Amor después del matrimonio
Capítulo 115

Capítulo 115:

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Victoria se llevó las manos al pecho, no podía creer que le hablara así.

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En ese momento llegó Mason.

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Él estaba recién duchado, bañado, esbozando una amplia sonrisa.

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“¿Qué sucede?”

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Preguntó al ver la fricción entre ellos.

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…

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Al llegar a la zona de las piscinas, escucharon a María gritar con emoción.

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No cabía de la felicidad, ante las primeras vacaciones que tomaba en toda su vida.

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Sin pensarlo corrió hacia la alberca para lanzarse al agua, sin previo aviso.

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Al ver la intención con la que María actuaba, Guillermo soltó de su agarre a Isabella y corrió hacia la pequeña.

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“¡Alto!”

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Exclamó.

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María flexionó sus piernas para tomar impulso, preparándose para saltar.

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Isabella se llevó las manos al pecho, e inhaló profundamente al observar a su hija lanzarse hacia la profundidad de una de las piscinas para adultos.

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“¡Te tengo!”

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Manifestó Guillermo, sujetándola en el aire.

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La pequeña arrugó la frente y lo miró a los ojos sin comprender.

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¿Por qué la detuvo?

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“¡Quiero ir al agua!”

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Expresó señalando la alberca.

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“Lo haremos todos juntos”

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Indicó él.

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“No puedes hacerlo sola”

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Habló con suavidad y firmeza.

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“Esta piscina no es la apropiada para tu edad”

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Aclaró abrazándola mientras se dirigen a la de los pequeños.

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“¿Lo comprendes?”

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La pequeña afirmó.

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Se llenó de emoción en cuanto su papá la colocó en la de los niños, con lo que pudo jugar, mientras ellos ingresaban a la contigua para estar al pendiente de ella.

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“Casi se me sale el corazón”

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Isabella confeso.

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“Lo sé, me sucedió lo mismo”

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Respondió él.

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Después de pasar un tiempo agradable, y luego comer en el restaurante, se dirigieron a la habitación.

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Antes de que entraran, se disculpó al decir que había olvidado su móvil en el restaurante, la realidad es que solo necesitaba un pretexto para que ingresaran sola, pues le tenía una sorpresa, se giró con rapidez, llevándose a María.

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Isabella entró a la habitación, frunció el ceño al ver un camino de pétalos de rosa, el cual siguió con curiosidad, conociendo a Guillermo, sabía que algo se traía entre manos, encontró una caja con un moño.

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Con rapidez lo abrió.

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Sus labios se separaron ante la que era un vestido largo.

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Con las manos temblorosas acomodó aquel vestido sobre la cama, era justo como lo había imaginado.

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Con una caída sencilla, y un hermoso escote de corazón, con bordados y cristalería.

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Cielos.

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Ese hombre pensaba en todo.

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Sonrió llena de emoción.

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Luego corrió a ducharse, se colocó su albornoz y enredó su cabellera en una toalla.

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De pronto se estremeció.

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¿Cómo se arreglaría ella sola para un momento tan importante?

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Sacudió su rostro saliendo de su ensimismamiento, al escuchar que tocaban a su puerta, se dirigió con rapidez, observando por la mirilla se encontró con una mujer.

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Abrió la puerta y ladeó su rostro.

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“¿Isabella verdad?”

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Extendió su mano para saludarla.

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“Sí”

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Respondió con extrañeza.

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