Atraído por mi mujer de mil caras
Capítulo 175

Capítulo 175:

A instancias de Melinda, Sansa y Ayla crearon un alboroto que atrajo la atención de todos hacia Marissa, esperando que se pusiera en ridículo. Connor la observó desde la distancia y decidió no intervenir. Marissa era Serpiente Negra; se había enfrentado a adversarios mucho más formidables que unas cuantas mujeres rencorosas. Aquella trifulca no la perturbaba, y él confiaba en que podría manejar la situación por sí sola. Domenic, Marc y Terry compartían la perspectiva de Connor y permanecieron a su lado, esperando con impaciencia el espectáculo a costa del problemático trío.

Sin embargo, los espectadores malinterpretaron la dinámica en juego. Al ver la aparente indiferencia de Connor ante la situación de su esposa, llegaron a la conclusión de que ella no le importaba. Este malentendido envalentonó aún más a Melinda, Sansa y Ayla. Al principio, Marissa no tenía intención de montar una escena. Había mostrado respeto, pero sólo había recibido desdén a cambio. Decidió que ya había aguantado bastante y se dispuso a enfrentarse directamente. En un movimiento audaz y desafiante, Marissa se quitó la camisa delante de todos, dejando ver un impresionante vestido debajo. El público se quedó boquiabierto.

«¡Oh, Dios mío! Es guapísima. Es como un ángel», exclamó alguien.

«Aunque Tiffany tiene mala fama y es una inútil, no se puede negar que es realmente guapa», comentó otra persona.

«En efecto. Resulta muy atractiva incluso con un atuendo sencillo y sin maquillaje. Ahora, ataviada con ropa tan lujosa, nos deslumbra», comentó un tercer observador.

De pie entre la multitud, Marissa tenía un aspecto impresionante. Su postura era elegante y equilibrada, con un toque de encanto salvaje en su expresión. El impresionante vestido, junto con el brillante collar de diamantes, la hacían parecer como si irradiara luz, proyectando un resplandor sobre la sala del banquete. Con tanto brillo, eclipsaba a las demás invitadas. Era una fiesta de compromiso con Melinda como estrella. Aunque estaba rodeada de muchos invitados y al principio había acaparado toda la atención, Marissa le robaba ahora el protagonismo. Quien no supiera que se trataba de una fiesta de compromiso podría confundirla con la entrega de premios de un concurso de belleza.

Connor, que observaba desde lejos, estaba visiblemente disgustado. Había elegido el atuendo de Marissa, pero la visión de muchos hombres admirándola le provocaba celos hasta el punto de desear poder vestirla él mismo. Deseaba que Marissa disfrutara del prestigio de ser su esposa sin atraer las miradas de otros hombres. Se sentía desgarrado.

Marissa, ajena a las miradas circundantes, se limitó a sonreír débilmente a Melinda tras quitarse la camiseta. En aquel momento, la ira de Melinda era palpable. Los ojos se le llenaron de lágrimas y las manos apretadas le colgaron de los costados. Se mordió el labio casi hasta sangrar.

Ella y Marissa iban vestidas de forma idéntica en estilo y color. Sin embargo, el atuendo de Marissa, aunque era una réplica, le quedaba más favorecedor que el original de Melinda, haciendo que el propio vestido de Melinda pareciera una imitación. Esta situación fue una humillación punzante para Melinda, un escenario que ella había orquestado sin darse cuenta.

«¡Puta! ¡Puta! ¡Qué vergüenza!» Melinda gritó, los celos y el odio contorsionando su rostro.

Se suponía que hoy era su fiesta de compromiso, y que ella iba a ser la estrella brillante del evento. El rostro de Ayla también se contorsionó de celos. Desde niña había envidiado la belleza de Tiffany, lo que la había llevado a acosarla sin descanso, obligándola incluso a ir al colegio con un aspecto poco atractivo todos los días. Ahora, al ver que Marissa cautivaba a todo el mundo con su aspecto despampanante, Ayla sintió un impulso irrefrenable de abalanzarse sobre Marissa y destrozarla. Apenas podía contener su ira. Justo cuando Ayla estaba a punto de estallar, Sansa exclamó de repente: «¡Llevan vestidos idénticos!».

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