Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado -
Capítulo 1263
Capítulo 1263:
Fiona estaba sentada en la cama, con el cuerpo apenas cubierto por una fina manta. El pelo revuelto le caía alrededor de la cara y parecía cansada y frágil. Elyse estaba de pie justo fuera de la habitación, agarrada a los barrotes de hierro, con las emociones enredadas mientras miraba a Fiona.
Tras un largo silencio, Elyse habló por fin, con voz suave.
«Fiona». Al principio, Fiona no la oyó. Elyse se acercó y repitió su nombre.
Esta vez, Fiona levantó la cabeza y su rostro era un retrato del agotamiento. Sus ojos estaban hundidos, sin vida, como si la chispa de su interior se hubiera desvanecido hacía tiempo.
Sorprendida por el aspecto de Fiona, Elyse volvió a pronunciar su nombre, con una voz cargada de emoción.
«¿Cómo estás? ¿Estás bien?»
Fiona miró fijamente a Elyse, con expresión cínica.
«¿A qué viene esa falsa amabilidad? Sé exactamente qué clase de persona eres».
Elyse soltó una pequeña risita. «¿Ah, sí? ¿Y qué clase de persona es ésa?».
La voz de Fiona era grave y amarga.
«Eres celosa, avariciosa, embustera. Una mentirosa».
Elyse rió, el sonido burlón y frío.
«¿Es así como me ves, o es sólo un reflejo de ti? Qué raro… parece que te conoces mejor de lo que pensaba».
Los hombros de Fiona se hundieron al hablar, con la voz cargada de derrota.
«Di lo que quieras. No tiene importancia. Estoy acabada. No escaparé de esta prisión».
Elyse suspiró, con una mezcla de exasperación y simpatía en los ojos.
«¿De verdad crees que estás luchando sola?».
Fiona entrecerró los ojos, la sospecha parpadeando en su voz.
«¿Qué se supone que significa eso?».
La mirada de Elyse se desvió hacia la mano vendada de Fiona, una sonrisa sardónica se dibujó en sus labios.
«Cuando te lesionaste el brazo y no pudiste pagar el tratamiento, cuando el hospital te rechazó, ¿creíste que algún alma bondadosa al azar pagaría esas facturas? Alguien se aseguró de que te operaran».
Una oleada de temor invadió a Fiona.
«¿Qué quieres decir?
«¿Qué quiero decir? Te he dado todas las pistas para que lo descubras». Los ojos de Elyse se endurecieron.
«Oh, vamos, Fiona. Fue el Sr. Tucker. Te ha estado vigilando todo este tiempo».
Fiona sintió que su mundo se inclinaba. Le tembló la voz.
«¿Qué quieres decir?»
«Fiona, has hecho tanto mal, pero él todavía se preocupa por ti. Te ingresó de nuevo en el hospital, pagó la operación y cubrió tus gastos».
La cara de Fiona se puso de un blanco espectral. Sacudió la cabeza, negándose a aceptarlo.
«¡No! ¡Eso es imposible! Ya no le importo. No gastaría ni un céntimo en mí».
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