se basaba únicamente en la fuerza bruta y las tácticas rudas no era un desafío. Kyler no tenía ninguna posibilidad contra ella.

Mientras Kyler yacía en el suelo, tosió más sangre y, con los dientes apretados, gritó: «¿A qué esperáis? Matad a golpes a esta imprudente. El Sr. Acosta dice que hay que darle una lección».

Despertados de su asombro, seis luchadores cargaron contra Marissa, arremangándose con mirada amenazadora, dispuestos a abalanzarse sobre ella como si tuvieran intención de despedazarla. Gotas de sudor frío se formaron en las espaldas de Daryl y Shaun. A pesar de su miedo, su máxima prioridad era garantizar la seguridad de Marissa. Daryl movió rápidamente a Marissa detrás de él y gritó: «¡Shaun, ocúpate de Tiffany!».

Shaun asintió y empujó a Marissa detrás de él. «Tiffany, agáchate detrás de la recepción. Quédate ahí y no te muevas». Una vez estuvieron seguros de que Marissa estaba lejos, Daryl y Shaun se prepararon para enfrentarse a los atacantes, decididos a protegerla a toda costa.

Una leve sonrisa apareció en el rostro de Marissa. A sus ojos, Daryl y Shaun personificaban la caballerosidad. Su disposición a defenderla en una situación tan peligrosa la llenó de un calor reconfortante.

Para Marissa, aquellos asaltantes eran meras molestias. Confiaba en su derrota y prefería no prolongar el encuentro. Normalmente, cuando uno se enfrenta a un enjambre de moscas, no las mata a todas por separado, sino que utiliza un pesticida para eliminarlas rápidamente. Buscaba una solución rápida.

Mientras observaba a su alrededor, Marissa se fijó en un plato de caramelos de menta que había sobre el mostrador. Con una sonrisa pícara, cogió un puñado de caramelos de menta y los lanzó hacia los asaltantes, exclamando burlonamente: «¡Atrapa, un regalito para ti!».

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