Alquilando una mamá -
Capítulo 92
Capítulo 92:
“Amo esa sonrisa” dijo Anthony, que había finalizado la llamada.
“¿No vamos a ir al trabajo?”
“No. Tomaremos unas mini vacaciones” anunció sonriente.
“Pero se acerca el fin de semana”.
“Ya sé. Por eso, hoy y el viernes no vamos a ir, y el sábado y el domingo tampoco” dijo él y rio.
“¿Qué estás planeando?” Ella lo miró con una ceja arqueada.
“Vamos a la casa de mis padres y, luego, vamos a pasar el fin de semana a nuestra casa de la playa”.
“¿Nuestra casa?” preguntó, extrañada.
“Sí. Serás dueña de todo lo que es mío, así que, sí, es nuestra casa” explicó él, como si fuera obvio.
“No necesariamente” replicó ella.
“Sí, ¿Por qué no? Quiero que sea así. De lo contrario, la pondré a tu nombre y no podrás negarte”.
“Ni se te ocurra, Anthony. Estás loco”. Revoleó los ojos, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa casi imperceptible.
“Boba” bromeó él. Amor, quiero hablar contigo de algo”.
“¿Qué pasa?”
“Sé lo que te pasó, pero todavía no entiendo por qué no quieres seguir ejerciendo tu profesión”.
“A decir verdad, traté de volver al trabajo, pero no pude. Me temblaban las manos y ni siquiera podía curar las heridas más simples de los pacientes. Mi salud mental empeoró mucho, entonces se me dificultó seguir trabajando. Por eso, cuando llegué aquí, necesitaba hacer algo para poder pagar las cuentas y pensar bien qué quería hacer en el futuro”.
“¿Todavía piensas en volver?”
“A veces, sí” confesó la chica.
“Entonces, ¿Por qué no lo haces? Te puedo ayudar con eso”.
“Sabes que también tendría que hacer guardias, ¿No?”
“Ya lo sé, no hay problema. Sé que volverías a casa al día siguiente. Además, sabría lo que haces y en dónde estás, así que moriría de orgullo y le diría a todos que el amor de mi vida es enfermera” dijo él, lleno de convicción”.
“¿Hablas en serio?” Amanda estaba bastante sorprendida.
“Claro que sí. Si ese es tu sueño, lo único que puedo hacer es ayudarte a cumplirlo”.
“Gracias”. Le sonrió.
“Sé lo dedicada que eres en todo lo que haces y estoy seguro de que serás una enfermera excelente. Los pacientes te amarán”.
“¿Tú lo crees?”
“No tengo dudas. Mientras tú ayudas a salvar vidas, yo cuidaré de nuestra familia y te esperaré con mucho anhelo, listo para darte cariño cuando vuelvas”.
“Tú no puedes ser real, ¿Sabías eso?” Ella no dejaba de sonreír de par en par, pues no podía creer el hombre maravilloso que tenía a su lado.
“Soy real y te amo” afirmó él.
“Te amo mucho. Gracias por apoyarme”.
“Entonces, más tarde veremos ese asunto, ¿Sí?” Parecía emocionado”.
“Sí, gracias”. Ella extendió los brazos para abrazarlo con fuerza, y se quedaron así por unos segundos antes de darse un beso.
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