Capítulo 165:

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¡No podía elegir entre ellos! En el pasado ya había perdido a su esposa y no deseaba volver a pasar por algo así, pero tampoco deseaba ver morir a su pequeño.

¿A quién de los dos tenía que elegir?

Ambos eran importantes en su vida.

“Haga todo por salvar a ambos”

Solicitó.

“Lo haremos, pero necesitaremos saber su respuesta”.

Mientras Guillermo, intentaba tomar una de las decisiones más difíciles de su vida. Dentro del quirófano, Isabella estaba siendo preparada, para comenzar con la cesárea de emergencia, que se le realizaría.

Su corazón latía de manera descomunal.

Podia ver el rostro de las enfermeras, que estaban preocupados.

Sintió como su mano era sostenida, sin ver de quien se trataba supo que era su esposo, dibujó una débil sonrisa.

“Cuídalos mucho”

Suplicó con lágrimas en los ojos.

“Los cuidaremos ambos”

Respondió Guillermo, sin poder evitar, sentir que la pregunta de aquella doctora, resonaba en su interior, la observó a los ojos, reflejándose en su mirada, llenándose de fuerza para acompañarla en ese momento tan importante.

“Te amo, y te necesito”

Susurró depositando un beso en los labios.

“¡Isabella!”

Exclamó Guillermo lleno de terror, al notar la forma en la que la mano que había acercado para acariciar una de sus mejillas, perdía fuerza y caía sobre la camilla.

Un gran nudo se asentó en la boca de su estómago, acompañado de un gran escalofrío.

“¡No me dejes, te lo suplicó, mi amor!”

Gritó.

Entonces, una de las enfermeras lo separó de su mujer.

“Tiene que salir”

Solicitó la mujer.

“No podrá estar en el parto, lo lamento”

Expresó, colocando las manos sobre sus hombros, para hacer que le prestara atención, sin poder conseguirlo, pues Guillermo se encontraba paralizado, con la vista enfocada en el cuerpo de su chica, viendo cómo se acercaba su doctora, y el personal.

“Su presión está descendiendo”

Escuchó que otra de las enfermeras comunicaba.

¡Cielos!

Un fuerte escalofrío recorrió lo invadió, sus piernas comenzaron a temblar, al observar la forma en la que le colocaban una mascarilla, y otra mujer le suministraba algo en la solución salina, al mismo tiempo, la ginecóloga se acercaba al v!entre de su mujer, sosteniendo un bisturí.

“¡Tiene que salir!”

La enfermera dio una fuerte sacudida, sobre sus hombros, eso hizo que Guillermo, le prestara atención.

“Salga, por favor”

Repitió.

“No puede estar aquí, le informaremos tan pronto estabilicemos a la paciente y nazca el bebé”

Refirió.

Aquellas palabras llegaban a su cabeza de forma distorsionada, como si hubiese una gran interferencia y resonara un eco magnificado en su interior.

Deseaba poder comprender lo que le decía, pero todos sus sentidos estaban canalizados a ella, en saber que estaban fuera de peligro, que no lograba entender una sola cosa, de lo que le decía hasta que se acercó un camillero sujetándolo de uno de sus brazos y dio un tirón, caminó con el hacia la salida de aquel quirófano y lo ayudó a tomar asiento en la sala de espera.

Aquel hombre lo miró, comprendiendo que Guillermo se encontraba en shock, debido a la gravedad en la que se encontraba su esposa, se acercó al dispensador de agua, en segundos le dirigió un vaso.

“Beba esto”

El hombre tomó asiento a su lado, sin quitarle la mirada de encima, temía que pudiera desvanecerse, estaba más blanco que un papel, además que no lograba articular una sola palabra, su mirada estaba perdida en sus propios pensamientos, se veía mal.

“Tenga fe”

Expresó aquel camillero.

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