Amarte es mi capricho -
Capítulo 2
Capítulo 2:
Pongo los ojos en blanco, me recuerdo mentalmente no volver a levantar a chicas lindas del suelo. Cuando cae al suelo por segunda vez, me acerco jalándola de un brazo, como puede se pone de pie y luego se cuelga de mi cuello. Su aroma penetra en mis fosas nasales, es delicioso.
“Si no estuvieras tan bebida”, murmuro.
“¿Qué me harías?”, pregunta desafiante.
Por primera vez nuestras miradas se cruzan haciendo que un cumulo de sensaciones eléctricas vaya a desembocar hasta mi vientre bajo, ´que insolente y ofrecida´ pienso.
“¿Qué tanto bebiste?”, le pregunto con enfado.
“Me siento caliente, eres muy guapo, dame un beso, lo necesito”, arqueo una ceja, ella trata de trepar sobre mi para alcanzar mi boca.Tomo su cintura con mis manos, parecía un pulpo que desea devorarme.
Su cabello largo y lacio, perfectamente acomodado con un broche brillante color oro, su vestido semitransparente de lentejuelas y brillos ceñidoa. su sexy cuerpo que resaltaba todas sus virtudes y su juventud, me estaban avivando mi deseo.
“Siento demasiado calor”, seguia murmurando, mientras volteaba hacía todos lados como desorientada.
“Quítame la ropa”.
Cada cosa incoherente que decía hacía que mi corazón se detuviera por espacio de un milisegundo para después bombear la sangre a mil por minuto. Sentía como si me fuera a dar un infarto.
Lo primero que ella hizo fue deshacerse de sus tacones color piel, primero lanzo uno que fue ha dar directo a la puerta, el golpe se escucho fuerte, luego el otro, casi se tambalea de nuevo, pero logro sujetarse a mi brazo.
Me dio gracia que ahora sin los quince centímetros de tacón que llevaba parecía una niña comparada con mi altura de uno noventa metros. Mi paciencia estaba a punto de agotarse esta niña quería pasarse de lista, por un momento pareció como si, fingiera su estado alcohólico.
Apenas mi carrera como senador estaba iniciando era mala idea tener a esta chica desconocida en mi habitación.
Reprimiendo todos mis deseos por poseerla grite autoritario.
“¡Sal de mi habitación!”.
Ella parecía estar roja del coraje, abrió los ojos como platos.
«Podría ser que alguien en el partido contrario la haya enviado para seducirme?”.
No caeré.
Mientras tanto ella me miraba fulminante.
“Tengo demasiado calor, siento que me quemo por dentro, ¡Te ordeno ayudarme a quitar el vestido que llevo puesto!”.
“Que”.
Estaba completamente descolocado. Esta niñata me sacaba de mis casillas. No tenía por que seguir aguantando esto. No tenía por que seguir controlándome. Al ver que no hice caso a su petición lleva sus manos hasta su espalda bajando torpemente el zipper de su vestido, pronto cayó al suelo.
Paso saliva al clavar mis ojos en cada una de las curvas que forma su cuerpo. Pero de pronto ella se abalanza sobre mi cayendo los dos sobre la cama. Su olor. Su cercanía. Su mirada felina que me incita. Toda ella me atrae. Deseo a esta mujer desconocida, y la deseo ¡Ya!
Nuestros labios se juntan, nos dejamos llevar por el arrebato del deseo. Hacemos el amor en la cama, en el sillón. La levanto como si fuera una muñeca y volvemos a hacerlo de pie apoyándonos en la pared. El sonido de sus g&midos es como nueva energía que me renueva, así continuamos un par de horas más.
Hasta que los dos caemos exhaustos nuevamente en la cama. Cierro los ojos, nunca me había sentido tan satisfecho al hacer el amor con una mujer.
POV Catrina Vidal
La luz cegadora que entraba por el balcón de la habitación me daba directo en el rostro. Esperen… ¿Balcón? Me senté de un respingo.
´¿Dónde estoy?´.
Me pregunte impaciente, ahora me daba cuenta de que no recordaba nada de lo que paso la noche anterior. Mire hacía todos lados alrededor, estaba en una habitación de hotel. Pero… ¿Cómo fui a parar aquí? Frunci mis labios. ´¿Qué he hecho?´.
´¡Dios mio!, ¿Qué hice?´.
Restregué mis manos en mi cara. Me puse de pie y vi con terror unas manchitas de sangre sobre las sábanas. Nunca tuve relaciones con mi novio Carlos, me estaba guardando para cuando nos casáramos. Pasé saliva varias veces dándome cuenta que vine a perder mi virginidad con un completo desconocido que ¡No recordaba!
Comencé a entrar en pánico. Tenía recuerdos leves de lo sucedido la noche anterior, besos, sus labios. Fui directo hacía el espejo donde pude ver algunas marcas que aquel hombre dejo en mi piel. ´Fue una noche salvaje´, pensé, para nada estaba orgullosa de lo que había hecho.
No podía creerlo, tenía que ser un error, pero lo había hecho por que las pruebas estaban aquí en mi cuerpo, en las manchas de las sábanas, en la ropa tirada alrededor de la cama.
´¡Pero que has hecho Catrina!´. Me lamente.
Me di cuenta de que tenía que salir cuanto antes de aquella habitación, pero no podía hacerlo en este estado. Mi cabello estaba revuelto. El maquillaje perfecto que la estilista me había hecho el día anterior estaba todo embarrado por mi cara.
Sentía mi piel pegajosa tenía que darme mínimo un baño.¿Pero y si aquel hombre regresa?, me mordí el labio, no quería verlo. Aunque me intrigaba saber quien es. Había una sola cosa que recordaba de él y era ese aroma a vainilla amaderada que tenía incrustado en mi mente. Sólo eso recordaba.
Fui al baño, me di una ducha rápida. Eso me refresco muchísimo pero el dolor de cabeza que sentía aún no desaparecía. Con una toalla enrollada en el cuerpo y la otra en el cabello, salí en busca de mi ropa.
Era de mañana, sería raro salir con la misma ropa que traía ayer de este hotel que por la vista del balcón era el mismo donde fue el evento de Nubak. Antes no me había percatado de una bolsa de papel blanca con logo de Gucci que estaba sobre la cama.
Fui ahí de inmediato llevándome la sorpresa de que en su interior había un vestido amarillo, no era mi favorito, pero parecía de mi talla, en el interior había también una caja de pastillas y una botella de agua con una nota que decía. [Ponte el vestido y tomate las pastillas te harán bien. Pd. Soy doctor].
Arrugue mi frente al releer como tonta varias veces la tarjeta. Él era doctor. Bueno ya mínimo no fue con un mesero porque estoy segura de que, si mi padre se llega a enterar de lo que hice, sé que me matará.
Hurgue en los cajones de los muebles que había para saber quien era este dichoso doctor con el que había pasado la noche. Lo único que encontré fue una libreta y una pluma, nada más.
Miré las pastillas, eran [Ibuprofeno], decía en el empaque que eran pará el dolor e inflamación. Con esto se me quitaría el dolor punzante de la cabeza. Tomé las pastillas, las pase con agua y escribí un pequeño mensaje en la libreta que encontré, saqué de mi pequeño bolso que por suerte nunca lo solté, un billete y lo dejé a un lado.
Salí corriendo del hotel tomé un taxi y le pedí que me llevara a mi casa. Cuando le di la dirección, el taxista me vio raro.
“¿Segura que desea que la lleve a esa dirección?”, pregunto insistente.
Frunci el ceño.
“Si, ¿Pasa algo? O por que la reacción que ha tenido cuando le he dado la dirección a la que voy”.
El taxista sonrío, yo lo observaba fijamente por el espejo retrovisor.
“Se ve que no has visto las noticias verdad, niña”, dice y mé pasa el periódico que tomo con ambas manos. Veo atónita la noticia de primera plana.
[Gerente de empresa farmacéutica comete fraude con desyío de recursos].
Mi piel se erizo al leer el título. Tuve que tomar fuerzas para seguir leyendo mientras mis manos temblaban con cada palabra que leía.
[Empresario Francisco Vidal Solís. Gerente de la conocida empresa farmacéutica Nubak estuvo realizando diversos desvíos de cuantiosas cantidades de dinero a sus cuentas personales. Ahora mismo la policía lo busca por haber desaparecido desde la noche de ayer. Se ha emitido la ficha roja por parte de la interpol, quien se piensa que ahora pudiera estár en algún país del extranjero. Hasta el momento no se sabe nada de él].
´¡No puede ser! ¡Mi padre jamás haría esto!´.
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