Capítulo 1272:

La sonrisa de Pearce era afilada, sus ojos brillaban con un desafío que su sonrisa no lograba enmascarar.

«Tu audacia no tiene límites, ¿verdad?».

Consciente de que Jayden no se acobardaría fácilmente, Pearce aceptó la situación a regañadientes, su mente ya tramaba maneras de socavar a su rival a la menor oportunidad.

Tras salir del bullicioso entorno del aeropuerto, se dirigieron directamente a un restaurante cercano. En el interior, Pearce les condujo a un comedor privado, y sus preparativos previos se hicieron evidentes en la elaborada variedad de exquisitos platos que esperaban en la mesa, preparados para impresionar y orquestados con precisión.

Al ver todos sus platos favoritos extendidos ante ella, los ojos de Elyse brillaron de placer.

«¡Dios mío, cuánto los he echado de menos! Las últimas semanas no había tenido ocasión de darme un capricho como éste».

Cogió con avidez el tenedor y el cuchillo, saboreando el primer bocado con evidente alegría.

Pearce, apoyando la mejilla en la palma de la mano, la observaba con una tierna sonrisa, con el corazón rebosante de satisfacción.

«No hay prisa, Elyse. Tómate tu tiempo y disfruta. Si te apetece algo, dímelo y pediré más».

Apenas acababa de pronunciar sus palabras cuando vio que Jayden cogía su propio juego de utensilios.

Pearce se enfadó y golpeó la mesa con la palma de la mano, con un sonido agudo que resonó en el aire.

«¡Quieto ahí! Esto no es para ti. Deberías buscarte el tuyo».

Sin inmutarse, Jayden respondió a la severa mirada de Pearce: «Yo también tengo hambre. ¿Por qué no puedo unirme?»

«¡Vete a la mierda! Vete a comer mierda». La voz de Pearce se elevó, una oleada de ira impulsada por los recuerdos del maltrato de Jayden a Elyse. Si fuera por él, se aseguraría de que Jayden lamentara profundamente sus acciones pasadas.

En un intento de calmar la tormenta que se avecinaba, Elyse intervino suavemente: «No estropeemos la comida, Pearce. Ignóralo y concentrémonos en este festín. Es absolutamente delicioso».

Persuadido por sus tranquilizadoras palabras, Pearce se relajó, su irritación dio paso a la diversión, y reanudó su comida.

Una vez disipado el conflicto, Elyse disfrutó cada vez más de la comida.

Cuando terminaron, Pearce, ahora en actitud contemplativa, preguntó en voz baja: «Ahora que estás aquí, ¿piensas quedarte con tu familia una temporada?».

«Sí, me encantaría quedarme un tiempo en tu casa», dijo Elyse con una sonrisa relajada.

Pearce sintió que no había sido claro.

«No en mi casa», corrigió rápidamente.

«La mansión Benson».

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