Alquilando una mamá -
Capítulo 38
Capítulo 38:
Lucy tomó la muñeca mientras fingía que estaba llorando, la sacudió y Anthony largó una carcajada, Amanda se sumó al juego y Anthony observó cómo trataba a la muñeca como si fuera un bebé. Pensó en un bebé. Lucy tomó la muñeca y juntas la cambiaron y la pusieron a dormir.
“Ahora vamos a dormir”.
Lucy hablaba mientras se recostaba en la alfombra. Amanda y Anthony también se recostaron, él no paraba de reír y miraba como Amanda e Lucy cerraban los ojos como si se fueran a dormir. Se rio y Amanda le pegó.
“Detente, Anthony.
“No puedo, ustedes se toman esto muy en serio.
“Acuéstate”.
“Tengo la mejor vista” dijo Anthony, mirándola a la cara.
“Detente”.
“Papá, ¿Vamos a jugar al escondite?”
“Mucho mejor, hija.
“Papá, cuenta”.
La pequeña corrió a esconderse mientras Anthony contaba y se escondió bajo la mesa. Amanda se escondió detrás del sofá. Anthony terminó de contar y comenzó a buscarlas. Escuchó la risa de Lucy y fingió no saber de dónde venía. Lucy salió corriendo y corrió a atraparla. La niña lo ayudó a buscar a Amanda y le dijo dónde estaba. Lucy comenzó a contar a su manera y Anthony y Amanda se escondieron. Amanda se escondió dentro del baño y dejó la puerta abierta y la luz apagada, Anthony entró al baño y ella lo miró sin entender y le habló en voz baja.
“¿Qué haces aquí?”
“Amanda, ¿Te parece que soy un mal hombre?”
“No, ¿Por qué preguntas esto ahora?”
“Entonces dame una oportunidad”.
“¿Qué?”
“Dijiste que si lo intentábamos podrías llegar a quererme, quiero estar contigo todo el tiempo, si quieres tener sentimientos por mí, dame una oportunidad”.
“Solo estás bromeando”.
“Nada de bromas”.
Luego de decir esto, Anthony la apoyó contra la pared y la besó con mucho deseo. Su respiración se volvió fuerte y pesada, Anthony le invadió la boca dejándola débil y sin reacción, y le sostuvo el rostro con las manos para besarla con más fuerza. Amanda se detuvo, ya sin aliento.
“No puedes hacer eso”.
“¿No te gustó?”
“No puedes jugar con la gente así, sobre todo con mis sentimientos, no sabes por lo que he pasado”.
Ella salió corriendo y él se quedó apoyado contra la pared sintiéndose culpable, Lucy lo encontró y salió corriendo. Anthony se fue a la sala y se sentó en el sofá, molesto consigo mismo.
Amanda se fue a su habitación y lloró, tuvo sentimientos encontrados y eso la confundió más, se sintió enfadada. Recordó el beso y su olor y comenzó a preguntarse si realmente le gustaba o no”.
“¿Puedo pasar?”
“Déjame en paz, por favor”.
“Tenemos que hablar”.
“Ahora no, Anthony.
“¿Por qué lloras?” dijo, acercándose a ella.
“Por nada”.
“Oye, mírame”.
“Anthony, déjame en paz por favor”.
“Lo siento pero no te dejaré, vamos a hablar y a intentar solucionarlo”.
“¿Qué quieres de mí, Anthony? Juegas conmigo, me das dinero, me besas y quieres controlarme diciéndome que no puedo estar con nadie. Traes mujeres a la casa y tengo que escuchar el sonido de gem!dos toda la noche. A donde sea que vayas consigues a una, a dos, a tres. Llegas a casa y dices que quieres besarme.
¿Qué es lo que realmente quieres de mí? No soy una mujer fría, no soy una mujer a la que no le importa nada. No me importa si estás con otras mujeres porque no tenemos nada y no me debes explicaciones, pero me molesta el hecho de que estés con otras mujeres y debes respetar eso si quieres estar conmigo.
Ahora quieres una oportunidad solo para poder estar conmigo, ¿No ves que esto me conmueve? ¿Crees que me quedaré contigo y dormiré como si no fueras nadie? Me estás volviendo loca”.
Amanda hablaba entre lágrimas y desesperación, Anthony la miraba y la escuchaba atentamente y se dio cuenta de que estaba equivocado.
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