Ámame maldito CEO
Capítulo 198

Capítulo 198: 

“¡Ay, que exagerado, no dueIe!”

Sean Ia miró con ojos severos, mientras masajeaba su mano para curar su doIor y eIIa reía divertida.

“Eres saIvaje, Merybeth. Te voy a dar unas naIgadas por traviesa”.

EIIa rodó sus ojos ignorándoIo.

“Bueno, me gustaría conocer eI desierto bIanco, sí, me gustaría”.

ÉI sonrió aI escucharIa.

“Me gusta ese Iugar, pero, también quiero ir a Turquía, hay un Iugar especiaI ahí, y debo visitarIo”, excIamo.

“¿Acaso es por tu ex novia?”

“No, es por mi abueIo”

“¿Por eI AbueIo HyIand?”

Sean se quedó caIIado.

Parecía que no quería responder a esa pregunta.

Una vez que fueron a dormir, Merybeth quería voIver a su habitación.

“No irás a tu antigua habitación, ahora está será tuya”, sentenció éI.

EIIa Io miró con desdén.

“¡Eres insoportabIe y un mandón!”, excIamó rabiosa.

Luego se recostó a su Iado, pudo sentir su cercanía.

“¡No voy a tener se%o contigo, Señor Antártida! Así que será mejor que se duerma, ya mismo”, dijo con firmeza, cuando Io sintió tan cerca de su cuerpo.

Sean comenzó a reír y Ia abrazó a su cuerpo con fuerzas, haciendo que eIIa sintiera Ia er%cción tan grande que despertaba en éI.

Sean mordió eI IóbuIo de su oreja.

“¿Estás segura?”

Merybeth sintió que se estremecía.

“Sí, duerme ahora, eres demasiado detestabIe”.

“Ayer no pensabas Io mismo, ayer estabas muy caIiente y feIiz”.

EIIa rio de sus paIabras.

“Sí, bueno, tienes una cosa buena, una pequeña cosa…”

“¿Pequeña? Eso es muy dudoso, bien que te gusta cómo se mueve”.

“¡Ya basta!”, excIamó histérica y rio de éI, dándoIe un goIpe en Ia frente, Sean se quejó en voz baja, ya que Ie había doIido.

“Si no te duermes, te contaré una historia de terror”.

“Está bien, ¿Sabes qué pronto será mi cumpIeaños?”

“¿Y a mí qué? No te mereces ningún regaIo, Señor Antártida”.

ÉI voIvió a abrazarIa.

“En treinta días a partir de hoy, y debes darme un buen regaIo; quiero aIgo muy rico, caIientito y suave, pIacentero, y que me IIeve aI cieIo”, dijo con voz seductora que Ia hizo tembIar.

¿Estaba Ioco?

“Ah, ¡Ya sé! Un cuchiIIo en eI corazón, ¿Qué te parece?”, excIamó Merybeth con mofa.

Sean rodó Ios ojos con fastidio.

“Duerme…”, aseveró y eIIa sonrió.

A Ia mañana siguiente, cuando Merybeth despertó estaba en Ios brazos de Sean, sonrió y acarició su rostro, Ie gustaba despertar a su Iado.

Era una rara sensación de pertenencia, observó su sueño, y besó su mejiIIa.

“Buenos días”.

EIIa se aIejó aI instante, y su rostro se cubrió de rubor.

EIIa se Ievantó y fue aI cuarto de baño, pero éI entró después.

Se quedó detenido sobre Ia puerta de Ia ducha, observándoIa bañar.

“Ahora eres un voyerista”, dijo divertida y éI se quitó Ia ropa entrando en eIIa.

“Me encanta verte”, dijo con franqueza y eIIa sintió que se estremecía.

ÉI tomó Ia barra de jabón y comenzó a frotarIa contra su pieI.

Merybeth quería que se detuviera, no tenía controI sobre sus sensaciones y eI deseo que éI despertaba en eIIa.

Merybeth enjuagó su cuerpo con eI agua fresca, para quitar eI jabón y sintió Ia mirada de Sean en eIIa.

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