Atraído por mi mujer de mil caras
Capítulo 172

Capítulo 172:

Cuando Marissa entró en la sala del banquete con Rachel y Leila, vio que Connor mantenía una conversación con varias personalidades influyentes. Optó por no interrumpirlo y siguió su camino. Arabella y Glenn llegaron en ese momento, así que Marissa se acercó a ellos.

«Abuela, Glenn, aquí estáis».

Rachel y Leila también saludaron cortésmente a Arabella y Glenn. Arabella, al examinar a Marissa, expresó su confusión. «Cariño, ¿por qué sigues llevando esa camisa raída?».

«Hace bastante frío con el aire acondicionado, abuela», explicó Marissa.

Arabella sintió que era una lástima desperdiciar aquel hermoso vestido. «Si lo hubiera sabido, te habría traído un chal. ¿Le digo a alguien que traiga uno?»

«No hace falta que molestes a nadie, abuela. Me las arreglo bien», se apresura a asegurar Marissa.

En ese momento, Trenton, el abuelo de Melinda, se acercó y saludó alegremente a Arabella. «Señora Daniels, ¿cómo ha estado?». Arabella sólo respondió con una fría inclinación de cabeza, ya que Trenton no le caía especialmente bien.

A pesar de ser el abuelo de Melinda, Trenton, perteneciente a una generación más joven que Arabella, se abstuvo de ofenderse.

Glenn preguntó entonces: «Sr. Warren, he oído que Aelfric asistiría hoy a la fiesta de compromiso. ¿Por qué no está aquí?»

El comportamiento de Trenton cambió notablemente, insinuando problemas inconfesables. Marissa no pudo evitar sonreír para sus adentros. Tras haberle dado una buena paliza a Aelfric la noche anterior, sabía que su ausencia se debía a su lamentable estado. Sin embargo, se trataba de un asunto privado dentro de la Base Doomsday, que probablemente no se revelaría al exterior, y en aras de mantener su dignidad, la familia Warren tampoco se lo diría a nadie.

«Aelfric no se encuentra bien y no podrá venir», consiguió decir Trenton con una sonrisa tensa. Glenn parecía desconcertado. «¿Pero no está siempre en perfecto estado de salud, entrenado en artes marciales desde la infancia? Es extraño que se pusiera enfermo precisamente hoy».

«Es una mera coincidencia», replicó Trenton con torpeza. Desinteresada por la conversación de los hombres, Arabella cogió la mano de Marissa y sugirió que se sentaran en otro sitio. «Ven, siéntate conmigo allí, cariño».

«Por supuesto, abuela». Marissa ayudó a Arabella a sentarse en un sofá cercano.

Una vez sentada, Arabella expresó su decepción. «Vas tan bien vestida hoy, y sin embargo estás escondida bajo esa camisa porque tienes frío. ¿Quizás deberíamos apagar el aire acondicionado?»

«No sería prudente, abuela. Aquí haría demasiado calor para todos», respondió Marissa. Arabella frunció el ceño, claramente molesta. «Todas las demás mujeres van vestidas con tanta elegancia, y aquí estás tú con un atuendo sencillo. Como esposa de Connor, deberías ser la más radiante y distinguida de la fiesta».

En ese momento se acercó Melinda, seguida de un grupo de invitadas. Al fijarse en el atuendo de Melinda, Arabella se dio cuenta de algo y susurró: «Ya veo, cariño. Tu vestido es igual al de Melinda. Por eso te lo has tapado, ¿no?».

Marissa esbozó una pequeña sonrisa de reconocimiento. El humor de Arabella cambió a indignación. «Tú eres la mujer de Connor, y ella no es más que tu futura sobrina política. ¿Qué derecho tiene a llevar el mismo vestido que tú? Haré que se cambie inmediatamente».

«¡No, abuela!» intervino rápidamente Marissa. «Ella es la futura novia y el centro del evento de hoy. Lo correcto es que yo dé un paso atrás. Además, si intervienes en mi nombre, podría dar lugar a críticas sobre mi comportamiento como prepotente.»

Arabella se mostró reacia, pero acabó cediendo al razonamiento de Marissa. Marissa esperaba pasar un rato tranquilo charlando y disfrutando de unos refrescos con Arabella, pero sus planes se vieron interrumpidos cuando Melinda se acercó, acompañada de un grupo de mujeres. A medida que se acercaban, a Marissa se le encogió el corazón cuando vio entre el grupo a dos individuos con los que menos deseaba encontrarse.

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